Editorial Virginia Bolten
Toda forma de
colonización territorial es llevada por los estados y colonos que
utilizan leyes de expropiación. Las tierras fértiles o las consideradas
estratégicas son robadas a las comunidades históricas en nombre de la
prosperidad y el desarrollo desde una lógica occidental que necesita
utilizar métodos de exterminio para consolidar su dominación no sólo
territorial sino también cultural e ideológica.
Las opciones
brindadas por estos estados modernos a las comunidades son normalización
o persecución.La normalización impone que los pueblos originarios
olviden su historia, sus construcciones filosóficas y culturales, sus
sabidurías ancestrales y sus formas organización política. La
persecución se da a través de la violencia asimétrica la que
consideramos mas acertadamente llamar genocidio institucionalizado.
La
construcción del “otro” es implantando en seno de la sociedad por los
medios hegemónicos de comunicación y por las distintas políticas
públicas de segregación y estigmatización. El racismo y el no-lugar de
escucha, criminalizan e invisibilizan la lucha del Pueblo Mapuche por su
existencia y preservación de su identidad.
Mientras tanto, muchas
son las formas de organización y resistencia mapuche. La respuesta de
la comunidad al largo de los años en su lucha contra la dominación es
contundente. Grandes esfuerzos vienen logrando en el rescate del sentido
de pertenencia y de la mapuchidad (identidad e etnicismo) que son clave
para lograr la existencia del Pueblo Mapuche en el actual contexto
social y político.
Sin embargo, la construcción de un sentido
común anti-indígena es perceptible cuando hay una profundización de los
llamados “conflictos” entre el estado y las comunidades. La respuesta de
los gobiernos y del conjunto de la sociedad sobre los asesinatos de
Santiago Maldonado y Rafael Nahuel es sintomática. La naturalización del
gatillo fácil contra aquellos que luchan por su territorio y por su
existencia lleva a creer que hay una forma de comprender a los pueblos
indígenas como no-personas. Cuerpos sin alma, como hace más de 500 años
afirmaron los colonizadores –representantes de la codicia europea–. El
colonialismo nunca he terminado, sólo cambió de forma y sigue intentando
eliminar a los que son considerados un enclave al sistema.
Es
necesario pensar que estas prácticas no son aisladas, hay un sistemático
intento de desaparecimiento de las comunidades originarias. En los
territorios denominados, luego de las invasiones europeas, Argentina y
Chile, actualmente hay 35 personas presas políticas pertenecientes a la
comunidad mapuche . Desde el año 2000, en el territorio denominado
Chile–e independientemente del partido o ideología gobernante– las
fuerzas represivas del estado asesinaron a 15 personas de la comunidad
mapuche durante su proceso de recuperación territorial. No es un
conflicto, es la continuación del genocidio.
- Jorge Antonio Suárez Marihuan (2002)
- Edmundo Alex Lemun Saavedra (2002). (17 años)
- Agustina Huenupe Pavian (2002)
- Mauricio Huenupe Pavian (2002
- Julio Alberto HuentecuraLlancaleo (2004)
- Xenón Alfonso Díaz Necul (2005)
- José Gerardo Huenante (2005)
- Juan LorenzoCollihuinCatril. Agosto (2006
- Matías Valentín Catrileo Quezada (2008)
- Johnny CariqueoYañez (2008
- Jaime Facundo Mendoza Collío (2009
- José Marcelo Toro Ñanco, 35 años (2009
- Rodrigo MelinaoLican (2013)
- José Mauricio Quintriqueo Huaiquimil (2014)
- Victor Manuel Mendoza Collío (2014)
Los
objetivos que caracterizan la ofensiva contra el Pueblo Mapuche son
evidentes. La oposición al extractivismo y a las lógicas suicidas de
desarrollo capitalista hace con que el Pueblo Mapuche sea considerado
enemigo del sistema. El ataque no es sólo al territorio sagrado mapuche,
también al conjunto de ideas que pone el equilibrio con la naturaleza
–fuente de materia prima capitalista– como eje central de manutención de
la vida. Frente a esto, nosotras desde Virginia Bolten preguntamos:
¿qué puede ser más disruptivo que apoyar a la resistencia indígena?
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