Ciego de Ávila, Cuba (PL) El primero de agosto es un día festivo para la comunidad jamaicana residente en Cuba, pues rememora la abolición de la esclavitud en las islas anglófonas del Caribe.
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La celebración de las fiestas en esa zona comenzó por el año 1917 y se ha convertido en lo más representativo de la cultura caribeña arraigada en la Isla.
Fue en el 1834 cuando Reino Unido decretó la abolición de la esclavitud en las naciones anglófonas de la región, aunque la fecha del día de la independencia de Jamaica se recuerda el 6 de agosto.
Aún cuando han pasado varios años, sus integrantes mantienen vivas las más variadas costumbres heredadas de los antepasados, como son los bailes, la música, las comidas y otras tradiciones.
La festividad tiene como anfitrión principal al grupo danzario La Cinta, convertido hoy en uno de los más fieles promotores de la cultura del asentamiento de inmigrantes caribeños llegados en el pasado siglo al sureste del territorio avileño.
Fundada el 20 de septiembre de 1975, la agrupación muestra bailes propios del folclor jamaicano, aunque matizados con cierta cubanía, como es la introducción de la famosa canción Guantanamera, de Joseíto Fernández.
El nombre del grupo surgió por iniciativa de los pobladores del batey a partir de uno de los números, cuando por medio de la danza enrollan con maestría y plasticidad unas cintas de colores alrededor de un poste de madera.
En sus presentaciones incorporan juegos tradicionales que denotan destreza y alegría como el de críquet, la guerra de la soga, el palo ensebado y el Mock Man o Muñecón, que da un toque recurrente en cada conmemoración.
La demostración del críquet, juego de pelota que se practica con paletas de madera, heredado de los colonizadores de las islas, es el primer acto festivo en la mañana de cada primero de agosto.
Luego comienza el desfile, encabezado por el Donkey, un burrito que invita a los vecinos a bailar por las estrechas calles de la comunidad hasta llegar a la plaza central para comenzar la actividad y hacer las evoluciones.
El pegajoso ritmo del calipso constituye el plato fuerte de esa danza que defiende el acervo artístico proveniente de Jamaica, Trinidad y Tobago, Barbados y otros territorios.
La música une a todo el pueblo, incluidos muchos visitantes foráneos, quienes hacen suyos también estos festejos, cuya misión, además, es ofrecer el agradecimiento a la tierra que sirvió de abrigo a sus antecesores.
Los bailadores vestidos de colores vivos, con sus movimientos pélvicos y acompañados de la contagiosa música, dan vitalidad a tal distracción.
Durante la ceremonia, los pies descalzos se mueven ágilmente, los pañuelos vuelan como pájaros asustados y las sudorosas manos sacan destellos a los machetes en el aire.
Sobresalen los típicos instrumentos musicales como son el bombo (tambor grande), redoblante (tambor de caja prolongada), triángulo, pandereta y un conjunto de guitarras, tumbadoras, bongoes y maracas.
La coreografía se apoya en varios elementos enriquecedores del conjunto: el Donkey, bailes en saco, zarandas, zancos, unido al tono jocoso y el doble sentido de los cantos, hacen de este espectáculo un representante genuino de la cultura popular.
En la festividad se consumen comidas típicas, elaboradas por los miembros de la comunidad: el pan de gloria con limonada, el vino de la flor de soril, el arroz con coco, pescado sobre uso con salsa, harina con quimbombó, el Black Kake y el pan de coco.
Francisco Gómez, director musical de La Cinta y descendiente de jamaicanos, señala que los bailes y ritmos musicales recuerdan los momentos de descanso de aquellos esclavos traídos al país y son los que impulsan hoy el quehacer del grupo.
Manifestó que, en el 2001, el conjunto músico-danzario obtuvo el Premio Nacional de Cultura Comunitaria por su valor para la identidad cubana y con frecuencia participan en la Fiesta del Fuego, la cual anualmente tiene por sede a Santiago de Cuba.
La danza rememora a los antiguos esclavos con sus ansias libertadoras y se traduce en acabada expresión artística para convertirse en una de las manifestaciones más auténticas de la cultura caribeña en Cuba.
Los festejos por el día de la abolición de la esclavitud de las islas de habla inglesa se intercalan con la dulce caña de azúcar, la cual una vez fue la promesa que sirvió de imán para atraer a estas tierras a tantos hombres y mujeres de otras nacionalidades.
Con regularidad niños, jóvenes y hasta adultos, todos dominan las manifestaciones danzarias y practican con frecuencia los bailes y cantos heredados de sus abuelos.
La añoranza por la tierra de origen mantiene viva las tradiciones en el Jamaica Town, que a decir de sus habitantes nunca morirán, porque para eso preparan a las nuevas generaciones, quienes continuarán perpetuando las costumbres de las islas del Caribe anglófono.
*Corresponsal de Prensa Latina en la provincia de Ciego de Ávila.
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