Entrevista con el destacado antropólogo y ensayista mexicano Gilberto López y Rivas
Ocean Sur
Un
libro que “se adentra en las características de la contrainsurgencia
actual, a partir del análisis de manuales contrainsurgentes de los
estrategas de Estados Unidos”, según lo define en puntuales palabras su
propio autor, constituye la nueva entrega de la editorial Ocean Sur: Estudiando la contrainsurgencia de Estados Unidos. Manuales, mentalidades y uso de la antropología.
El
ensayista en cuestión ha cimentado vastos conocimientos desde posturas
críticas y antihegemónicas acerca de la contrainsurgencia imperialista
y de la utilización de la antropología con fines contrainsurgentes, y
no sólo gracias a su amplia labor académica. Gilberto López y Rivas,
además de fungir en la actualidad como profesor-investigador del
Instituto Nacional de Antropología e Historia de México, ha tenido una
intensa vida política, en la cual se destacan su participación en el
movimiento estudiantil de 1968; su elección como Jefe del Gobierno del
Distrito Federal en la Delegación Tlalpan, en el período 2000-2003; y
su desempeño como diputado federal de la LIV y LVII Legislaturas del
Congreso de la Unión.
Además, López y Rivas integró la Comisión
de Concordia y Pacificación (Cocopa) y fue consejero del Ejército
Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) durante el proceso de diálogo
que resultó en la firma de los Acuerdos de San Andrés; así como asesoró
al gobierno de Nicaragua en los temas de Cuestión Indígena y Autonomía,
de 1980 a 1990.
A propósito de su más reciente publicación -la
tercera del antropólogo mexicano de conjunto con la casa editora Ocean
Sur-, y sin aspiraciones de realizar una entrevista en profundidad,
sino únicamente de referir algunas aristas del complejo tema abordado
en Estudiando la contrainsurgencia, tuvo lugar el siguiente intercambio electrónico con López y Rivas:
En
pos de familiarizar a los lectores con el concepto fundamental de este
libro, ¿podría usted definir qué es la contrainsurgencia, y cuál es su
origen histórico?
─La contrainsurgencia contemporánea toma
forma en los inicios del siglo XX, cuando los poderes mundiales, ya en
su etapa imperialista, organizan sus fuerzas militares expedicionarias
para enfrentar guerras de carácter anti-colonial y, más tarde, contra
movimientos revolucionarios que asumen la “liberación nacional” como su
objetivo, incluyendo estos una gran variedad de situaciones en el
ámbito planetario, desde Argelia, Vietnam, el Congo y diversos países
de la geografía latinoamericana.
»En el libro se menciona que
las primeras guerras contrainsurgentes que libra Estados Unidos son
precisamente en Filipinas, donde se enfrenta a la rebelión encabezada
por Emilio Aguinaldo, y en Nicaragua, donde sus tropas tratan
infructuosamente de doblegar la resistencia patriótica encabezada por
el general Augusto C. Sandino.
»A partir de la segunda guerra
mundial, el carácter de la contrainsurgencia se ve permeado por la
confrontación estratégica entre el sistema capitalista mundial
encabezado por Estados Unidos, por un lado, y los países agrupados
dentro de la esfera socialista, hegemonizada por la Unión Soviética.
»En
América Latina, el triunfo de la Revolución cubana en 1959 marca de
manera directa la contrainsurgencia estadounidense, ya que su objetivo
estratégico es precisamente evitar que el ejemplo de Cuba se repitiese
en otros países de la considera su área de influencia. La Escuela de
las Américas y otros centros de entrenamiento militar entrenan a
generaciones enteras de soldados contrainsurgentes, muchos de los
cuales estarían involucrados en cruentos golpes de Estado o políticas
represivas en sus respectivos países.»
¿Es la
contrainsurgencia una doctrina que se aplica sólo contra grupos armados
que se enfrentan a un Estado, o se emplea también contra sectores,
movimiento y organizaciones sociales que actúan por medios pacíficos?
─La
estrategia de contrainsurgencia implica una gama muy amplia de
objetivos militares, policiales y de inteligencia real o potencialmente
considerados un peligro para la seguridad de Estados Unidos, sus
corporaciones o sus intereses geopolíticos, así como la de sus aliados
o socios subalternos. Esto significa que abarca todo tipo de
organización, sea armada y revolucionaria, o actuando dentro de la
legalidad y por medios pacíficos.
»Toda organización política
con un cierto grado de independencia con respecto al Estado es
monitoreada por los servicios de inteligencia locales o imperialistas a
partir de una vigilancia permanente y por múltiples medios, los cuales
incluyen la infiltración de agentes encubiertos, y variadas técnicas de
vigilancia. Esto incluye a organizaciones eclesiales, estudiantiles,
indígenas o de cualquier otro carácter que se planteen luchas
democráticas, nacionalistas, etcétera, que las agencias de inteligencia
consideren potencialmente influidas por sentimientos
antiestadounidenses.
»La contrainsurgencia tiene que ser
observada de manera integral, esto es, aunque básicamente su principal
actividad tiene lugar en el terreno militar contra grupos armados
revolucionarios, nacionalistas o de variadas ideologías que resisten a
los estados capitalistas y a ocupantes extranjeros, como en el caso de
Irak y Afganistán, también implica una vasta gama de tareas en el
terreno de los medios de comunicación, acciones sociales, conformación
de grupos afines que pueden llegar a ser para-militares, red de
informantes, etcétera.»
¿Sería correcto decir que las grandes
potencias imperialistas llevan varias décadas desplegando prácticas de
recopilación, intercambio y sistematización de experiencias en este
terreno?
─Sobre todo a partir de la segunda guerra, existe
una permanente comunicación, colaboración e intercambio de información
de inteligencia entre todas las potencias imperialistas (y la de
gobiernos subalternos) y es común la presencia de agentes operativos
que realizan secuestros, atentados, ejecuciones y todo tipo de
actividades encubiertas, como se demostró con el Plan Cóndor. Esto no
impide la realización de operaciones y actividades de todo tipo sin la
colaboración o el conocimiento de terceros países.
»La
experiencia contrainsurgente argelina, por ejemplo, particularmente en
la guerra urbana y el tratamiento de prisioneros, los vuelos de la
muerte, y otras formas de ejecución extrajudicial, son “enseñadas” por
instructores franceses a sus colegas en América Latina y Estados
Unidos, en los años sesenta. Lo mismo ocurre con las experiencias
contrainsurgentes de los ingleses en países como Malasia.»
¿En
qué coyuntura histórica se hace pública la utilización de especialistas
y técnicas de la antropología con fines contrainsurgentes? ¿Cuál es su
opinión sobre esa "utilización" de una especialidad y un conocimiento
científicos?
─En la segunda guerra mundial la colaboración
de antropólogos en trabajos de asesoría al conflicto bélico que tenía
lugar, se inauguran con los trabajos de Margaret Mead y Ruth Benedict
para la agencia de inteligencia que antecedió a la CIA, la cual se
funda en 1947. Ruth Benedict escribió un libro, El crisantemo y la
espada, que fue utilizado por el gobierno estadounidense para su
conflicto con Japón.
»Es común el reclutamiento en los campus
universitarios estadounidenses para el ingreso de estudiantes y
profesores en agencias de inteligencia o directamente para el servicio
en distintos agrupamientos militares especializados en la
contrainsurgencia. En su momento se denuncia la utilización de
antropólogos en Vietnam.
»En el libro se detalla un programa
específico ideado por la antropóloga Montgomery McFate, quien descubrió
que la “antropología podía ser tan mortífera como la artillería”. Este
programa aplicado en Irak y Afganistán –ampliamente estudiado en el
libro– es considerado por antropólogos estadounidenses como un uso
mercenario de la disciplina antropológica.»
¿Considera usted que los programas de contrainsurgencia "humanizan" o elevan los costos de los conflictos armados?
─La
contrainsurgencia es una guerra contra los pueblos del mundo entero que
evidentemente eleva los costos en vidas humanas de cualquier conflicto.
Después de la derrota imperialista en Vietnam, los estrategas
estadounidenses buscan que esos costos los asuman las llamadas
“naciones huéspedes”, entrenando a los ejércitos nacionales para que
sean el instrumento ejecutor de estas guerras y, así, ellos ahorren el
máximo de vidas de sus propios soldados.
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso de los autores mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.
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