La pregunta es si ahora se trata de proclamar el socialismo como tal o si de proponernos el tránsito hacia él.
Narciso Isa Conde
-->Comandante Chávez
Creo muy importante, antes de entrar en las características del tránsito revolucionario en las sociedades latino-caribeñas, responder a la pregunta de si ahora se trata de proclamar el socialismo como tal o si de proponernos el tránsito hacia él.
Narciso Isa Conde
-->Comandante Chávez
Creo muy importante, antes de entrar en las características del tránsito revolucionario en las sociedades latino-caribeñas, responder a la pregunta de si ahora se trata de proclamar el socialismo como tal o si de proponernos el tránsito hacia él.
A mi entender una cosa es el tránsito al socialismo y otra el socialismo como tránsito al comunismo y modo de producción y distribución, sistema político, instituciones estatales, cultura y transformación de los seres humanos.
El tránsito es el proceso que conduce a esa meta y se diferencia de ella en que contiene no pocos elementos del pasado capitalista y precapitalista, especialmente en los países de capitalismo medio o bajo, o de capitalismo dependiente y tardío, como le llaman algunos autores.
Pero una cosa- siempre que exista la voluntad de acelerar dentro de lo posible la socialización de la economía, del poder y la vida en sociedad- trae a la otra: permite avanzar progresivamente en una determinada dirección, en dirección al socialismo pleno.
La socialización de la economía, la democratización y posterior extinción el poder estatal, la transformación cultural… los cambios necesarios en la conciencia individual y colectiva, no pueden darse en actos instantáneos o de corta duración. Es más bien una orientación y una práctica transformadora de mediano y largo plazo.
Y esto es una verdad mayor en el caso de países de capitalismo atrasado y dependiente, sometido durante años, por demás, a la recolonización neoliberal y a sus efectos, acompañada muchas veces de fuertes herencias precapitalistas.
Se trata no solo de un proceso transformador, cuya velocidad, profundidad y extensión, varía por países en función de los obstáculos a vencer, de las trabas a superar y de la correlación entre las fuerzas del cambio revolucionario y las fuerzas contrarrevolucionarias internas y externas; si no también de un proceso multifacético e integral.
El capitalismo en general, y el latinoamericano-caribeño por igual, no es solo un modo de producción, sino sobre todo un sistema de dominación integral, que incluye otras esferas de la economía e importantes vertientes sociales, jurídicas-políticas, institucionales, militares, ideológicas, culturales…
Si en la economía es inviable una socialización instantánea, también lo es en los demás aspectos de la vida en sociedad.
Las cambios de una formación económica-social, política y cultural a otra, de un sistema a otro, enfrentan altos grados y variadas formas de resistencia, requieren de transformaciones profundas, exigen procesos y niveles de conciencia, demandan nuevas formas organizativas, nuevos métodos de gestión y participación, nuevas bases constitucionales, leyes, cambio de mentalidad…que tardan en lograrse.
La conveniencia de llamar el tránsito revolucionario por su nombre.
Por eso, cuando nos referimos a las alternativas al capitalismo, procede hablar del tránsito hacia una sociedad post-neoliberal de contenido anti-capitalista, que posibilite crear las condiciones y valores de una nueva sociedad históricamente conocida como sociedad socialista o socialismo.
Tránsito o transición es palabra clave para reflejar en la denominación del periodo el carácter procesal de la transformación, evitando así etiquetar con el nombre de socialismo lo que es un proceso hacia él, cargado de herencias, trabas y limitaciones a superar.
Esto, además, descarta mitificar la realidad y cargarle al socialismo los problemas y limitaciones del difícil y complejo tránsito hacia él.
En nuestra América esta clarísimo que los primeros propósitos de esa transición al socialismo consisten en desmantelar el modelo neoliberal que nos han impuesto y avanzar hacia la sociedad pos-neoliberal, socializando, parcialmente o completamente, determinadas vertientes estratégicas, tanto en lo económico y social como en lo político y lo cultural.
· Neoliberalismo y post-neoliberalismo no capitalista
En esta parte creo conveniente apoyarme y tratar de enriquecer algunas ideas claves presentes en este trascendente debate.
En primer lugar, el neoliberalismo ha implicado la disgregación y fragmentación, de las redes y organizaciones sociales de apoyo, solidaridad y movilización de los pueblos. Y es preciso reconstruir esas redes y movimientos, teniendo presentes las transformaciones irreversibles operadas en viejos sujetos sociales y la aparición de nuevo actores.
En segundo lugar, el neoliberalismo se ha consolidado, privatizando todos, o gran parte, de los recursos públicos; transfiriendo al capital privado las riquezas colectivas (empresas del Estado, servicios públicos, fondos pensiones, puertos, aeropuertos, carreteras, tierra, boques, playas, minerales, agua…).
Esto exige desprivatizar la riqueza colectiva, devolviéndosela a sus verdaderos dueños.
Esto equivale concretamente a desprivatizar para socializar esos recursos, cuidándonos de no volver al estatismo burocrático, centralista, corruptor y corrompido, que le sirvió de pretextos a las privatizaciones y se convirtió en una de las causas fundamentales del fracaso del “socialismo real”. Y cuidándonos de no caer en la trampa de la vuelta a un ya ilusorio capitalismo, también fracasado, de corte keynesiano o neo-keynesiano
Esta desprivatización, en dirección a la socialización, implica un alto grado re-nacionalización, recuperación de soberanía y autodeterminación, en la medida las privatizaciones han favorecido sobre todo al capital extranjero-transnacional.
En tercer lugar, el imperialismo se impuso achicando las funciones económicas y sociales del Estado, no así la represiva ni las que sirven de apoyo al gran capital privado.
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