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viernes, 12 de julio de 2013

Otra oportunidad perdida para el cambio

Julia Evelyn Martínez (*)
SAN SALVADOR - ¿Qué palabras o frases se pueden usar para expresar la indignación generada por el secuestro del Presidente Evo Morales en el aeropuerto de Viena y la negativa de cuatro gobiernos europeos  de permitir al avión presidencial del Estado Plurinacional de Bolivia,   sobrevolar su espacio aéreo? Las primeras palabras que fluyen son las de uso cotidiano: cabrones, desgraciados, imbéciles, infames, prepotentes,…. Pero ninguna de estas palabras tiene la fuerza suficiente para llegar a la esencia de este execrable atentado contra la soberanía y la dignidad del pueblo boliviano. Por eso, es necesario recurrir al cajón del recuerdo para desempolvar dos  palabras en desuso pero en plena vigencia: imperialismo y neocolonialismo.
El trato irrespetuoso y denigrante dado al Presidente de Bolivia de pronto nos ha recordado que los gobiernos de Estados Unidas y de Europa (y las elites económicas que los controlan) continúan hoy como hace 200 o 500 años, considerando a nuestros países como territorios a su absoluta disposición, para extraer recursos económicos,  para obtener mano obra barata y/o para vender sus baratijas; en fin, territorios y gobiernos que se “respetan” (entiéndase: no se agreden) , solo  en la medida que se arrodillen y se sometan a los intereses imperiales y neocolonialistas.
La indignación frente a esta infamia ha llegado a tal punto, que  hasta la dirigencia del FMLN,     ha reaccionado mediante un  comunicado en donde califica esta agresión como “una amenaza más del imperialismo en contra de gobernantes y pueblos que están empeñados en recuperar su soberanía y avanzar en los procesos de transformación de América Latina” al mismo tiempo que se hace un llamado a “los pueblos y Gobiernos de América Latina, pero también a los pueblos de Europa, a denunciar y condenar esta actitud neocolonial, impulsada por algunos Gobiernos europeos”.
Sin embargo, en un acto de total esquizofrenia política, el mismo día que se dio a conocer este comunicado en contra del neocolonialismo, el partido FMLN ha dado sus votos para la ratificación del Acuerdo de Asociación con la Unión Europea. Gracias a los votos del FMLN, el neocolonialismo europeo  tiene ahora el pase legal para explotar los recursos nacionales con las mismas condiciones  que ya tienen las transnacionales estadounidenses mediante el CAFTA y el Asocio para el Crecimiento. ¿Es qué no se dieron cuenta de esta de la incongruencia entre lo dicho en el comunicado y lo actuado desde la Asamblea Legislativa? ¿Es que no se han dado cuenta que en el siglo XXI el imperialismo y el colonialismo revisten las figuras de cooperación oficial para el desarrollo, tratados de libre comercio, asocios para el crecimiento y acuerdos de cooperación?
Es comprensible que el Presidente Funes y su gabinete económico adopten una postura genuflexa frente a Estados Unidos y a la Unión Europea, ya que probablemente el Asocio para el Crecimiento y el AdA serán los únicos legados de su gestión que le reconocerán las élites empresariales a las que sirven. Pero lo que es incompresible (e intolerable), es que el partido FMLN, que está usando en su campaña electoral la referencia al Buen Vivir de los pueblos del Sur, haya dado sus votos  para ratificar el AdA, uno de los nuevos instrumentos del neocolonialismo europeo.
De manera ingenua algunos/as dirigentes del FMLN han justificado  sus votos aduciendo que este TLC es diferente, ya que tiene un componte de “dialogo democrático” (¿?)  Mientras que otros/as,  aprendices de Maquiavelo,  han confesado a sus bases que, si bien dieron sus votos para la  ratificación del AdA, lo han hecho solo para mantener las buenas relaciones con Europa, pero que en la práctica, una vez que lleguen al gobierno, van apostarle a la integración Sur- Sur mediante el ALBA.
Ciertamente el AdA se ratificaba con o sin los votos del FMLN, al igual que la Ley de Asocios Público Privados. Pero ese no era el punto. El punto es que al oponerse a esta ratificación, este partido tenía probablemente la última oportunidad de revertir el acelerado proceso de deterioro de su liderazgo moral frente a las masas y de restituir en alguna medida, la credibilidad de su discurso anti-  imperialista, anti-colonialista y anti-neoliberal.
Una nueva oportunidad perdida para el FMLN y para los cambios reales  en el país, que contribuye a dejar sin opciones a los sectores honestos y consecuentes de la izquierda nacional en las próximas elecciones. Por el momento van quedando solo dos opciones dignas: votar  por el FMLN como la “menos peor” de las opciones  electorales en contienda o bien, promover una ruptura con el sistema electoral, al estilo propuesto por José Saramago en el Ensayo sobre la Lucidez, y comenzar a construir una nueva contra –hegemonía desde abajo. Esto es parte del debate pendiente, que más tarde o más temprano deberá enfrentarse en el país.
(*) Columnista de ContraPunto

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