La elección del exguerrillero Gustavo Petro como alcalde de Bogotá marcó un viraje de la opinión pública que podría favorecer un proceso de paz con las fuerzas rebeldes, pero causó alarma en la derecha de Colombia, país que vive una cruenta guerra interna, según analistas.
El exguerrillero Gustavo Petro, alcalde electo de Bogotá
"Bogotá le dice sí a la reconciliación, sí a la paz. La paz es posible en Colombia, la reconciliación es posible", dijo Petro, de 51 años, al celebrar su triunfo con 32 por ciento de los votos frente al candidato de centroderecha Enrique Peñalosa, con 25 por ciento.
Petro, hijo de campesinos, economista, exparlamentario del izquierdista Polo Democrático Alternativo (PDA) que dejó a principios de año para fundar el Movimiento Progresistas, es también un antiguo miembro de la guerrilla nacionalista Movimiento del 19 de abril (M-19), que se desmovilizó en 1990.
En nombre de esa desmovilización, Petro se llamó a sí mismo el domingo "hijo del proceso de paz de 1990", y según el politólogo Álvaro Villarraga, su elección demuestra que la "ciudadanía apoya los procesos de paz".
"En Colombia, ha habido cuatro guerrillas de izquierda: las FARC (Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia), el ELN (Ejército de Liberación Nacional), el EPL (Ejército Popular de Liberación) y el M-19. Las dos últimas pactaron la paz y hoy sus líderes están vinculados a la sociedad civil", recordó Villarraga a la AFP.
"Petro es un ciudadano con ánimo de reconciliación y gran franqueza, que insiste mucho en el entendimiento", dijo.
El analista León Valencia, director de la Corporación Nuevo Arco Iris, especialista en el conflicto colombiano, consideró que si Petro hace una buena gestión en la capital, "puede llevar a otra actitud en el país", luego del gobierno del ex presidente Álvaro Uribe (2002-2010), en el cual se logró "igualar delincuencia común con guerrilla".
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