El jefe de la Casa Blanca se desmarca del fracaso: dije que Moore no podía ganar
La Casa Blanca buscó a quién echar la culpa por su sorpresiva derrota en Alabama, los demócratas festejaron su inesperado triunfo en territorio republicano y los analistas examinaron el resultado para adivinar sus implicaciones políticas nacionales, pero quedó claro para todos que mujeres, afroestadunidenses y jóvenes derrotaron a Trump anoche en uno de sus cuarteles políticos más fuertes del país.
Trump ganó en Alabama por amplio margen de casi 30 puntos puntos en la elección presidencial de 2016, y el estado no había enviado a un senador demócrata a Washington en 25 años, pero el martes, el republicano Roy Moore –después de ser plenamente respaldado por Trump– perdió frente a su contrincante demócrata, el ex fiscal (cuyo caso más famoso fue en los 90 contra integrantes del Ku Klux Klan por matar a cuatro niñas afroestadunidenses en un ataque contra una iglesia en los años 60) y el novato político Doug Jones, sacudiendo el tablero político nacional.
El resultado –una derrota en lo que ha sido bastión incondicional republicano– provocó de inmediato preocupación entre el partido que por ahora controla ambas cámaras y la Casa Blanca sobre sus posibles implicaciones para las elecciones legislativas intermedias en noviembre de 2018. Más aún, para varios estrategas republicanos, lo más notable es que esta elección fue un repudio directo a Trump y sus aliados, sobre todo Steve Bannon, su ex estratega político.
Bannon participó directamente en esta campaña y prometió que el triunfo de Moore sería parte de una ola de victorias de candidatos derechistas insurgentes por todo el país. La derrota fue un serio revés en particular para Trump y Bannon, pero alarmante para los republicanos en general.
Esto debería ser una llamada despertadora, comentó un oficial republicano en contacto con la Casa Blanca, reportó CNN. Otras fuentes cercanas a la Casa Blanca afirmaron que la derrota fue devastadora para el presidente y que fue un sismo.
No sorprendió que Trump rehusara aceptar responsabilidad. Todo lo contrario: afirmó que, como siempre, él había acertado. Ayer en un tuit argumentó que originalmente había apoyado a otro republicano en las primarias en Alabama porque dije que Roy Moore no podrá ganar la elección general. ¡Tenía razón!
Las divisiones dentro de la Casa Blanca y entre los republicanos en general se profundizaron con la derrota de Moore, con diversas facciones que buscan a quién echar la culpa: hoy algunos dicen que fue por los estrategas de la oficina política de la Casa Blanca, otros que fue por Bannon y los que convencieron al presidente apoyar a Moore, acusado de hostigamiento sexual por unas nueve mujeres, muchas de las cuales eran adolescentes cuando se cometieron los abusos.
Mientras tanto, aliados de Bannon culparon a la cúpula tradicional del partido, sobre todo a McConnell, por no haber hecho más para apoyar a Moore y con ello entregar Alabama a las manos de los liberales.
Los demócratas están gozando el momento (en parte porque ofrece una distracción de sus propias divisiones); varios señalan que todo esto alimenta un pronóstico optimista sobre sus posibilidades de recuperar una de las dos cámaras del Congreso (algunos se atreven a pensar que ambas) en la contienda de 2018.
Más allá de las dinámicas particulares de esta jornada de votación especial en Alabama, la decisión de Trump de apoyar a un candidato acusado de pedofilia y expresar dudas sobre la credibilidad de las acusadoras ocurre justo cuando el movimiento contra el hostigamiento y abuso sexual por hombres poderosos llegaba a ser un tsunami. De hecho, esta elección culminó al mismo tiempo que se renovaron las acusaciones de comportamiento sexual inapropiado contra el mismo Trump. Algunos sugieren que el presidente se sintió identificado con Moore, como otro hombre victimizado por las acusaciones de abuso sexual en su contra.
Trump aumentó la controversia cuando atacó a la senadora demócrata Kirsten Gillibrand, quien había llamado por la renuncia del presidente ante las renovadas acusaciones de hostigamiento sexual en su contra, afirmando en un tuit que ella haría cualquier cosa para conseguir contribuciones para sus campañas electorales. Hoy, en lo que podría ser el editorial más severo contra el mandatario a la fecha, el periódico nacional USA Today, rotativo que siempre busca mantener una posición política neutral y que nunca ha respaldado o se ha opuesto a un político, opinó: un presidente que casi llama a la senadora Kirsten Gillibrand prostituta no es apto ni para limpiar los escusados en la Biblioteca Presidencial de Barack Obama ni bolear los zapatos de George W. Bush.
Los resultados en Alabama indican que las mujeres, y una abrumadora participación de afroestadunidenses en las urnas –mucho más de lo pronosticado y por una tasa mayor que en las dos elecciones de Barack Obama– junto con el voto joven en centros urbanos, expresaron su repudio al desprecio explícito a mujeres que se atrevían a acusar a hombres poderosos, así como posiciones racistas y antiderechos civiles, tanto de Moore como del propio presidente. Eso es sumamente alarmante para la Casa Blanca.
A la vez, el movimiento de denuncia contra la violencia y el hostigamiento sexual por hombres poderosos continuó ocupando la atención nacional. Este miércoles la actriz mexicana Salma Hayek publicó un artículo en el New York Times denunciando el trato abusivo que sufrió a manos de mi monstruo, el poderoso productor caído en desgracia y derrotado Harvey Weinstein, sobre todo durante el rodaje de Frida. El magnate de hip hop Russell Simmons también fue acusado de violencia sexual y hasta de violación por tres mujeres (él lo rechaza).
David Brooks
Corresponsal
Periódico La Jornada
Jueves 14 de diciembre de 2017, p. 25
Nueva York.
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