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martes, 16 de julio de 2013

Estudiando la contrainsurgencia de Estados Unidos


Entrevista con el destacado antropólogo y ensayista mexicano Gilberto López y Rivas

Ocean Sur

Un libro que “se adentra en las características de la contrainsurgencia actual, a partir del análisis de manuales contrainsurgentes de los estrategas de Estados Unidos”, según lo define en puntuales palabras su propio autor, constituye la nueva entrega de la editorial Ocean Sur: Estudiando la contrainsurgencia de Estados Unidos. Manuales, mentalidades y uso de la antropología.

 El ensayista en cuestión ha cimentado vastos conocimientos desde posturas críticas y antihegemónicas acerca de la contrainsurgencia imperialista y de la utilización de la antropología con fines contrainsurgentes, y no sólo gracias a su amplia labor académica. Gilberto López y Rivas, además de fungir en la actualidad como profesor-investigador del Instituto Nacional de Antropología e Historia de México, ha tenido una intensa vida política, en la cual se destacan su participación en el movimiento estudiantil de 1968; su elección como Jefe del Gobierno del Distrito Federal en la Delegación Tlalpan, en el período 2000-2003; y su desempeño como diputado federal de la LIV y LVII Legislaturas del Congreso de la Unión.

Además, López y Rivas integró la Comisión de Concordia y Pacificación (Cocopa) y fue consejero del Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) durante el proceso de diálogo que resultó en la firma de los Acuerdos de San Andrés; así como asesoró al gobierno de Nicaragua en los temas de Cuestión Indígena y Autonomía, de 1980 a 1990.

A propósito de su más reciente publicación -la tercera del antropólogo mexicano de conjunto con la casa editora Ocean Sur-, y sin aspiraciones de realizar una entrevista en profundidad, sino únicamente de referir algunas aristas del complejo tema abordado en Estudiando la contrainsurgencia, tuvo lugar el siguiente intercambio electrónico con López y Rivas:

En pos de familiarizar a los lectores con el concepto fundamental de este libro, ¿podría usted definir qué es la contrainsurgencia, y cuál es su origen histórico?

─La contrainsurgencia contemporánea toma forma en los inicios del siglo XX, cuando los poderes mundiales, ya en su etapa imperialista, organizan sus fuerzas militares expedicionarias para enfrentar guerras de carácter anti-colonial y, más tarde, contra movimientos revolucionarios que asumen la “liberación nacional” como su objetivo, incluyendo estos una gran variedad de situaciones en el ámbito planetario, desde Argelia, Vietnam, el Congo y diversos países de la geografía latinoamericana.

»En el libro se menciona que las primeras guerras contrainsurgentes que libra Estados Unidos son precisamente en Filipinas, donde se enfrenta a la rebelión encabezada por Emilio Aguinaldo, y en Nicaragua, donde sus tropas tratan infructuosamente de doblegar la resistencia patriótica encabezada por el general Augusto C. Sandino.

»A partir de la segunda guerra mundial, el carácter de la contrainsurgencia se ve permeado por la confrontación estratégica entre el sistema capitalista mundial encabezado por Estados Unidos, por un lado, y los países agrupados dentro de la esfera socialista, hegemonizada por la Unión Soviética.

»En América Latina, el triunfo de la Revolución cubana en 1959 marca de manera directa la contrainsurgencia estadounidense, ya que su objetivo estratégico es precisamente evitar que el ejemplo de Cuba se repitiese en otros países de la considera su área de influencia. La Escuela de las Américas y otros centros de entrenamiento militar entrenan a generaciones enteras de soldados contrainsurgentes, muchos de los cuales estarían involucrados en cruentos golpes de Estado o políticas represivas en sus respectivos países.»

¿Es la contrainsurgencia una doctrina que se aplica sólo contra grupos armados que se enfrentan a un Estado, o se emplea también contra sectores, movimiento y organizaciones sociales que actúan por medios pacíficos?

─La estrategia de contrainsurgencia implica una gama muy amplia de objetivos militares, policiales y de inteligencia real o potencialmente considerados un peligro para la seguridad de Estados Unidos, sus corporaciones o sus intereses geopolíticos, así como la de sus aliados o socios subalternos. Esto significa que abarca todo tipo de organización, sea armada y revolucionaria, o actuando dentro de la legalidad y por medios pacíficos.

»Toda organización política con un cierto grado de independencia con respecto al Estado es monitoreada por los servicios de inteligencia locales o imperialistas a partir de una vigilancia permanente y por múltiples medios, los cuales incluyen la infiltración de agentes encubiertos, y variadas técnicas de vigilancia. Esto incluye a organizaciones eclesiales, estudiantiles, indígenas o de cualquier otro carácter que se planteen luchas democráticas, nacionalistas, etcétera, que las agencias de inteligencia consideren potencialmente influidas por sentimientos antiestadounidenses.

»La contrainsurgencia tiene que ser observada de manera integral, esto es, aunque básicamente su principal actividad tiene lugar en el terreno militar contra grupos armados revolucionarios, nacionalistas o de variadas ideologías que resisten a los estados capitalistas y a ocupantes extranjeros, como en el caso de Irak y Afganistán, también implica una vasta gama de tareas en el terreno de los medios de comunicación, acciones sociales, conformación de grupos afines que pueden llegar a ser para-militares, red de informantes, etcétera.»

¿Sería correcto decir que las grandes potencias imperialistas llevan varias décadas desplegando prácticas de recopilación, intercambio y sistematización de experiencias en este terreno?

─Sobre todo a partir de la segunda guerra, existe una permanente comunicación, colaboración e intercambio de información de inteligencia entre todas las potencias imperialistas (y la de gobiernos subalternos) y es común la presencia de agentes operativos que realizan secuestros, atentados, ejecuciones y todo tipo de actividades encubiertas, como se demostró con el Plan Cóndor. Esto no impide la realización de operaciones y actividades de todo tipo sin la colaboración o el conocimiento de terceros países.

»La experiencia contrainsurgente argelina, por ejemplo, particularmente en la guerra urbana y el tratamiento de prisioneros, los vuelos de la muerte, y otras formas de ejecución extrajudicial, son “enseñadas” por instructores franceses a sus colegas en América Latina y Estados Unidos, en los años sesenta. Lo mismo ocurre con las experiencias contrainsurgentes de los ingleses en países como Malasia.»

¿En qué coyuntura histórica se hace pública la utilización de especialistas y técnicas de la antropología con fines contrainsurgentes? ¿Cuál es su opinión sobre esa "utilización" de una especialidad y un conocimiento científicos?

─En la segunda guerra mundial la colaboración de antropólogos en trabajos de asesoría al conflicto bélico que tenía lugar, se inauguran con los trabajos de Margaret Mead y Ruth Benedict para la agencia de inteligencia que antecedió a la CIA, la cual se funda en 1947. Ruth Benedict escribió un libro, El crisantemo y la espada, que fue utilizado por el gobierno estadounidense para su conflicto con Japón.

»Es común el reclutamiento en los campus universitarios estadounidenses para el ingreso de estudiantes y profesores en agencias de inteligencia o directamente para el servicio en distintos agrupamientos militares especializados en la contrainsurgencia. En su momento se denuncia la utilización de antropólogos en Vietnam.

»En el libro se detalla un programa específico ideado por la antropóloga Montgomery McFate, quien descubrió que la “antropología podía ser tan mortífera como la artillería”. Este programa aplicado en Irak y Afganistán –ampliamente estudiado en el libro– es considerado por antropólogos estadounidenses como un uso mercenario de la disciplina antropológica.»

¿Considera usted que los programas de contrainsurgencia "humanizan" o elevan los costos de los conflictos armados?

─La contrainsurgencia es una guerra contra los pueblos del mundo entero que evidentemente eleva los costos en vidas humanas de cualquier conflicto. Después de la derrota imperialista en Vietnam, los estrategas estadounidenses buscan que esos costos los asuman las llamadas “naciones huéspedes”, entrenando a los ejércitos nacionales para que sean el instrumento ejecutor de estas guerras y, así, ellos ahorren el máximo de vidas de sus propios soldados.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso de los autores mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.

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