Por Isabel Soto Mayedo *
Guatemala
(PL) Guatemala parece predestinada a nunca más descansar desde las
marchas masivas que dieron un vuelco a la historia, reconocido por
llevar a la cárcel a su élite estatal corrupta.
Cuando parecía que casi todo estaba dicho en torno al desparpajo de
quienes llegaron al poder en nombre del Partido Patriota (PP) en 2012,
Otto Pérez Molina y Roxana Baldetti, afloraron nuevos elementos de
prueba que evidencian lo incalculable del grado de desidia alcanzado por
ambos y sus cómplices.
La labor mancomunada de quienes desde
abril de 2015 comenzaron a poner sobre la mesa incontables evidencias de
la corrupción organizada, practicada e impulsada por la expareja
presidencial, continúa dando réditos y con ello gana vida la indignación
ciudadana que colmó una veintena de sábados la Plaza de la
Constitución.
De hecho, este 11 de junio el movimiento civil de
protesta volvió a reactivarse y varios parques centrales de distintas
ciudades de Guatemala fueron tomados de nuevo por miles de personas
empeñadas en que gane celeridad la aplicación de justicia contra quienes
defalcaron las finanzas públicas en su beneficio.
La rabia
contenida contra todo lo que simbolizan Pérez Molina y Baldetti, en
prisión preventiva hace más de nueve meses tras ser acusados de
defraudar las aduanas en el caso identificado como La Línea, ascendió
con creces desde el 2 de junio de 2016.
En esa jornada la
Comisión Internacional Contra la Impunidad en Guatemala (Cicig) y el
Ministerio Público (MP) dieron a conocer otros resultados parciales de
sus pesquisas y sugirieron que finalmente se armaba el rompecabezas de
estafas, fraudes, sobornos, lavado de dinero y otros delitos cometidos
por el cartel que dirigieron.
Durante el último jueves de Cicig,
como llaman muchos a ese día por la tendencia a ser el elegido para
este tipo de denuncias, el comisionado Iván Velásquez, y la titular del
MP y fiscal general Thelma Aldana, explicaron todo lo relacionado con el
caso al que denominaron Cooptación del Estado de Guatemala.
Si
para abril del año precedente el avance de las investigaciones apenas
mostró al expresidente y a su exvicepresidenta como líderes de una red
criminal que defalcó las aduanas, con apoyo de la Superintendencia de
Administración Tributaria (SAT), los detalles ofrecidos esta vez fueron
más graves todavía.
Ambos revelaron que el PP nunca fue un
proyecto político como tal, sino que surgió y operó como cartel de la
mafia con un solo propósito: acumular la máxima cantidad de dinero para
financiar la campaña electoral de Pérez Molina y de Baldetti mediante
lavado de dinero y expoliar las arcas estatales al llegar al poder.
La develación de este caso, primero de su tipo en Guatemala y quizás
uno de los pocos en el mundo, demostró la podredumbre del sistema
supuestamente democrático en este país y la fragilidad de una
institucionalidad que tiene mucho por ganar para responder de manera
eficaz a la población.
CASO COOPTACIÃ"N DEL ESTADO EN GUATEMALA
Según
las investigaciones, tanto el exmandatario como su vicepresidenta
articularon desde 2008 la red criminal de recaudación de fondos, en la
cual estuvieron implicados grandes banqueros, dueños de medios y otros
pertenecientes a lo más encumbrado del empresariado en Guatemala.
Acorde con ello fueron giradas órdenes de captura contra el
expresidente de la Cámara de la Construcción del Comité Coordinador de
Asociaciones Agrícolas, Comerciales, Industriales y Financieras (Cacif),
Álvaro Mayorga; y contra los presidentes de Banrural, Fernando Peña; y
del Banco G&T Continental, Flavio Montenegro.
También contra
el gerente general de Claro, Enrique Castellanos; Alba Lorenzana,
esposa del dueño de los Canales 3, 7, 11 y 13 y de Radio Sonora, Ángel
Martínez; el ejecutivo de la Mina Montana de San Marcos, Eduardo
Villacorta; y los representantes legales de las constructoras Lanello,
HW y Sigma.
En total sumaron 50 las órdenes de aprehensión
contra empresarios y exfuncionarios ligados a la administración del PP,
que camuflaron o garantizaron la entrega de dinero vía empresas de
cartón a ese consorcio criminal con disfraz de partido y a sus capos,
engalanados de políticos.
Datos aportados reflejan que los
involucrados en esta estructura delincuencial lograron agenciarse con
sus artimañas alrededor de 500 millones de quetzales (65,5 millones de
dólares).
Para consultores, esto explica por qué en los últimos
cuatro meses de la campaña de 2011 el noveno binomio presidencial de la
etapa democrática en Guatemala sobrepasó por partida triple el techo
presupuestario fijado por el Tribunal Supremo de Elecciones y logró
acaparar todo el control del Estado.
Pérez Molina y Baldetti
llegaron a legitimarse como gobernantes de este país después de erigirse
como líderes o cabecillas de un cartel político empeñado en acumular
financistas, que a la larga les permitieron darse todo tipo de lujos.
Pero a la vez vale recordar que el exmilitar y la comunicadora casi
llegaron a terminar sus cuatro años de mandato y esto les dio tiempo
suficiente para pagarle a muchos de sus contribuyentes con contratos
ventajosos. Las exautoridades del PP negociaron cerca de 450 contratos
entre diversas empresas, reales y de cartón, con distintas entidades
estatales y gracias a la complicidad de empresarios, funcionarios,
operarios e incluso bancos, precisó Velásquez.
Para muestra un
botón: en los casi tres años de esta administración la Radiotelevisión
Guatemala, la Sociedad Anónima (Canal 3) y Televisiete, S.A. (canal 7)
ganaron 216 millones de quetzales con el Estado, es decir unos 28
millones 800 mil dólares.
Esa cifra equivale al 69 por ciento de
lo que los anaranjados -por el color emblemático de su partido-
supuestamente invirtieron en publicidad televisiva, pagada a González,
quien aportó lo suficiente para que el cartel adquiriera para su campaña
10 camiones, cuatro camionetas Toyota, un microbús y un Chevrolet.
Paralelo a esto tuvieron lugar múltiples pagos sistemáticos por debajo
del tapete de la mesa y uno que otro regalo de consideración en calidad
de resarcimiento a quienes dieron todo tipo de posibilidades a las
corporaciones de ampliar sus inversiones y por ende, sus riquezas.
Pérez Molina y Baldetti se apropiaron de las instituciones del Estado y
convirtieron la administración pública en un negocio, subrayó
Velásquez.
Mas hasta ese momento faltaba por decir que los
mismos que articularon el fraude en torno a un contrato irregular
otorgado a la empresa española Terminal de Contenedores Quetzal (TCQ) y a
la presunta descontaminación del lago de Amatitlán, llegaron más lejos.
LA COOPERACHA
Los
exjerarcas de los "patriotas", con la colaboración del exsecretario
privado de la vicepresidencia de Guatemala, Juan Carlos Monzón,
diseñaron una suerte de modelo de gestión perverso para agenciarse cada
año el aporte en dinero de exministros y funcionarios cercanos
agradecidos de su gestión.
De acuerdo con lo develado el sábado
11 de junio, poco antes de iniciar la reedición de la protesta
anticorrupción en la Plaza de la Constitución, casi siempre en torno a
los cumpleaños de ambos -1 de diciembre y 13 de mayo, de manera
respectiva-, los dispuestos a cooperar entregaban a Monzón su tributo.
Al estilo de la vieja mafia estos funcionarios públicos participaron de
forma repetida en esa componenda con la intención agradar a sus capos,
permanecer dentro de la jerarquía y garantizar el permiso de operación
en cada una de las carteras de Gobierno o instituciones bajo su mando,
coincidieron el MP y Cicig.
La Cooperacha, como llamaron a su
retribución, se realizaba en efectivo, en cajas o bolsas y en las
instituciones donde laboraban los contribuyentes para ocultar las
transacciones y no dejar rastro del dinero, lo cual prueba el interés de
ocultar origen y destino de los fondos, opinaron las autoridades.
Monzón entregaba luego los resultados de la recaudación a Baldetti, quien definía qué se compraría.
La inversión fue creciendo a tal punto que Pérez Molina recibió como
compensación una lancha por cerca de 300 mil dólares; una casa en la
playa de Taxisco, departamento sureño de Santa Rosa, valorada en un
millón de dólares; y un helicóptero Bell 470GX, modelo 213, de unos 3,5
millones de dólares.
Estos y otros donativos al exgobernante
llegaron a representar un valor de 33 millones de quetzales, es decir,
más de cuatro millones 400 mil dólares y las evidencias acumuladas
prueban que ello se debió a entregas por encima de los patrimonios
reportados por sus compinches en sus declaraciones de probidad.
Pero Pérez Molina también resarció tamaña prueba de lealtad de Baldetti y
utilizando el mismo esquema organizó el aporte para ella, que le
permitió entregarle vía Monzón un inmueble en Pristine Bay, en la
caribeña isla de Roatán, en Honduras.
Aseguró Monzón haber
recibió 500 mil dólares para su jefa como aporte de los mismos
funcionarios organizados con el propósito de recaudar los fondos para
los regalos del expresidente.
El MP y Cicig dejaron en claro,
además, que los miembros de esta red abusaron de sus calidades como
funcionarios públicos y desarrollaron acciones por medio de las cuales
tomaron las instituciones de Estado como un botín, del cual dispusieron
con toda discrecionalidad.
La conducta de estos, así como la de
la expareja presidencial, evidencia el total irrespeto de esta
estructura por el buen destino y ejecución de los recursos del Estado,
agregaron.
Entre los implicados en esta trama están los
exministros de Defensa Ulises Anzueto (2012) y Héctor Manuel López
Ambrosio (2013-2014), el de Gobernación (2012-2015) Héctor Mauricio
López Bonilla; así como los extitulares de Energía y Minas Erick
Archila, y el de Comunicaciones Alejandro Sinibaldi.
Junto a
ellos presuntamente contribuyó de manera sistemática a la coperacha el
expresidente del Instituto Guatemalteco de Seguridad Social Juan de Dios
Rodríguez, quien permanece en la cárcel ligado a otros casos de
corrupción.
Asociación ilícita, lavado de activos, cohecho
pasivo y fraude, son los delitos imputados de forma indistinta a cada
uno de los señalados en este grupo.
(Continúa)
*Corresponsal de Prensa Latina en Guatemala.
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