Somos un Colectivo que produce programas en español en CFRU 93.3 FM, radio de la Universidad de Guelph en Ontario, Canadá, comprometidos con la difusión de nuestras culturas, la situación social y política de nuestros pueblos y la defensa de los Derechos Humanos.

viernes, 19 de julio de 2013

ALEPH: Cosa de hombres

“La forma más común de que la gente te entregue su poder es que crea que no lo tiene”, dice la cita de Alice Walker que abre el famoso documental Miss Escaparate, estrenado en el programa de Oprah Winfrey en noviembre de 2011. Su emisión provocó un verdadero revuelo en internet (http://www.youtube.com/watch?v=6BJ02Xb5nYU). Señala que los adolescentes en EE. UU. consumen cada día, 10 horas y 45 minutos de lo que los diversos medios de comunicación les venden.

Carolina Escobar Sarti.
“Los medios son el mensaje y el mensajero, y cada vez tienen más poder”, “la gente aprende más de los medios que de ninguna otra fuente de información”, son algunas de las frases de este documental, que hace referencia a una serie de impulsos que diariamente moldean las emociones, los cerebros y las vidas de millones de niños, niñas y jóvenes alrededor del mundo. Un cerebro no está realmente desarrollado hasta después de los veinte años, y la madurez interpretativa y emocional tampoco habrá llegado, lo cual quiere decir que si esa juventud no tiene conciencia del impacto de los medios en su vida, estos mensajes subliminales serán los principios rectores del resto de su existencia.
Las niñas reciben desde pequeñas el mensaje de que lo más importante son sus cuerpos modelados de una manera prácticamente inalcanzable, y los niños reciben ese mismo mensaje acerca de ellas como “cosas” sin poder o con poder, pero solo si se convierten en madres. Publicidad, cine, videojuegos, periódicos, internet, todo reproduce este modelito, así que haga cuanto haga una mujer, todo dependerá siempre más de su aspecto o de su maternidad que de sus logros como persona, como profesional, como ser humano. Más de la mitad de la población de EE. UU. son mujeres, pero apenas el 17% de ellas ocupaba el Congreso de ese país hace un par de años. Y en las elecciones legislativas del 2010, ninguna ocupó un puesto en el hemiciclo, cosa que no sucedía desde 1979. A ese ritmo, dice el documental, se logrará la paridad en 500 años.
El problema no solo está en la cosificación, sino en la autocosificación de las mujeres, considerada ya una epidemia. La autocosificación las hace más inseguras para aprender, para actuar, para decidir sobre sus propias vidas. Las hace más dependientes, menos sujetos. Y a mayor autocosificación, menor efectividad política probada; menos se presentarán a elecciones y menos votarán. “No estamos dando al resto del mundo un ejemplo de equilibrio”, dice Pat Mitchell, Presidenta del Paley Center for Media. EE. UU. no ha sentado a ninguna mujer en la silla presidencial, mientras que 67 países del mundo han tenido Primeras Ministras o Presidentas. “Si la gente supiera que Cuba, China, Irak y Afganistán tienen más mujeres en el gobierno que los EE. UU., eso molestaría a muchos”, señala Gavin Newsom, vicegobernador de California.
Muchas mujeres han probado sobradamente su capacidad de hacer política pública. Es esta imposición social de género la que dicta que la política, como se juega hoy, es cosa de hombres, y que el liderazgo es una imposición masculina. Pero más allá de todo, lo que está en juego no es sólo la legitimidad democrática, sino nuevas maneras de relacionarnos y de ejercer el poder para un futuro distinto.

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