Julia Evelyn Martínez (*)
SAN SALVADOR
- ¿Qué palabras o frases se pueden usar para expresar la indignación
generada por el secuestro del Presidente Evo Morales en el aeropuerto
de Viena y la negativa de cuatro gobiernos europeos de permitir al
avión presidencial del Estado Plurinacional de Bolivia, sobrevolar su
espacio aéreo? Las primeras palabras que fluyen son las de uso
cotidiano: cabrones, desgraciados, imbéciles, infames, prepotentes,….
Pero ninguna de estas palabras tiene la fuerza suficiente para llegar a
la esencia de este execrable atentado contra la soberanía y la dignidad
del pueblo boliviano. Por eso, es necesario recurrir al cajón del
recuerdo para desempolvar dos palabras en desuso pero en plena
vigencia: imperialismo y neocolonialismo.
El
trato irrespetuoso y denigrante dado al Presidente de Bolivia de pronto
nos ha recordado que los gobiernos de Estados Unidas y de Europa (y las
elites económicas que los controlan) continúan hoy como hace 200 o 500
años, considerando a nuestros países como territorios a su absoluta
disposición, para extraer recursos económicos, para obtener mano obra
barata y/o para vender sus baratijas; en fin, territorios y gobiernos
que se “respetan” (entiéndase: no se agreden) , solo en la medida que
se arrodillen y se sometan a los intereses imperiales y
neocolonialistas.
La
indignación frente a esta infamia ha llegado a tal punto, que hasta la
dirigencia del FMLN, ha reaccionado mediante un comunicado en
donde califica esta agresión como “una amenaza más del imperialismo en
contra de gobernantes y pueblos que están empeñados en recuperar su
soberanía y avanzar en los procesos de transformación de América
Latina” al mismo tiempo que se hace un llamado a “los pueblos y
Gobiernos de América Latina, pero también a los pueblos de Europa, a
denunciar y condenar esta actitud neocolonial, impulsada por algunos
Gobiernos europeos”.
Sin
embargo, en un acto de total esquizofrenia política, el mismo día que
se dio a conocer este comunicado en contra del neocolonialismo, el
partido FMLN ha dado sus votos para la ratificación del Acuerdo de
Asociación con la Unión Europea. Gracias a los votos del FMLN, el
neocolonialismo europeo tiene ahora el pase legal para explotar los
recursos nacionales con las mismas condiciones que ya tienen las
transnacionales estadounidenses mediante el CAFTA y el Asocio para el
Crecimiento. ¿Es qué no se dieron cuenta de esta de la incongruencia
entre lo dicho en el comunicado y lo actuado desde la Asamblea
Legislativa? ¿Es que no se han dado cuenta que en el siglo XXI el
imperialismo y el colonialismo revisten las figuras de cooperación
oficial para el desarrollo, tratados de libre comercio, asocios para el
crecimiento y acuerdos de cooperación?
Es
comprensible que el Presidente Funes y su gabinete económico adopten
una postura genuflexa frente a Estados Unidos y a la Unión Europea, ya
que probablemente el Asocio para el Crecimiento y el AdA serán los
únicos legados de su gestión que le reconocerán las élites
empresariales a las que sirven. Pero lo que es incompresible (e
intolerable), es que el partido FMLN, que está usando en su campaña
electoral la referencia al Buen Vivir de los pueblos del Sur, haya dado
sus votos para ratificar el AdA, uno de los nuevos instrumentos del
neocolonialismo europeo.
De
manera ingenua algunos/as dirigentes del FMLN han justificado sus
votos aduciendo que este TLC es diferente, ya que tiene un componte de
“dialogo democrático” (¿?) Mientras que otros/as, aprendices de
Maquiavelo, han confesado a sus bases que, si bien dieron sus votos
para la ratificación del AdA, lo han hecho solo para mantener las
buenas relaciones con Europa, pero que en la práctica, una vez que
lleguen al gobierno, van apostarle a la integración Sur- Sur mediante
el ALBA.
Ciertamente
el AdA se ratificaba con o sin los votos del FMLN, al igual que la Ley
de Asocios Público Privados. Pero ese no era el punto. El punto es que
al oponerse a esta ratificación, este partido tenía probablemente la
última oportunidad de revertir el acelerado proceso de deterioro de su
liderazgo moral frente a las masas y de restituir en alguna medida, la
credibilidad de su discurso anti- imperialista, anti-colonialista y
anti-neoliberal.
Una
nueva oportunidad perdida para el FMLN y para los cambios reales en el
país, que contribuye a dejar sin opciones a los sectores honestos y
consecuentes de la izquierda nacional en las próximas elecciones. Por
el momento van quedando solo dos opciones dignas: votar por el FMLN
como la “menos peor” de las opciones electorales en contienda o bien,
promover una ruptura con el sistema electoral, al estilo propuesto por
José Saramago en el Ensayo sobre la Lucidez, y comenzar a construir una
nueva contra –hegemonía desde abajo. Esto es parte del debate
pendiente, que más tarde o más temprano deberá enfrentarse en el país.
(*) Columnista de ContraPunto
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