Entrevista al economista e historiador Juan Iñigo Carrera (primera parte)
Juan Iñigo Carrera, es
economista e historiador de la Universidad de Buenos Aires, y director
del Centro para la Investigación como Crítica Práctica (CICP). Entre el 5
y 12 de enero se encontrará en Chile, de forma inédita, impartiendo el
seminario “El capital: razón histórica, sujeto revolucionario y
conciencia” en la Universidad Academia de Humanismo Cristiano, en el
marco de las “Jornadas de Crítica de la Economía Política. El Desarrollo Capitalista: Capital, Renta, Clases y Alternativa Política”, organizadas por CISOH.
¿De qué forma caracterizarías la
situación actual de América Latina? ¿Cuáles crees que son las
principales tendencias económico-políticas?
I: En primer
lugar ¿qué forma específica tiene la acumulación de capital en América
Latina? Vamos a arrancar señalando que el modo de producción capitalista
es la unidad mundial. Hoy, esa unidad mundial es la unidad –llamémosle-
primaria. Por otra parte, los distintos procesos nacionales de
acumulación, son formas específicas de esa unidad. Con lo cual, la idea
de que la unidad mundial toma estas formas nacionales específicas, con
distintas determinaciones concretas, se contrapone con la teoría del
imperialismo y con la teoría de la dependencia. A qué me refiero con
esto; uno históricamente podía encontrar lo que yo llamo los países clásicos,
a los cuales se podía caracterizar por la producción de la generalidad
de las mercancías, que no quiere decir que no incorporaran mercancías
provenientes de otros países y que no vendieran en el mercado mundial,
pero lo que aparecía era como que ahí se producía la generalidad de las
mercancías.
Aparecía así,en un ámbito nacional, la imagen de la
unidad de la acumulación y que esos países clásicos son, en definitiva,
en los que arranca el desarrollo del modo de producción capitalista, y
que en su desarrollo encuentra territorios donde se pueden producir
ciertas mercancías (agrarias, mineras)con una productividad del trabajo
particularmente alta. Se pone en movimiento esa producción para
abastecer, con esa productividad alta, de medios de producción y de
medios de vida para la acumulación de capital de los países clásicos.
Uno de los aspectos fundamentales es para el abaratamiento de los medios
de vida de la población obrera de esos países y en consecuencia, el
aumento de la tasa de plusvalía. En este contexto, es que aparecen “unidades nacionales” que van confluyendo en la constitución de la “unidad mundial”. Lo tomo en particular respecto a América, pero es válido respecto de Asia y África también.
Al ponerse en marcha una productividad del trabajo mucho más alta que
la que se puede alcanzar en los países clásicos –haciendo las mismas
producciones– se genera una masa de renta diferencial, por momentos una
masa de renta de simple monopolio, en donde las mercancías van a estar
abaratadas, pero que de todas formas fluye...Esa masa de renta
diferencial es plusvalía producida por los obreros del capital
industrial de los países clásicos y que fluye hacia los terratenientes
de estos nuevos ámbitos. Mientras esos nuevos ámbitos tienen la
estructura colonial, quedan dentro de la unidad general, cuando no se
puede sostener dicha estructura colonial, se constituyen en ámbitos
nacionales de acumulación de capital independientes, especializándose en
la producción de estas mercancías, con una productividad del trabajo
particularmente alta, con lo cual van a recibir una masa de renta de la
tierra también particularmente alta y, al mismo tiempo, su propio
desarrollo va a tomar una serie de formas a través de las cuales una
parte de esa renta va a volver a los países clásicos.
Uno puede
decir esto; Inglaterra se equivocó una vez y engendró un ámbito de
acumulación de capital que le paso por arriba, que es el caso de los
Estados Unidos que se convirtió en lo que aparecía como el país clásico
por excelencia en el siglo XX. Después nunca más se engendró un ámbito
nacional con esas características, que son los ámbitos nacionales de
América Latina. En el caso de Argentina, lo que hay es una renta de la
tierra agraria, de la producción de granos y carnes; en el caso de
Chile, la renta del cobre; en el caso de Bolivia fue el estaño en todo
un periodo; en el caso del Brasil, tradicionalmente el caso del café,
ahora tiene un montón de producciones, todas son producciones primarias
en las cuales hay una productividad del trabajo muy alta.
Este
es el rasgo de estas formas nacionales específicas que no nacen con la
potencia de ser un país clásico, sino que nacen bajo esta forma, y los
modos de recuperación de la renta de la tierra por los capitales de los
ámbitos nacionales clásicos, son; a través de la generación de una deuda
pública externa, con tasas de interés muy alta que se pagan
religiosamente. En el caso de la Argentina esto es muy marcado. En una
primera fase, además, la entrada de capitales que van a operar en torno a
la producción agraria, para el caso de la Argentina en particular, con
condiciones sumamente ventajosas, donde la minería históricamente, la
tierra, era de propiedad pública, incluso más o menos tardíamente había
concesiones, he ahí donde se genera esta clase terrateniente que es la
que tiene la representación política del proceso nacional de acumulación
de capital en el siglo XIX hasta principios del XX, y que es la que se
ocupa de no apropiar íntegramente la renta.
Lo pongo en estos
términos; hasta acá yo mencioné dos socios centrales en la apropiación
de la renta, la clase terrateniente y los capitales acreedores externos
del estado nacional. Aparecen ya en el siglo XIX todas las empresas de
servicios públicos con toda una serie de concesiones. Durante el siglo
XX lo que cambia de eso es que siguen los terratenientes, siguen los
acreedores externos, pero los capitales industriales a los que se les
escapaba la plusvalía y que la recuperaban indirectamente para su ámbito
nacional (vía endeudamiento, vía las empresas de servicios públicos),
lo que hacen es pasar a producir directamente en estos ámbitos
nacionales; operando en la pequeña escala del mercado interno con muy
baja productividad del trabajo, eso que se llama la sustitución de
importaciones, que en realidad el contenido de la sustitución de
importaciones no es más que otra forma de extraer plusvalía a los
obreros de estos ámbitos nacionales, de la mano con recuperar renta de
la tierra. Y las formas de recuperación son a través de distintas
modalidades, más directas o indirectas, donde la sobrevaluación de la
moneda nacional juega un papel muy grande, por eso hay una
sobrevaluación muy fuerte en este momento en la Argentina. En Brasil se
le cae la renta, no puede sostener la sobrevaluación; en Argentina se le
cae la renta y tiene fuertes problemas para sostener la sobrevaluación.
Y estos capitales, además operan tomando lo que -para decirlo en
términos simples- es chatarra en sus países de origen, lo que ya no
sirve por la escala de la producción, y acá aparece como si fuera la
vanguardia técnica, un capital flamante.
Es condición para el
desarrollo de ese proceso, cierta escala, la existencia de una masa de
pequeños capitales nacionales, lo pongo así; en estos países, todos los
capitales que operan son expresión de la negación del desarrollo de las
fuerzas productivas del trabajo, porque el hecho de que la producción
agraria vía impuestos, vía cosas que hacen que los precios internos de
las mercancías agrarias estén por debajo de los precios del mercado
mundial, lleva a restringir la escala de la aplicación intensiva y
extensiva del capital sobre la tierra. Y en el sector industrial lo que
uno tiene son; i) pequeños capitales que no son portadores del
desarrollo de las fuerzas productivas del trabajo social, porque han
quedado a la cola de eso y ii) capitales más concentrados del mundo, que
lo que traen acá es la chatarra y con eso, en lugar de tener que
tirarla y seguir avanzando en la transformación de la materialidad del
trabajo, la socialización del trabajo privado, lo vuelven a valorizar
como si fuera un capital incluso con tasa de ganancia más alta que la
que tienen en sus países de origen. Y como eso viene de un proceso de
estrangulamiento, lo que empieza a aparecer fuertemente es la venta de
la fuerza de trabajo por debajo del valor. Entonces, cuando uno mira la
Argentina, si uno compara el salario promedio de la economía argentina
entre el año 74` y hoy; si en el 74` era cien, ahora es cincuenta y
algo. Con lo cual, ha caído a la mitad el poder adquisitivo del salario
promedio de la clase obrera, empieza a constituirse de este modo una
forma de valorización, que ya no es simplemente la extracción de
plusvalía normal, no es simplemente la recuperación de la renta de la
tierra, además es, abiertamente, la compra de la fuerza de trabajo por
debajo de su valor, siendo todas estas formas la negación del desarrollo
de las fuerzas productivas del trabajo social.
A partir de
mediados de la década del 70` en particular, en la unidad mundial
ocurren una serie de transformaciones que hacen que no existan más los
países “clásicos”, porque ya no hay más países que se especialicen en la
producción de la generalidad de las mercancías, sino que aparece lo que
uno puede llamar una nueva división internacional del trabajo, donde,
sobre la base de haber generado en la fase anterior una masa de
población sobrante latente de campesinos desplazados de la producción y
sobre la base de haber hecho un desarrollo técnico (en donde el eje de
ese desarrollo es la computación) y con esto, el desarrollo de las
máquinas automatizadas y la robotización, aparece un proceso que
contrasta con la fase anterior; uno de fuerte diferenciación en el tipo
de fuerza de trabajo que necesita el capital, con una población obrera,
por un lado, capaz de hacer un trabajo cada vez más complejo y por otro,
una población obrera capaz de realizar un trabajo cada vez más simple, y
que entonces, en los países antiguamente clásicos queda la
especialización y hacia los países donde estaba la población sobrante
latente se desplazan los procesos de trabajo más simplificados.
Con lo cual, cuando hay, por los movimientos de la acumulación mundial,
una suba de la masa de renta, estos países están prósperos porque
afluye más renta al ámbito nacional. Cuando se corta eso, por el propio
movimiento cíclico de la unidad mundial de la acumulación de capital, se
entra en una fase de presión y crisis, pero cada fase de auge es más
deteriorada que la fase de auge anterior. Entonces, con toda la suba de
los precios de las mercancías primarias en el mercado mundial durante la
segunda mitad de la década del 2000, es una fase en la cual hay una
afluencia adicional de masa de renta de la tierra hacia el ámbito
nacional. Los terratenientes van a estar prósperos, pero los capitales
industriales van a tener que tomar más de esta renta, entonces va haber
una expansión de la producción interna, eso va a implicar una demanda
adicional de fuerza de trabajo, con lo cual va a haber una suba de
salarios y aumento del empleo en los estados nacionales en los que tiene
que regir ese movimiento de la apropiación de la masa adicional de
renta, eso es lo que se va a expresar políticamente en lo que (sin
ninguna connotación) se conoce como populismo en general. Acá
(Argentina) es el peronismo, que aparece como momento de afirmación, de
expansión sobre la base de esa autonomía nacional. El Estado tiene que
tener una manifiesta presencia en el movimiento de esa renta de la
tierra, que, en el caso de la Argentina, hay que poner las retenciones y
demás, y es el momento en el cual se paga la deuda pública externa y se
paga con los intereses extraordinarios que tiene metido adentro. Ese es
el momento en el cual los acreedores externos del estado nacional
recuperan no solo su capital, sino parte de la renta de la tierra sobre
la base de las tasas de interés muy altas.
Cuando viene la fase
de caída de la renta, viene una fase de contracción de la escala con la
que operan internamente los capitales, eso va a implicar un aumento del
desempleo, caída de salarios e históricamente esto es lo que se ha
expresado en las dictaduras militares; cuando venía esa fase, venía la
dictadura militar.
Ya no hace falta más la dictadura militar,
por las condiciones de deterioro muy fuertes de reproducción que ha ido
experimentando la clase obrera. Antes cuando venía una fase de
expansión; suba de salarios, multiplicación del empleo, el Estado
gestionando la economía, vamos hacia la superación del modo de
producción capitalista. Entonces, cuando venía la fase de contracción
había que reprimir violentamente todas esas manifestaciones, y eso lo
hace la dictadura militar. Cuando viene nuevamente la fase de expansión,
la dictadura militar lo único que puede hacer es reprimir, y es un
momento en donde el capital necesita expandirse y para hacerlo necesita
que haya suba de salarios y la única forma que tiene la suba de salarios
es la lucha de la clase obrera en defensa de las condiciones de venta
de su fuerza de trabajo. En ese momento la clase obrera tiene fuerza,
porque se está expandiendo la acumulación de capital, cuando viene la
fase contraria, pierde la fuerza. Cuando se produce toda esta
transformación, que yo ubico a partir, muy manifiestamente, de la crisis
de mediados de la década del 70, principios de la década del 80, pone
fuertemente esta nueva fase de la acumulación de capital en evidencia.
La fase anterior de la acumulación de capital, que en realidad se viene
desarrollando desde el siglo XIX en el mundo, se basa en toda una
transformación en los atributos productivos de la clase obrera, por eso
hay una fuerte reducción de la jornada de trabajo, con una fuerte suba
del salario real, especialmente en la segunda mitad del siglo XX, que no
quiere decir una disminución de la tasa de plusvalía, ni mucho menos,
es aumento en la tasa de plusvalía, pero un aumento de la masa de
valores de uso que consume la población obrera, un desarrollo de los
procesos educativos, porque esto es lo que necesita el capital, esa es
la fuerza de trabajo que necesita. Todas esas transformaciones solo se
pueden realizar bajo la forma de la lucha de clases, en la lucha de
clases la clase obrera tiene fuerza, porque está expresando todas las
transformaciones que el capital necesita. En ese momento son las
transformaciones que corresponden a la base técnica, material, que se
está desarrollando.
Y el otro proceso que ocurre es, con
aspectos distintos, la centralización del capital dentro del ámbito
nacional como propiedad directamente social, bajo la forma jurídica de
la propiedad del Estado. Entonces, para mí hay una expresión, más cerca
de esto, que es la Unión Soviética, donde la centralización de capital
es absoluta. Hecha la centralización del capital, hay que ponerlo a
funcionar y a producir plusvalía, entonces, ¿quién lo va a gestionar?,
el partido político de la clase obrera, que se convierte en un partido
burocrático. Entonces, yo no creo en esas cosas llamadas “traiciones”,
nada, es la transformación, porque no es la superación del modo de
producción capitalista, es la expresión plena dentro de un ámbito
nacional del desarrollo del modo de producción capitalista. Era un
desarrollo de la acumulación de capital, que muestra todas las potencias
que tiene la clase obrera cuando centraliza el capital, porque pasa de
ser la economía más atrasada de Europa, a ser la segunda economía
mundial, el segundo proceso nacional de acumulación de capital en el
mundo, en muy poco tiempo, con las formas brutales que tiene el capital;
con desarrollo brutal de la enajenación de la clase obrera, pese a que
le pertenece a la propia clase obrera.
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