Carolina Escobar Sarti
José es empleado de una empresa de seguridad privada. Como guardia
recibe Q1,600 al mes, mientras que su empleador le cobra al cliente
Q6,000 por cada guardia que le coloca. Cuando José sale del turno de 24
horas, va a trabajar como guardia de medio tiempo a un banco, para
ajustar los centavos. Juana, su esposa, lava ropa ajena, oficio que se
cuela entre su jornada de 18 horas diarias. Ninguno de los dos rebasa
los 30 años de edad y tienen cuatro hijos.
José llegó a sexto primaria y Juana, a segundo. Su casa tiene paredes y
techo de lámina y piso de tierra, como tenía la de sus abuelos y sus
padres. Son la cuarta generación viviendo sin acceso real a
oportunidades de desarrollo. Ellos quieren algo distinto para sus hijos e
hijas, pero con tan malos trabajos, tan malos salarios, tan poca
educación y familias sin pedigrí, la tienen difícil.
Todo este círculo de miseria e indignidad comienza en la niñez. Y los
políticos de las últimas décadas no entienden que no han entendido.
Creen que la niñez es una “cuestión de señoras”, un tema menor, una
cosita sencilla que sirve bien para las fotos de campaña. Total, niños,
niñas y adolescentes no votan; por lo tanto, no cuentan. El tema es que
si el Estado de Guatemala, entendido como la integración de la sociedad
civil y la sociedad política, no hace un pacto por la niñez y
adolescencia del país, no tenemos futuro. Es simple, urgente e
incuestionable.
“No puede haber una revelación má́s intensa del alma de una sociedad
que la forma en la que trata a sus niños”, señaló Nelson Mandela.
Guatemala estaba constituida en el 2014 (según Icefi) por cerca de 7.45
millones de niñ̃os, niñ̃as y adolescentes de entre 0 y 17 añ̃os. Esto
significa casi la mitad de la població́n. Más de un tercio de ellos,
menor de 6 años. Veamos cómo se fortalece un sistema de desigualdad y
exclusión: según el mismo Icefi (2015), el 20% de los muchos millones
que administran el Micivi, las municipalidades y los Consejos
Departamentales de Desarrollo, tiene consecuencias sociales en la niñez
(porque ese es el porcentaje tradicional de mordida). Solo esa
corrupción hace que 2.6 millones de niñ̃os y niñ̃as de los niveles
preprimario y primario no tengan acceso a la educación; que no se
atienda como se debe la alimentación escolar ni haya ú́tiles escolares;
que má́s de 400 mil niñ̃os y niñ̃as de 1 a 5 añ̃os no tengan acceso a
vacunació́n, y que 1.2 millones de niñ̃os y niñ̃as menores de 5 añ̃os no
reciban atención médica por infecciones respiratorias agudas.
No cabe duda de que el combate de la corrupción es determinante para
cambiar esta situación, pero esto no le alcanza a un país que
históricamente no ha sabido cuidar a su niñez y adolescencia, y
normaliza el abandono al que la somete. La inversió́n en niñ̃ez y
adolescencia, que en el 2014 representaba el 3.9% del PIB, bajó en el
presupuesto 2015 a un 3.7%. Y hay una amenaza de que, sin recaudación y
con corrupción, siga bajando. Traducido: el Estado de Guatemala pasó́ de
invertir Q6.55 diarios por cada niñ̃o, niñ̃a o adolescente (NNA) a
invertir Q6.30 diarios (US$0.87). Dinamarca destina un 8% del PIB a
educación de sus NNA, y EE. UU. gasta US$15.171 por alumno.
Pero no es sólo una cuestión económica. ¿Cómo interpretamos que, según
el Osar, queden embarazadas más de 200 niñas y adolescentes de entre 10 y
17 años cada día en Guatemala? ¿Cómo es que unos NNA reciben educación
de primera y otros no tienen acceso a ella? ¿Por qué se mueren tantos
niños y niñas por desnutrición o una simple diarrea?
No hemos entendido. Esto no es un tema menor, sino el centro de
cualquier agenda política seria. Mientras no hagamos un pacto de Estado
(no de partidos políticos) que se traduzca en acciones por la niñez y la
adolescencia, estamos condenados a no ser país. Sin los niños, niñas y
adolescentes no hay mañana, ni para ellos ni para Guatemala.
cescobarsarti@gmail.com
La caída del muro de Berlín en 1989 impuso la unipolaridad geoestratégica de Estados Unidos (EU) y la tóxica globalización financierista, que sembró una descomunal desigualdad local/regional/global, aparejada de un magno desempleo y una austeridad asfixiante.
El Brexit, medio siglo después del desregulado y pernicioso thatcherismo y 27 años más tarde a la caída del muro de Berlín, emprende el doloroso trayecto de la desglobalización (http://goo.gl/I0mDXc) que implica cambios geoestratégicos que acentúan la tendencia dinámica de la multipolaridad.
El Brexit constituye la placa tectónica geoestratégica en movimiento que tendrá consecuencias profundas para el nuevo orden global que defino como tripolar entre EU, Rusia y China.
En una visión de corto y mediano plazos, el Brexit equivale a la caída del muro de Berlín.
En una visión de largo plazo, al estilo de Fernand Braudel, el Brexit equivale a un
anti-Waterloo: revierte el trayecto ascendente de Gran Bretaña (GB) desde su decisivo triunfo militar hace 201 años en la antigua Bélgica, sede hoy de la dislocada Unión Europea (UE).
Para el editorial del chino Global Times, “el futuro paisaje de la política global es probable que conlleve a cambios mayores, similares a los atestiguados en la historia geológica con la ruptura del antiguo supercontinente Gondwana hace 180 millones (sic) de años (http://goo.gl/41rDZe)”.
Las fichas geoestratégicas dispersas de la UE serán repartidas entre EU y Rusia (con China en el asiento de atrás).
En los asertos selectivos de las tres superpotencias quizá se resuma el núcleo del nuevo orden global como consecuencia del Brexit: EU afirma que ganó Rusia; China asevera que ganó el dólar y perdió el euro, y Rusia asegura que ganó China.
En forma
premonitoria, tres días antes del Brexit, el maligno megaespeculador George Soros –quien contribuyó a la demolición de la UE y el euro usando a los migrantes y los capitales golondrinos– vislumbraba ya a Rusia como la
potencia global emergente, al unísono del
desvanecimiento de la UE(http://goo.gl/wDxN9u).
El primer ministro de Hungría, Victor Orban, había ya responsabilizado a Soros de propiciar la crisis migratoria del Medio Oriente para hundir a Europa (http://goo.gl/agnZPe).
No fue gratuito que Soros haya sido de los principales ganadores del tsunami financiero causado por el Brexit al haber apostado al desplome de las acciones bursátiles y al alza del oro (http://goo.gl/jsFYcF).
Ahora Soros apuesta aniquilar al principal banco alemán/europeo Deutsche Bank y así beneficiar a los banksters de Wall Street y la City (http://goo.gl/aCJ2p5).
Mi artículo del año pasado resultó premonitorio: “Gran Bretaña abandona a EU por China: alianza geofinanciera con ‘holandización’, cuando la complementariedad de las máximas reservas de divisas de China con el know-how financierista de la City (Londres) construye el andamiaje multipolar para el nuevo orden geofinanciero del siglo XXI” (http://goo.gl/4Lkq48).
No muy alejado de mi abordaje, Thierry Meyssan, director de Red Voltaire, arguye que el Brexit, apoyado por la Reina de Inglaterra y la reorientación de GB al yuan chino, equivale a la caída del muro de Berlín y representa la
redistribución de cartas de la geopolítica mundial(http://goo.gl/ITH7Mt).
En mi artículo anterior argumenté (http://goo.gl/AQR06U) sobre la “coincidencia geoestratégica de destino: el mismo día que la UE iniciaba su implosión, el Grupo de Shanghái (OSC) celebraba su 16 cumbre en Tashkent (Uzbekistán), donde se reunieron el zar Vladimir Putin y el mandarín chino Xi, y aprobaron el protocolo de ingreso de dos grandes pesos pesados nucleares: India y Pakistán (https://goo.gl/BwTDva). ¡Fin de una era!”
La bandera europea ondea durante una manifestación contra el Brexit, ayer en la plaza Trafalgar, en el centro de LondresFoto Afp
En realidad, se trató de dos coincidencias de destino geoestratégico, porque, al día siguiente del Brexit y despúes de haber concurrido a la cumbre 16 del Grupo de Shanghái en Tashkent, Putin realizó una visita de dos días a China, donde profundizó sus lazos estratégicos con Xi.
Las dos coincidencias geoestratégicas en Eurasia –de Tashkent a Pekín– fueron escamoteadas por los desinformativos mass media del angustiado
Occidente.
Con su legendario sarcasmo, el zar Putin, siete días antes del Brexit, aceptó –en la reunión financiera de San Petersburgo– que
probablemente (sic) EU sigue siendo la única (sic) superpotencia mundial, mientras se alistaba
para trabajar con quien sea que gane este año la presidencia en Washington, aunque
no quiere que los estadunidenses le digan cómo tiene que vivir(http://goo.gl/rPK4A9).
El mismo día del Brexit ingresaron al Grupo de Shanghai dos potencias nucleares del subcontinente indio: India, dotada de 110 a 120 ojivas (http://goo.gl/tivcY7), y Pakistán, de 110 a 130 ojivas (http://goo.gl/cOF0ua).
Daily Times aduce que
el ingreso de Pakistán al OSC es muy significativo en el escenario geopolítico cambiante(http://goo.gl/337f9e).
Con menor entusiasmo que Pakistán, The Hindu exulta que
India y Pakistán serán miembros plenos del OSC(http://goo.gl/6dMYb0). Se infiere que China apadrina a Pakistán y Rusia la imita con India.
No todo es color rosa en el Grupo de Shanghái, ya que, según Yang Jin, de la Academia de Ciencias Sociales de China, la “crisis financiera global, los precios alicaídos de las materias primas de primera necesidad (staple commodities) y el deterioro por las sanciones económicas aplicadas a Rusia han ejercido efectos negativos en la estabilidad (sic) y la economía de los miembros del OSC”, cuando las “grandes potencias (léase: EU y su
plan Brzezinski) han intervenido profundamente en los asuntos regionales y perturbado los intereses conjuntos de los miembros del OSC”, lo cual “ha dificultado su cooperación circular y que, además del binomio de las superpotencias China y Rusia, ostenta la membresía de cuatro países centroasiáticos –Kazajstán, Kirguistán, Tayikistán y Uzbekistán– con un
numero de disputas sobre territorio, recursos acuíferos y etnicidad(http://goo.gl/EuOfba).
¿Cuál será el ímpetu que dará la incorporación de dos potencias nucleares como India y Pakistán al Grupo de Shanghái, que no ha tenido el desarrollo esperado después de 16 cumbres?
El grave problema del despliegue del OSC es que tiene que definir su objetivo primordial, cuando padece el dilema de formar un grupo de
seguridad militar euroasiáticopara contrarrestar a la OTAN y/o integrar un vulgar bloque mercantilista.
La mayor coincidencia geoestratégica resultó el transcendental acercamiento entre el oso ruso y el dragón chino.
The People’s Daily afirma el
compromiso de una asociación implacable (sic) entre China y Rusia(http://goo.gl/XfaZUU), mientras Cao Siqi comenta que
China y Rusia fortalecen la estabilidad globaly
han alcanzado un consenso contra la hegemonía de EU(http://goo.gl/5rVsqy).
Un editorial de Global Times considera que la
presión de EU estimula lazos más estrechos entre China y Rusia, cuando
Washington es incapaz de derrotar al dragón chino y al oso ruso al mismo tiempo(http://goo.gl/vDDfMY). ¡Murió la vieja era; viva la nueva era!
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