Hördur Torfason nació en Reijiavik hace 66 años y ya casi desde entonces fue activista. Este actor, músico y compositor fue uno de los promotores de la revolución islandesa, uno de los referentes del 15-M. Por eso, ha pasado unos días en España visitando varias ciudades y reuniéndose con comisiones, asambleas y miembros del Movimiento.
¿Qué tal su encuentro con la gente que ha estado en la Puerta del Sol? ¿Qué le parece lo que está pasando en España?
Todo es impresionante, me gusta el espíritu de la gente. Estoy intentando aprender de lo que está pasando aquí y de cómo la gente está trabajando, además de aportar mi experiencia en Islandia. Cuando supe lo que pasaba en España sentí mucha alegría. En el invierno de 2008 intenté contactar con gente de España, Portugal, Irlanda, Alemania, Francia para saber cómo estaba reaccionando la gente en cada país al crash financiero. Entonces la gente me decía: “¿A qué te refieres, de qué estás hablando?”.
¿Qué diferencias y qué puntos en común hay entre los movimientos de Islandia, Grecia o España?
Una cosa que tenemos en común y que me enorgullece es que son movimientos no violentos, razonan con la clase política, hacen peticiones. Pero es difícil comparar, en Islandia somos 300.000 personas. En 2008, me senté enfrente del Parlamento y dediqué una semana a hablar con la gente. Este es un país de 46 millones de personas y seguramente todo tarde más. Desde luego, la gente sabe lo que quiere y está trabajando ya para conseguirlo y eso es algo que admiro. Es importante saber cómo organizarse.
¿Cuál cree que debe ser la actitud de partidos y sindicatos ante movimientos como estos?
Sin duda deberían abrirse y escuchar a la gente.
¿Piensa que sería bueno que el Movimiento15-M se reuniera con estas instituciones?
Para nosotros fue peligroso hablar con los líderes de los partidos políticos, porque enseguida lo usan para calumniarte, usan mentiras, intentan hacerte parecer algo que no eres… No hay que darles la oportunidad de hacer eso. Los políticos tienen el dinero, tienen todas las oportunidades para explicar qué están haciendo y cómo. Se puede hablar con algunos, pero es importante mantenerlos a distancia.
Entonces, ¿le parece que es mejor intentar conseguir cosas mediante otras formas, como las asambleas o iniciativas populares?
Sí, creo que es la forma de hacer las cosas. La ciudadanía tiene que levantarse cuando los políticos pierden el rumbo. Hoy por hoy, la gente hemos perdido la confianza en la clase política y económica. Tenemos que hablar entre nosotros y ver qué podemos hacer. Necesitamos a los políticos, necesitamos al sistema, pero algo ha ido por la mala dirección y hay que corregirlo.
Aquí Islandia es un referente, ¿cómo se consigue sentar en el banquillo a un expresidente o a un cargo de un gran banco?
Mediante las protestas, nosotros empezamos a probar más allá de toda duda que ellos no habían hecho su trabajo, que políticos y poderes económicos habían mentido. Pudimos probar eso y ahí es cuando el Gobierno se derrumbó. Al principio, perdíamos los nervios porque nos ignoraban, pero semana tras semana, mes tras mes, insistimos y finalmente cedieron.
Entonces, ¿es un proceso a largo plazo?
Por supuesto, hay que tener paciencia, esto lleva tiempo, no es algo que se pueda hacer en un día. Yo le digo a la gente: empezasteis algo, acabadlo, no tiréis la toalla porque podemos conseguirlo. Al principio, la gente me decía que estaba loco, pero si no intentas algo nunca tendrás éxito.
Pero la ciudadanía se enfrenta a organismos muy poderosos…
Sí, pero hay un 5% de los humanos robando al 95% restantes. Si piensas de esa forma, entonces entiendes que se puede ganar.
Ana Requena / Público
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