Por Luis Beatón *
La
Habana (PL) El plan de la Oficina de Inmigración y Aduanas (ICE, por
sus siglas en inglés) de deportar a miles de familias que cruzaron
recientemente y de forma ilegal la frontera con México, provoca alarma y
sitúa el tema migratorio en la campaña por la presidencia
estadounidense en 2016.
Luego de años de fracasos en conseguir una reforma integral de las
leyes migratorias, los estadounidenses enfrentan en 2016 fuertes
desafíos, pues, si se concreta la iniciativa del ICE a partir de este
enero, el margen entre republicanos y demócratas será muy borroso,
comentan analistas del tema.
El diario The Washington Post,
citando fuentes anónimas, informó de esta campaña de deportaciones y,
desde entonces, no cesan las críticas de organizaciones defensoras de
inmigrantes que repudian la expulsión de las familias.
En
noviembre de 2014, el presidente Barack Obama anunció medidas que
convertían en prioridad la deportación de "los individuos que
representan una amenaza para la seguridad nacional, la seguridad pública
y la seguridad fronteriza".
Pero, alarma ahora que ICE eche en
un gran saco a todos los que entraron al país recientemente y recibieron
una orden final de deportación el 1 de enero 2014 o después de esa
fecha, según indicaron voceros.
A cambio de endurecer la
política de expulsiones para aquellos que cruzaron recientemente la
frontera, Obama decidió también en noviembre de 2014 emitir otras
medidas, actualmente bloqueadas, para frenar de forma temporal la salida
de padres con hijos estadounidenses y de jóvenes indocumentados que
llegaron al país siendo niños.
Varios analistas coinciden en
que, con esta supuesta campaña de deportaciones, la Casa Blanca quiere
desmotivar el cruce fronterizo de indocumentados.
En realidad,
provoca una revuelta entre la comunidad latina y defensores de los
derechos de los inmigrantes que plantean estos deben tener derecho a
comparecer ante cortes judiciales para defenderse.
Por otra parte, comentaristas políticos estiman que el plan
gubernamental es hoy un verdadero dolor de cabeza para los demócratas y sus aspiraciones de mantenerse en el poder.
El tema es espinoso y puede acaparar importantes espacios de cara a las
elecciones presidenciales de 2016, comentan expertos y medios de
prensa.
Análisis indican que si la Casa Blanca pone en práctica
la idea acuñaría la retórica antiinmigrante del puntero en las encuestas
por los republicanos, Donald Trump, cuyas posiciones apuntan a expulsar
del país a 11 millones de personas sin papeles.
Influyentes
medios de prensa como The New York Times consideran que de consumarse
sería como la explosión de una bomba para los demócratas, quienes se
sienten optimistas sobre sus perspectivas con los votantes hispanos,
dada la dura retórica de Trump y otros candidatos republicanos.
En 2012, Obama ganó casi el 70 por ciento del voto hispano y los del
partido azul creen que su casi segura nominada, Hillary Clinton, podría
mejorar en ese número si los republicanos mantienen sus posiciones
contra la inmigración ilegal.
No obstante, si el Departamento de
Seguridad Interior (DHS) actúa contra cientos de familias de
inmigrantes que huyen de la violencia en América Central, ello supondría
un duro golpe para Clinton, pese a que su mensaje no acoge la
iniciativa de la Casa Blanca y trata de moverse hacia una posición que
respalde las leyes sin dejar de lado el problema humanitario.
El gobierno de Obama expulsó ya a más de dos millones de
indocumentados desde 2009, según activistas que preparan actos de protesta con la esperanza de frenar esta política.
Frank Sharry, director ejecutivo de America Voice, expresó
su esperanza de que la prioridad no sea deportar a familias vulnerables de vuelta a la violencia de la que huyeron, sino
buscar formas de protegerlas.
Observadores miran con preocupación que las protestas estarán dirigidas
al DHS, a la sede del Comité Nacional Demócrata y a sus precandidatos
presidenciales, para que presionen a la Administración, lo cual da una
idea de la amenaza en cierne para el partido en el gobierno y la pérdida
del importante apoyo de la comunidad latina.
Por otra parte,
críticos de la administración de Obama estiman que las políticas de
"mano dura" contra los indocumentados no lograron concesiones de los
republicanos en el Congreso respecto a una reforma migratoria ni
frenaron la emigración ilegal desde Centroamérica.
En octubre y
noviembre, la Patrulla Fronteriza arrestó a 12 mil 505 familias a lo
largo de la frontera suroeste, frente a cuatro mil 577 familias durante
esos mismos meses del año pasado.
Ahora los principales amenazados del primer programa de
deportaciones
masivas son refugiados centroamericanos, la mayoría mujeres y niños que
tratan de escapar de los ataques de pandillas, la violencia relacionada
con las drogas y la brutalidad por los servicios de seguridad
respaldados por Estados Unidos en Guatemala, Honduras y El Salvador.
Hasta ahora no trascendió si Obama apoyará la iniciativa represiva que
se inicia en 2016, aunque fuentes citadas por la publicación canadiense
Global Research aseguran que el secretario de Seguridad Nacional, Jeh
Johnson, presiona a favor de la decisión.
En este contexto,
destaca que el puntero entre los aspirantes republicanos para las
elecciones de 2016, el multimillonario Donald Trump, forjó su ventaja
con un mensaje basado en diatribas racistas contra los inmigrantes y
refugiados.
Según Global Research la medida del DHS contra los
refugiados centroamericanos es una luz verde para Trump y otras fuerzas
anti-inmigrantes de ultraderecha, y perjudicaría los intereses
demócratas de ganar un histórico tercer mandato consecutivo en la Casa
Blanca.
A este espinoso asunto se suman los intentos del estado
de Texas para que la Corte Suprema de Justicia evite la revisión de una
orden de un tribunal de primera instancia que bloqueó las medidas
ejecutivas de Obama en materia migratoria.
En la última semana de 2015 documentos presentados por los
demandantes ante el Supremo sostuvieron que las normativas del
mandatario
encaminadas a evitar la salida de cerca de cinco millones de
inmigrantes van más allá de las leyes establecidas y de su autoridad
constitucional.
En este complejo escenario, además, desentonan
las deportaciones del ICE cuando el tema migratorio reviste especial
importancia para tres de cuatro hispanos en capacidad de votar el año
próximo durante las elecciones presidenciales y el 56 por ciento dijo
que no concibe sufragar por un candidato que quiera revocar las medidas
de Obama.
*Periodista de la Redacción Norteamérica de Prensa Latina.
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