Eduardo Ibarra Aguirre
Enrique Peña y su Pacto por México, en el que sólo figura como “testigo de honor” en una de las simulaciones de los primeros 50 días del gobierno del “Sí se puede” –continuación puntual del sexenio febrilmente voluntarioso de Felipe Calderón–, entraron a una coyuntura de aprietos que si no son bien resueltos podrían dar al traste con lo que Andrés Lajous Loaeza define como “agenda para el debate” entre las elites partidistas y ahora las legislativas de los tres institutos.
Pero los propagandistas e intelectuales orgánicos del presidente –con independencia del nombre, partido y programa–, todavía venden el acuerdo o guía para la discusión como un “pacto inédito”, como dicen hasta la nausea.
Resulta que senadores del Partido Acción Nacional lograron que Ernesto Cordero –el delfín de Calderón que no logró la candidatura a la Presidencia de la República–, se hiciera eco de las exigencias que presentaron en Puebla de los Ángeles al líder de su partido, al expresar que “es muy difícil ser generoso” con el pacto cuando “no hay civilidad política” y sí “golpeteo contra dirigentes panistas como Roberto Gil, el otrora secretario particular del hoy becario de Harvard y señalado periodísticamente como involucrado en el otorgamiento de permisos para abrir o ampliar casinos, a cambio de dinero. Ése endiosado medio de circulación e intercambio del que dieron amplias muestras de acumularlo integrantes del gabinete de Peña Nieto, en particular Alfonso Navarrete Prida, secretario del Trabajo que percibe 400 mil pesos mensuales nada más de la Notaría de la que es socio, como consta en su declaración patrimonial. Emilio Gamboa negó el “golpeteo priísta”, pero su credibilidad ayuda casi nada.
Gustavo Madero, presidente del panismo que suscribió con entusiasmo desmedido el pacto, porque con ello logró ganarle al michoacano de Morelia la interlocución con el mexiquense de Atlacomulco, recogió la nueva demanda de los senadores, consistente en establecer un acuerdo “incluso por escrito” con el titular del Ejecutivo federal y los gobernadores para que éstos “no utilicen recursos del erario para beneficiar la imagen” del Revolucionario Institucional en las elecciones de este año y las intermedias de 2015.
La demanda desde una perspectiva democrática es inobjetable. Mas anteponerla al futuro inmediato del blanquiazul en el pacto podría implicar su descarrilamiento, amén de que este partido no dio lecciones de respeto a sus adversarios cuando Vicente Fox y Felipe del Sagrado Corazón de Jesús portaron la banda presidencial.
Está fresco en la memoria de muchos el papel que jugó Fox para imponer a Calderón, tanto que el Tribunal Electoral lo criticó severamente, pero sin ninguna consecuencia para no encumbrarlo en Los Pinos. Y los denodados esfuerzos de Calderón para que su hermana Luisa María ganara la gubernatura de Michoacán llegaron al extremo de operar el célebre, por ilegal, operativo conocido como michoacanazo y decretar en boletín de prensa de la Secretaría de Seguridad Pública la muerte del capo de La Familia Michoacana, lo que al parecer no sucedió.
En sentido opuesto, no cantan mal las rancheras dirigentes del partido de enfrente. Jesús Zambrano hace cuentas alegres y anuncia que “80 por ciento de los 95 compromisos” del pacto “reflejan la agenda legislativa del PRD”, aunque reconoció es “solamente un punto de partida”. Silvano Aureoles, quien fue premiado con la coordinación de los diputados tras llevar a su partido al tercer lugar en la puja por la gubernatura de Michoacán, presume que los negociadores del Pacto por México les “plagiaron” 80 por ciento de la agenda perredista. La frivolidad, pues.
Acuse de recibo
Apunta Gustavo Cortés Campa, periodista y editor: “Te recomiendo la columna de hoy sábado en Milenio, de Carlos Puig sobre el tema (Declaraciones patrimoniales, 18-I-13): Coincide y complementa tus comentarios (muy bien pergeñados, ciertamente), sobre esa faramalla que armó EPN. Señala con precisión que se trató de una auténtica farsa, pero entre el cinismo y algo que podría ser una especie de anomia política, que no alcanza a enterarse de lo grotesco de la parafernalia exhibida”... La potosina de la capital Blanca Estela Urbina espera “más análisis y menos fobias de los señores de La Hora de Opinar” (Canal 4), cuando hablen de “la enfermedad del presidente Hugo Chávez y sus efectos políticos en la realidad de Venezuela”. Dice que el lunes 14 “no desquitaron el sueldo” porque “se limitaron a repetir e interpretar la manipuladora línea desinformativa de Televisa”. Critica en particular “las fobias de (Jorge) Castañeda y (Héctor) Aguilar Camín”… Le recuerdo que hoy lunes, a las 19 horas, tiene usted una cita con Manú Dornbierer, Mónica Mateos y Miguel Ángel Ferrer para que le presenten La grieta (Cuentos en otras dimensiones) y Mario Arturo Acosta Chaparro, verdugo de Acapulco, en el auditorio del Museo Universitario de Arte Contemporáneo, Insurgentes Sur 3000. CU, junto a la Sala Nezahualcóyotl de la Universidad Nacional.
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