Por: David Brooks
La tormenta desatada el viernes con el anuncio de que el FBI revisaba correos potencialmente relacionados a su investigación de Hillary Clinton,
continuó azotando la contienda electoral con rayos y truenos, pero
aparentemente, y por ahora, no está dejando daños significativos más que
generar más dudas y polarización sobre los dos abanderados más
reprobados en la historia.
Las primeras encuestas después del anuncio sin precedente del director del FBI,
James Comey, respecto a que sus agentes habían descubierto más correos
electrónicos que podrían ser relevantes a la investigación, concluida en
julio, sobre el manejo inapropiado de las comunicaciones cibernéticas
de Clinton cuando era secretaria de Estado, no registran ningún
cambio dramático en las preferencias del electorado; analistas y
apostadores siguen suponiendo que la demócrata permanece como la
favorita.
Por ejemplo, el sondeo de tendencias de NBC News difundido hoy dice
que Clinton mantiene sin cambio la ventaja de 6 puntos sobre su
contrincante republicano Donald Trump (47 por ciento contra 41).
En la encuesta de ABC News/Washington Post, tampoco se registra un
cambio, y la gran mayoría —dos tercios— afirma que la noticia no tendrá
impacto sobre su voto.
Por ahora, Clinton se mantiene al frente en el mapa del
colegio electoral, según el cálculo de RealClearPolitics, entre los
estados seguros y los que se inclinan hacia ella, la candidata tiene 263
de los 270 votos electorales que necesita para la corona presidencial,
mientras que Trump sigue con 164.
Solo con los18 estados que han votado demócrata en todas las
elecciones presidenciales desde 1992, Clinton tendría 242 votos
electorales –lo cual implica que sólo necesitaría ganar un estado grande
o un par de pequeños para alcanzar los 270.
El reconocido encuestador republicano Ed Goeas comentó a Politico que
“a menos de que algo como una acusación judicial contra ella o que
[Trump sea] capturado tocando alguna mujer, no creo que nada cambiará
los [factores] fundamentales [de esta elección], los cuales favorecen a
Clinton”.
Pero el dicho famoso de un veterano periodista sigue vigente; “la única encuesta que cuenta es la del día de las elecciones”.
A una semana de ese día, el martes 8 de noviembre, los candidatos,
legisladores, estrategas, expertos, los medios y hasta el propio sistema
de justicia federal parecen estar en medio de un desastre natural.
No se sabe cuánto de esto es teatro, ya que se usa todo, la campaña
de Clinton busca jalar mayor participación de sus bases, la de Trump,
deprimir el voto a favor de ella.
Este lunes, agentes del FBI empezaron a revisar los correos
electrónicos pertenecientes a Huma Abedin, íntima asesora de Clinton,
para evaluar si contienen información clasificada, o para ver si son
copias de los ya evaluados anteriormente durante la investigación del
FBI que concluyó, sin acusaciones formales, en julio.
Algunos informes indican que hay unos 650 mil correos en la
computadora confiscada del esposo (ahora separado) de Abedin, Anthony
Weiner, que se descubrieron durante una investigación no relacionada
sobre las comunicaciones sexuales de Wiener con una menor de edad.
Si descubren que contienen información clasificada, o que hubo un
intento para ocultarlos durante la investigación previa, eso podría
generar problemas legales para Abedin, y para Clinton. Pero por ahora no
hay indicaciones, dicen oficiales, de que eso ocurrió.
Pero la decisión de Comey de hacer un anuncio tan solo 11 días antes
de la elección, rompiendo los protocolos internos de su agencia
diseñados para evitar acciones y declaraciones sobre investigaciones que
podrían influir una decisión electoral, y contra la recomendación de
los altos funcionarios del Departamento de Justicia, continúo retumbando
por todas partes.
Un ex procurador general, dos ex subprocuradores generales, y decenas
de ex fiscales federales y procuradores estatales han condenado el
actuar de Comey, mientras que legisladores de ambos partidos expresaron
preocupación por la decisión, la cual calificaron de “preocupante” y
“pavorosa”.
Hasta la Casa Blanca tuvo que opinar. Josh Ernest, el secretario de
prensa, comentó que la presidencia no tenía una posición sobre la
decisión de Comey, añadió que el presidente lo considera como alguien
“de integridad” y que no cree que esté obrando para influir la elección,
pero a la vez señaló que hay buenas razones para las normas existentes
que limitan la discusión pública de investigaciones.
Más aún, ahora puede ser Comey quien esté bajo investigación. La
Office of Special Counsel, una agencia federal de investigación
independiente, podría estar evaluando —después de recibir una queja
formal— si el director del FBI violó la llamada Ley Hatch al interferir
indebidamente en una elección cuando hizo público el anuncio sobre los
correos de Clinton a fines de la semana pasada, reportó The Guardian.
Mientras tanto, Trump y su campaña continuaron explotando el regalo
que recibieron con el anuncio de Comey, y usándolo en cada mitin,
entrevista y más para subrayar que Clinton cometió “actos criminales” y
que es “corrupta”, con el abanderado repitiendo que el asunto es “el
escándalo más grande desde Watergate”.
Clinton reiteró que “no hay nada” en este caso, y que el enfoque
debería de ser sobre el peligro que representa Trump para el país.
A todo esto, su amiga y promotora, y actual presidenta del Comité
Nacional Demócrata, Donna Brazile, fue obligada hoy a renunciar como
colaboradora de CNN después de que en los últimos correos electrónicos
que Wikileaks ha estado difundiendo de la cuenta hackeada del jefe de la
campaña, John Podesta, se constató que Brazile hizo trampa al compartir
con la campaña de Clinton preguntas que le harían en uno de los
debates, algo que recientemente Brazile había negado tajantemente.
En este festival electoral, todos están disfrazados este día de Halloween, pero asustan todos los días.
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