Por supuesto, la primera
es eliminar el bloqueo estadunidense que ya le costó a Cuba casi 150
mil millones de dólares y obtener la indemnización correspondiente, pero
eso con el neonazi Trump por el momento es imposible. La segunda es una
ayuda económica inmediata e importante para restañar las heridas
causada por el huracán Irma que inundó y deshizo los servicios
en toda la isla y eso es también muy difícil pues los países
imperialistas son, por definición, nacionalistas e insensibles ante los
sufrimientos de los pueblos y quienes deberían ser los primeros en la
solidaridad, como Brasil y Argentina, tienen gobiernos de derecha y
agentes de Washington mientras Venezuela, que sigue sosteniendo la
economía cubana y la de otros países de la región, tiene graves
problemas económicos que le impiden ser aún más generosa.
Vienen después, como prioridades elementales e inmediatas, la
autosuficiencia alimentaria, la reducción del desempleo oculto, el
aumento urgente de los ingresos y del poder adquisitivo de los
trabajadores, la satisfacción de la necesidad de vivienda digna y con
servicios modernos y una plena libertad cultural.
Todo eso es imposible sin democracia, sin plena participación
creativa del pueblo al nivel de la definición de las necesidades y las
prioridades y de la distribución de los recursos disponibles. Eso
implica la eliminación del paternalismo y del decisionismo vertical del
Partido-Estado y, en consecuencia, la reducción de la burocracia al
nivel estrictamente necesario desde el punto de vista técnico (para los
servicios, la protección civil, la defensa nacional y un aparato estatal
ágil y, por lo tanto, sólido y eficaz). La eliminación del paternalismo
requiere voluntad y capacidad políticas; la del verticalismo exigirá
más tiempo porque habrá que desaprender lo que impusieron los mal
llamados
países socialistasy aprender, en cambio, a formar gente en una economía autogestionaria.
El Partido Comunista debe conquistar la libertad y la democracia en
su vida interna y reconocer el derecho a disentir y debe controlar al
Estado y marchar separado de éste. No puede ser un mero apéndice del
capitalismo de Estado; por el contrario, debe ser promotor de la
solidaridad, de la lucha por la igualdad y de la democracia –entendida
como gobierno del pueblo y no como delegación de derechos políticos–,
todo lo cual es indispensable para empezar a construir el socialismo.
La juventud cubana actual es inteligente y está más preparada que en
1959. Pero –salvo en pequeños sectores aislados y hostilizados– no tiene
objetivos ni ideal, no está motivada, está políticamente desmovilizada,
no se siente responsable de su vida y su futuro, no discute, no critica
ni propone ni reclama como hacían los jóvenes que se alzaron contra
Batista.
Esto no se debe sólo al consenso que la inmensa mayoría del pueblo
brinda a la defensa de Cuba frente al imperialismo. Se debe también a
que la palabra
socialismono les dice nada a jóvenes nacidos en la crisis y a quienes les dijeron que eran socialistas los países controlados por una burocracia contrarrevolucionaria que, como la de la Unión Soviética, desconfiaba de Fidel Castro y del Che y reconoció la revolución cubana recién dos años después de su triunfo y además ven que, en Cuba misma, se les presentan como
socialistasmedidas y hasta políticas que ni siquiera son democráticas.
Para que los jóvenes sean políticamente activos hay que
presentarles objetivos y metas generosos, es indispensable un clima de
libertad para escoger trabajo, líneas de estudio e investigación,
caminos artísticos y hay que decirles, antes que nada, la verdad.
¿Cómo pueden confiar en una prensa que no estudia los problemas, no
señala contradicciones ni critica, no hace trabajo cultural ni analiza
los problemas políticos nacionales e internacionales y sólo sirve para
publicar comunicados oficiales e informar sobre visitas de gobernantes
que, muchas veces, son impresentables (como lo era Mugabe o lo es
Obiang, para dar sólo dos ejemplos)?
Granma, por ejemplo, entrevistó a Salinas de Gortari,
presidente de México gracias a un fraude masivo, para preguntarle qué
pensaba sobre el levantamiento zapatista en 1994 lo cual equivale a
preguntarles a los nazis qué pensaban sobre la resistencia en los
territorios europeos ocupados. Recientemente el Comité Central del PCC
cubano acaba de
liberarde su cargo
por sus erroresa Pelayo Tierry Cuervo, director de Granma, sin decir qué nuevo puesto va a tener ni cuáles son esos errores. Por supuesto, el CC tiene el derecho de elegir quién dirige su órgano, que es el diario principal del país, pero no debería considerar que los lectores de Granma son analfabetas o deficientes mentales a los que no vale la pena informar ni debería tampoco afectar la dignidad de un despedido por
erroresque no se especifican y que permiten cualquier sospecha.
Por el contrario, para educar a los jóvenes hay que ventilar los
errores y decir la verdad, que es siempre revolucionaria, y a las
eventuales críticas se debe responder con argumentos, no con medidas
punitivas. Los jóvenes sólo aprenderán a ser socialistas –o sea, a
buscar siempre la verdad a cualquier costo– analizando los errores
propios pero también los ajenos.
¿Cómo identificar los problemas y solucionarlos sin la participación
popular en su detección y en el esfuerzo creativo para suprimirlos?
¿Cómo desencadenar compromiso y entusiasmo sin dar rienda libre al
pensamiento crítico? ¿Por ejemplo, por qué impedir burocráticamente una
serie de profesiones y oficios en vez de hacer una lista de unos pocos
campos reservados al Estado y de orientar hacia algunos de ellos
ofreciendo beneficios? ¿Cómo frenar la inevitable influencia negativa
del turismo y de las inversiones extranjeras y del ejemplo consumista si
el partido estimula la burocratización y no da un ejemplo permanente de
ética, de austeridad, de respeto por la verdad?
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