IPS
Las abiertas discrepancias entre los gobiernos de
América Central respecto de la lucha contra el narcotráfico,
instituciones multilaterales y otros temas dejarán secuelas que pueden
afectar las negociaciones comerciales y sobre seguridad, además de
demorar el proceso de integración.
A esa
conclusión arribaron expertos consultados por IPS. "Las consecuencias
pueden ser muy serias y podrían agravarse en los siguientes meses, pues
está muy claro que muchos de los grandes desafíos de la región deben
afrontarse de modo conjunto, particularmente el combate al tráfico de
drogas ilegales y los retos comerciales", dijo el politólogo Renzo
Rosal.
"Estas diferencias no tienen ningún sentido, nos separan más y solo hacen que la famosa agenda regional siga durmiendo el sueño de los justos", explicó a IPS el también profesor de la jesuita universidad guatemalteca Rafael Landívar.
El último capítulo de esta serie de desencuentros ocurrió la semana pasada, cuando se suspendió una cumbre regional en Guatemala, en ocasión de la visita del presidente electo de México, Enrique Peña.
La pretensión de Peña de conversar con sus futuros pares centroamericanos se vio frustrada por distintas razones y todo quedó reducido finalmente al encuentro bilateral con el gobernante anfitrión, Otto Pérez Molina.
El presidente de El Salvador, Mauricio Funes, se excusó y "lamentó" que la reunión no se hubiese convocado a través del Sistema de Integración Centroamericana (SICA).
Tampoco acudió a la cita el mandatario nicaragüense Daniel Ortega, presidente temporal del SICA. En cambio, sus pares Porfirio Lobo, de Honduras, Ricardo Martinelli, de Panamá, y Laura Chinchilla, de Costa Rica, sí habían aceptado participar, informó Pérez Molina.
Otra iniciativa que no logra unanimidad regional es la presentada por Pérez Molina sobre regularizar el uso de drogas para reducir los niveles de violencia causados por las mafias de traficantes. Solo Chinchilla se ha manifestado a favor.
Estas diferencias deberían zanjarse en el seno del SICA, según Rosal. "Pero, lamentablemente es un organismo que desde su creación en 1991 ha dejado ver sus debilidades", explicó.
Las divergencias entre los seis países miembros del SICA llegaron hasta Washington.
"Dentro del SICA hemos visto en los últimos meses un mayor nivel de tensión en asuntos no realmente relacionados con la seguridad ciudadana, lo cual puede socavar otros esfuerzos en cooperación que hemos sido capaces de alcanzar", declaró la semana pasada la subsecretaria de Estado para Asuntos de América Latina, Roberta Jacobson.
El objetivo fundacional del SICA "es la realización de la integración centroamericana para constituirla en una Región de Paz, Libertad, Democracia y Desarrollo, sustentada firmemente en el respeto, tutela y promoción de los derechos humanos".
Han pasado dos décadas desde su fundación y la integración sigue siendo un sueño, mientras las diferencias continúan e incluso han llegado al plano legal.
Costa Rica y Nicaragua, por ejemplo, mantienen un diferendo limítrofe en la zona del río San Juan, que ya dirimen en distintos estamentos de la Organización de los Estados Americanos (OEA) y hasta la Corte Internacional de Justicia, con sede en La Haya.
La región registra una larga historia de desencuentros que han boicoteado distintos intentos integracionistas, recordó el salvadoreño Roberto Cañas, excomandante guerrillero y hoy analista político.
"Hubo proyectos de unión centroamericana en 1921 y a comienzos de los años 60, y lo normal ha sido la falta de visión de los gobernantes, los localismos y pugnas que no han permitido un proyecto viable y fundamental para el desarrollo de esta región", dijo a IPS.
Cañas no tiene duda de lo perjudicial del divisionismo. "Es ridículo que, en un contexto en el que la unidad es la única manera viable de insertarse en el mundo, vayamos cada uno por nuestro lado. Así de seguro vamos a perder", advirtió.
En su lugar, por ejemplo, "la región debería pensar en establecer en bloque relaciones con China en un momento de bajo crecimiento de Europa y de incertidumbre sobre la economía de Estados Unidos", planteó.
Hasta ahora Costa Rica es el único país centroamericano que tiene relaciones diplomáticas con China.
La eliminación de la pobreza y la desigualdad, así como el narcotráfico, según el experto, son también temas "urgentes" que se deben atender de forma conjunta.
América Central, con 42 millones de habitantes, es una de las áreas más agobiada por la pobreza y la inseguridad en el mundo.
La Comisión Económica para América Latina y el Caribe reportó que en 2010 la pobreza alcanzó a 67,4 por ciento de los habitantes de Honduras y a 46,6 por ciento de los salvadoreños, mientras que datos de 2009 indicaban que en igual situación se encontraban 61,9 por ciento de los nicaragüenses, 54,8 por ciento de los guatemaltecos y 18,9 por ciento de los costarricenses.
Mientras que en 2010 se cometieron en el istmo 18.167 homicidios, casi 43 por cada 100.000 habitantes, lo cual es considerado una epidemia de violencia, según agencias especializadas de la Organización de las Naciones Unidas.
El analista político hondureño Eugenio Sosa dijo a IPS que el tema del narcotráfico y la seguridad, la pobreza, las migraciones y las relaciones comerciales son asuntos que la región debería encarar "en bloque" a través de estrategias regionales.
Así, "contar con una agenda regional propia, voluntad política real de los gobiernos para fortalecer la integración centroamericana y una política exterior más independiente respecto a las posiciones de los Estados Unidos", precisó como condiciones para lograrlo.
"Estas diferencias no tienen ningún sentido, nos separan más y solo hacen que la famosa agenda regional siga durmiendo el sueño de los justos", explicó a IPS el también profesor de la jesuita universidad guatemalteca Rafael Landívar.
El último capítulo de esta serie de desencuentros ocurrió la semana pasada, cuando se suspendió una cumbre regional en Guatemala, en ocasión de la visita del presidente electo de México, Enrique Peña.
La pretensión de Peña de conversar con sus futuros pares centroamericanos se vio frustrada por distintas razones y todo quedó reducido finalmente al encuentro bilateral con el gobernante anfitrión, Otto Pérez Molina.
El presidente de El Salvador, Mauricio Funes, se excusó y "lamentó" que la reunión no se hubiese convocado a través del Sistema de Integración Centroamericana (SICA).
Tampoco acudió a la cita el mandatario nicaragüense Daniel Ortega, presidente temporal del SICA. En cambio, sus pares Porfirio Lobo, de Honduras, Ricardo Martinelli, de Panamá, y Laura Chinchilla, de Costa Rica, sí habían aceptado participar, informó Pérez Molina.
Otra iniciativa que no logra unanimidad regional es la presentada por Pérez Molina sobre regularizar el uso de drogas para reducir los niveles de violencia causados por las mafias de traficantes. Solo Chinchilla se ha manifestado a favor.
Estas diferencias deberían zanjarse en el seno del SICA, según Rosal. "Pero, lamentablemente es un organismo que desde su creación en 1991 ha dejado ver sus debilidades", explicó.
Las divergencias entre los seis países miembros del SICA llegaron hasta Washington.
"Dentro del SICA hemos visto en los últimos meses un mayor nivel de tensión en asuntos no realmente relacionados con la seguridad ciudadana, lo cual puede socavar otros esfuerzos en cooperación que hemos sido capaces de alcanzar", declaró la semana pasada la subsecretaria de Estado para Asuntos de América Latina, Roberta Jacobson.
El objetivo fundacional del SICA "es la realización de la integración centroamericana para constituirla en una Región de Paz, Libertad, Democracia y Desarrollo, sustentada firmemente en el respeto, tutela y promoción de los derechos humanos".
Han pasado dos décadas desde su fundación y la integración sigue siendo un sueño, mientras las diferencias continúan e incluso han llegado al plano legal.
Costa Rica y Nicaragua, por ejemplo, mantienen un diferendo limítrofe en la zona del río San Juan, que ya dirimen en distintos estamentos de la Organización de los Estados Americanos (OEA) y hasta la Corte Internacional de Justicia, con sede en La Haya.
La región registra una larga historia de desencuentros que han boicoteado distintos intentos integracionistas, recordó el salvadoreño Roberto Cañas, excomandante guerrillero y hoy analista político.
"Hubo proyectos de unión centroamericana en 1921 y a comienzos de los años 60, y lo normal ha sido la falta de visión de los gobernantes, los localismos y pugnas que no han permitido un proyecto viable y fundamental para el desarrollo de esta región", dijo a IPS.
Cañas no tiene duda de lo perjudicial del divisionismo. "Es ridículo que, en un contexto en el que la unidad es la única manera viable de insertarse en el mundo, vayamos cada uno por nuestro lado. Así de seguro vamos a perder", advirtió.
En su lugar, por ejemplo, "la región debería pensar en establecer en bloque relaciones con China en un momento de bajo crecimiento de Europa y de incertidumbre sobre la economía de Estados Unidos", planteó.
Hasta ahora Costa Rica es el único país centroamericano que tiene relaciones diplomáticas con China.
La eliminación de la pobreza y la desigualdad, así como el narcotráfico, según el experto, son también temas "urgentes" que se deben atender de forma conjunta.
América Central, con 42 millones de habitantes, es una de las áreas más agobiada por la pobreza y la inseguridad en el mundo.
La Comisión Económica para América Latina y el Caribe reportó que en 2010 la pobreza alcanzó a 67,4 por ciento de los habitantes de Honduras y a 46,6 por ciento de los salvadoreños, mientras que datos de 2009 indicaban que en igual situación se encontraban 61,9 por ciento de los nicaragüenses, 54,8 por ciento de los guatemaltecos y 18,9 por ciento de los costarricenses.
Mientras que en 2010 se cometieron en el istmo 18.167 homicidios, casi 43 por cada 100.000 habitantes, lo cual es considerado una epidemia de violencia, según agencias especializadas de la Organización de las Naciones Unidas.
El analista político hondureño Eugenio Sosa dijo a IPS que el tema del narcotráfico y la seguridad, la pobreza, las migraciones y las relaciones comerciales son asuntos que la región debería encarar "en bloque" a través de estrategias regionales.
Así, "contar con una agenda regional propia, voluntad política real de los gobiernos para fortalecer la integración centroamericana y una política exterior más independiente respecto a las posiciones de los Estados Unidos", precisó como condiciones para lograrlo.
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