American Curios
David Brooks
Durante su primera conferencia de prensa como presidente, Obama
responde una pregunta de la periodista Helen Thomas. La veterana e
incisiva comunicadora, de 92 años, falleció el sábadoFoto Reuters
La
prensa librees un principio fundamental de la democracia estadunidense. O así se repite aquí. Para Thomas Jefferson, la prensa era el
cuarto poder, tan esencial como las otras tres ramas del gobierno (ejecutivo, legislativo y judicial) para una democracia funcional.
Nuestra libertad depende de la libertad de la prensa y ésta no puede ser limitada sin que se pierda.
En la Primera Enmienda, escribió el juez Hugo Black, de la Suprema
Corte, en el famoso fallo sobre la libertad de prensa en el caso de los
Papeles del Pentágono, se estipula
que la prensa libre requiere protección para cumplir su papel esencial en nuestra democracia. La prensa es para servir a los gobernados, no a los gobernantes. El poder del gobierno para censurarla fue abolido para que la prensa permaneciera siempre libre para censurar al gobierno. La prensa fue protegida para que pudiera desnudar los secretos del gobierno e informar al pueblo.
Pero ahora hay un asalto de la cúpula política contra los reporteros
y sus fuentes que buscan cumplir esa misión. Algunos afirman que el
periodismo de investigación en temas de
seguridad nacionalestá bajo un ataque sin precedente por el gobierno de Barack Obama. Señalan que este gobierno ha más que duplicado el número de casos criminales basados la Ley de Espionaje por filtraciones de información
clasificadaa medios y al público que todos los gobiernos anteriores combinados desde 1917 (había tres, ahora son siete con Obama). Todos filtraron información con el objetivo de informar al público lo que ellos consideraban acciones corruptas, ilegales o de abuso en el aparato de seguridad nacional. Ninguno operó como espía de otro poder o interés ni buscó enriquecerse con las divulgaciones.
Los casos de mayor perfil público son los del ex contratista de la
Agencia de Seguridad Nacional Edward Snowden, quien filtró
documentación a The Guardian y el Washington Post
que revelaba la existencia de programas secretos masivos de vigilancia
de comunicaciones de millones de ciudadanos estadunidenses y de varios
países (incluyendo México y Brasil) y del soldado Bradley Manning, cuya
filtración –la más grande en la historia– de cientos de miles de
documentos oficiales del Departamento de Estado y del Pentágono a Wikileaks, publicados por varios periódicos del mundo (incluyendo La Jornada), podría costarle una condena a cadena perpetua, al acercarse la conclusión de su consejo de guerra.
La decisión del gobierno de Obama de aplicar las acusaciones máximas
contra Manning tiene –obviamente– la intención de disuadir a otro
Manning en el futuro (no funcionó. En medio del consejo de guerra,
Snowden, inspirado en parte por Manning, hizo sus revelaciones
devastadoras). La semana pasada la juez Denise Lind se negó a retirar
el cargo más severo:
ayudar al enemigo, algo que defensores de la libertad de prensa condenaron no sólo porque lo consideraron injusto. “El fallo sienta un precedente escalofriante: filtrar documentos clasificados a periódicos puede, por sí solo, ser legalmente suficiente para constituir el delito de ‘ayudar al enemigo’”, escribió Yochai Benkler, profesor de leyes de la Universidad Harvard, en The Guardian. “El argumento de la fiscalía (aceptado por la juez) es que filtrar materiales a la prensa, la fuente de esos materiales clasificados, es ‘comunicar con el enemigo’ indirectamente”, agregó.
Al
mismo tiempo, la semana pasada el gobierno de Obama logró triunfar en
otro caso sobre filtraciones, cuando un tribunal federal de apelaciones
declaró, en favor de su argumento, que la Primera Enmienda (libertad de
expresión) de la Constitución no protege a reporteros de tener que
revelar sus fuentes de filtraciones de información oficiales en casos
criminales. El fallo implica que James Risen, reportero de The New York Times,
ahora está obligado a declarar en el juicio de un ex funcionario de la
CIA acusado de divulgar información clasificada. Risen ha dicho que
apelará de la decisión y que no revelará sus fuentes, aun si ello
implica su encarcelamiento.
Éste es un día oscuro para la libertad de prensa en Estados Unidos. Esta decisión no sólo es un golpe contra todos los periodistas de seguridad nacional, sino contra el público en general, cuyo derecho a saber seguramente sufrirá por esto, escribió Trevor Timm, director ejecutivo de la fundación Freedom of the Press, organización clave en las luchas contemporáneas sobre la libertad de prensa.
Todo esto dejó en duda los esfuerzos del gobierno de Obama por
reparar sus relaciones con los medios con el anuncio, del Departamento
de Justicia, la semana pasada, de nuevas normas, que limitan la
autorización de obtener información de reporteros sobre sus fuentes.
Esto fue resultado del escándalo provocado con la revelación de que el
gobierno de Obama había espiado los registros de llamadas de reporteros
de la Ap y su intento de obtener una orden judicial para conseguir los
correos electrónicos de un reportero de Fox News que realiza
investigaciones sobre filtraciones.
No son los únicos casos de lo que muchos consideran un intento de
silenciar a denunciantes y reporteros que difunden sus denuncias. Son
momentos de definición en un país cuyo gobierno no duda en criticar a
otros, como fue el caso esta ultima semana. Rusia y Venezuela fueron
criticados por la Casa Blanca por la
represióna la libertad de expresión en sus países, por lo mismo que hace aquí.
Se extrañará a la gran periodista veterana Helen Thomas, quien murió
la semana pasada, después de más de 60 años cubriendo la Casa Blanca,
en los que incomodó a 10 presidentes con sus preguntas impertinentes.
Ella comentó en una entrevista:
Respeto la oficina de la presidencia, pero nunca rindo culto a los altares de nuestros servidores públicos. Ellos nos deben la verdad.
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