Buenos Aires. El triunfo de Fernández en las primarias del pasado agosto, con un 50.24% de votos y una ventaja de 38 puntos sobre quien fue su más directo adversario, el radical Ricardo Alfonsín, ha restado interés a la campaña, que no ha conseguido atraer la atención de los votantes, ni siquiera en su recta final.
La mandataria, del peronista Frente para la Victoria (FpV), competirá con otros seis candidatos, entre ellos el socialista Hermes Binner, gobernador de la central provincia de Santa Fe y el mejor situado de los opositores, pese a que quedaría por debajo del 17 por ciento de los votos, según las encuestas.
Le siguen el radical Alfonsín, con una acentuada caída en las preferencias de los votantes; los peronistas disidentes Alberto Rodríguez Saá -gobernador de San Luis- y el expresidente Eduardo Duhalde; la diputada Elisa Carrió, de Coalición Cívica; y Jorge Altamira, del Frente de Izquierda y los Trabajadores.
Con los augurios de una victoria de Fernández, la oposición trata de convencer a los electores (28.6 millones según el padrón electoral- de que aún es posible un "ballotage" -segunda vuelta) que se produciría en caso de que ningún candidato superara el 45% de votos o el ganador no lograra una diferencia del 10% sobre la segunda fuerza.
A pocos días de las elecciones, ninguno de los encuestadores políticos reconocidos baraja esta posibilidad, muy al contrario conceden entre el 50% y el 54% a Fernández, que llegó a la Presidencia de la mano de su esposo y antecesor en el cargo, Néstor Kirchner, en 2003, con el 44.8% de votos.
Tras la muerte de Kirchner, hace un año, con un clima económico favorable, estabilidad política y una oposición débil y fragmentada, los analistas no se extrañan del éxito de la actual inquilina de la Casa Rosada.
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