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sábado, 23 de diciembre de 2017

Trump pierde en Alabama: ¿qué tan importante es?


Immanuel Wallerstein

En este momento el mundo entero ya sabe que en uno de los estados más conservadores de Estados Unidos, un demócrata, Doug Jones, derrotó al juez Roy Moore, el candidato republicano, en una elección especial por el escaño vacante.
En el análisis que casi todo mundo hace del resultado de la elección se la califica de asombrosa, una sorpresa, se dice, un milagro, como parte de la larga lista de juicios sumarios semejantes.
En casi todos estos análisis se afirma que el gran perdedor es Donald Trump. El único disenso de estas opiniones viene de unos cuantos ultra-leales al presidente, pero sus palabras son consideradas, por lo general, como esfuerzos no muy convincentes por limitar los daños.
Por supuesto que toda la gente en Estados Unidos y en el resto del mundo quiere saber qué cambia, en la perspectiva de las elecciones venideras de 2018 y 2020 en Estados Unidos, la muy inesperada victoria demócrata; qué cambia en la fortaleza geopolítica de Estados Unidos. En resumen, qué tan importante fue esta así llamada asombrosa sorpresa.
Revisemos qué favorecieron los principales actores estadunidenses antes de la elección de Alabama y cuáles habían anticipado que serían las consecuencias si Roy Moore era electo o si no lo elegían. No es ningún secreto que el líder del establishment republicano, encarnado en Mitch McConnell, líder de la mayoría republicana en el senado estadunidense, intentó de todas formas derrotar a Moore en las primarias y, una vez que Moore ganó las primarias, distanció al Partido Republicano de su asociación con la campaña de Moore.
Las motivaciones de McConnell eran claras. Por una parte, la campaña de Moore intentaba ser un empujón importante encaminado a derrocar a McConnell como líder de la mayoría. La esperanza de los simpatizantes de Moore era empujar al Partido Republicano lo más a la derecha posible y eliminar del poder político a cualquier republicano al que se considerara moderado.
En esta elección de Alabama, el propio presidente Donald Trump se entrometió dos veces. Primero, en la elección primaria respaldó (aunque fuera débilmente) a Luther Strange contra Roy Moore. La segunda vez, cuando Moore ganó la primaria, llamó a los votantes (y esto con fuerza) a votar por él en contra del demócrata. Se entrometió dos veces y en cada una de estas ocasiones su candidato perdió –lo que no es exactamente un logro brillante.
Desde el punto de vista de McConnell y sus aliados, el resultado fue el peor posible que hubieran imaginado. Los republicanos son ahora los desvalidos en las elecciones de congreso en 2018 y hay muchas posibilidades de que pierdan el control de ambas cámaras del congreso.
Peor aun, la brecha partidista en Estados Unidos se ha profundizado y es poco probable que los republicanos retomen su fuerza en las zonas suburbanas con las que antes contaban para ganar las elecciones.
Esto parece explicarse con la reacción de las mujeres ilustradas ante la identificación del Partido Republicano con su viraje a la derecha y ante los tuis de retórica misógina de Donald Trump. No es sólo Alabama. Esto lleva ya algún tiempo. En los últimos años, los republicanos han perdido votos en las zonas suburbanas en cada elección que haya ocurrido a lo ancho del país.
Así, mientras el Partido Republicano tendrá que seguir luchando a la defensiva contra este vaivén demócrata, los demócratas seguirán luchando por mantener la unidad, entre sus líderes, tradicionalmente centristas, y la base que puja agresivamente hacia la izquierda, con poder renovado.
Lo que hizo la diferencia en Alabama fue que los demócratas obtuvieron el voto –de los afroestadunidenses, de la gente joven, de latinas y latinos, de votantes mujeres independientes, cuando muchos de los que normalmente son votantes republicanos se quedaron en casa– a causa de Moore y a causa de Trump. Este es un escenario que los demócratas necesitan repetir en todas las elecciones venideras. El consenso general es que pueden hacer eso, pero existe una duda importante. ¿Pueden hacerlo con un margen lo suficientemente amplio como para remontar la falsificación de los votos que se amontona contra ellos?
Bien podría ser que lo que decidiera las siguientes elecciones estadunidenses fuera la postura geopolítica de Estados Unidos –primordialmente en el nordeste de Asia y en el sudeste asiático, en gran medida islámico. Aquí Donald Trump es el actor clave. Él se imagina lo suficientemente poderoso como para alterar la situación alardeando con retórica militar y amenazas deliberadas. Esto es una total ilusión, pero no frenará a Trump de actuar de modos muy peligrosos. Trump espanta a casi todos los actores en ambas arenas porque temen, correctamente, que Trump se rehúse a reconocer la decadencia del poderío geopolítico estadunidense y su propio poder derivado.
En la medida en que la arrogante y errónea lectura de Trump de la correlación de fuerzas real espante a la suficiente gente en Estados Unidos, es más probable que afecte las elecciones internas en Estados Unidos.
La actual posición estadunidense en los asuntos del mundo no se originó con Trump. Es la continuación de políticas duraderas de Estados Unidos, de Nixon a Bush y a Obama. Sin embargo, hay una diferencia crucial. Trump está seguro de su poder ilusorio. Por lo menos sus predecesores se preocupaban de contar de hecho con todo el poder que quisieran. Esto es lo que los condujo a hacer un trato con Irán. Esto los condujo a reanudar las relaciones con Cuba. Esto es lo que los condujo a refrenarse de reconocer públicamente a Jerusalén como capital de Israel. Trump intenta deshacer todas estas decisiones. Es totalmente incierto que alguien en alguna parte lo refrene a él.
Pregunté qué tan importante es la elección de Alabama. En el corto plazo, pienso que es muy importante. En un plazo más largo, sin embargo, es meramente un bache en términos de la capacidad que tenga el mundo para sobrevivir en medio de la decadencia estructural del sistema-mundo moderno.
Traducción: Ramón Vera-Herrera
© Immanuel Wallerstein

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