La crisis es una buena palabra aunque produce sobresaltos y temores; pero en sus pliegues sinuosos esconde las oportunidades para aquel o aquellos con el poder suficiente para resolver la crisis a su favor. De eso se trata la lucha política y eso es, precisamente, lo que encierra la actual coyuntura.
Es necesario saber que no son las instituciones las que están en crisis, porque estas, Los Aparatos de Poder, están funcionando a todo vapor como siempre funcionan, pero mostrando y demostrando, como nunca antes, su verdadera naturaleza política, su rostro real, sus vísceras retintas, sus intereses reverberantes, tal como corresponde a todo Aparato de Estado que concentra poder político. Esto y no otra cosa son La Asamblea Legislativa, La Corte Suprema y El Poder Ejecutivo. En otras palabras, el pueblo esta asistiendo, sin invitación, a una fiesta total de transparencia total, donde nadie puede usar antifaz y donde todos los reyes están desnudos.
Pocas veces ocurre este evento en la vida de los pueblos, es como nacer y morir que solo ocurre una vez en la vida y no vuelve a repetirse. Esta crisis nos ofrece aparatos políticos saludables actuando al desnudo, sin ninguna crisis, precisamente por eso, es que la gente sabe que el decreto 743 es realmente una maniobra y no solo una figura jurídica. No se necesita ser un jurista para saber esto, el pueblo también puede saber que no existe Asamblea Legislativa sino partidos políticos que la integran, que no decide la asamblea sino los partidos, que son los reales legisladores.
Esta desnudez también alcanza, mas allá de los aparatos fundamentales, a otros aparatos que como el partido FMLN han mantenido una naturaleza llena de sombras y una imagen sostenida con la luz del heroísmo, la sangre y las lágrimas del pueblo heroico y maravilloso que produjo al FMLN durante los años de acero y luz.
La coyuntura permite ubicar a una cúpula partidaria que intenta, con desesperación, impedir el surgimiento de un Sujeto Político que le de continuidad al proceso histórico, proceso interrumpido cuando EL ESTADO, luego de terminada la guerra y muerto el FMLN, produce un actor político: el partido FMLN, dedicado totalmente a las campañas electorales, al usufructo del botín de la cosa publica, a la producción de funcionarios públicos y a la fabricación de una historia en la que una izquierda gubernamental puede actuar como derecha y pensar como izquierda o actuar como izquierda y pensar como derecha, todo de acuerdo a las circunstancias. Pero en ningún caso asumiendo las banderas reales de la lucha real de la gente real, y por el contrario, erigiéndose en defensores fieles de las instituciones y de su institucionalidad, sobre todo de aquellas que le son beneficiosas, pero sin defender a los débiles, mucho menos cuando esa defensa los puede enfrentar a los poderosos, aunque siempre pidiendo los votos a los votantes.
Esto es lo que ocurre cuando en la actual coyuntura en la que entra en crisis el Poder Político Tradicional levantado a fines del siglo XIX, y cuando la sociedad entera se levanta contra la burocracia partidaria incluida la del partido FMLN, la cúpula de este partido se afana en presentar el fenómeno critico como una conspiración de la derecha contra su partido, como si sus funcionarios pudieran distinguirse de los de derechas o como si el pueblo hiciera distingos entre partidos de derechas e izquierdas. Este abordaje resulta cómodo para aquellos que se niegan a pensar mínimamente y creen, de manera equivocada, que el pueblo carece de cabeza política y que a estas alturas pueda haber persona que no piense que ARENA y FMLN son los dos pilares que sostienen el régimen político salvadoreño y que por eso mismo, en una gran consecuencia ideológica, la cúpula del partido FMLN, resulta ser la defensora mas segura del sistema político del país, mucho mas segura que el partido ARENA.
Esto resulta ser como una gota cristalina de agua cristalina, cuando esa cúpula se convierte en defensora firme del decreto 743, el que amordaza y silencia a la sala de lo constitucional, para impedir que esta sala restaure la condición política de la Corte Suprema de Justicia y la saque del pantano del partidismo.
El partido ARENA, en una dificultosa maniobra, desnudó a la cúpula efemelenista, que se ubica cómodamente a la derecha de la posición arenera. Esta postura resulta indefendible, porque una vez mas el rey esta desnudo y entonces esta cúpula piensa que es la hora de las fábulas, como aquellas que dicen que si el partido FMLN se debilita la derecha se fortalecerá, o aquella otra que dice que el pueblo que se manifiesta en las calles pidiendo la derogatoria del decreto 743, que es lo que pide todo mundo, es la derecha viva. Porque ahora, según esta cúpula, los enemigos son los 4 magistrados de la sala de lo constitucional, los que han resuelto que cualquier ciudadano puede ser candidato libre de los partidos, han resuelto que sea diputado aquel que sea más votado por el pueblo, sin que sea controlado por las cúpulas partidarias. Por esto, según esta cúpula, son los enemigos más peligrosos y creen o quieren que el pueblo crea semejante barbaridad.
En todo caso, la mejor de las historias de esta cúpul, consiste en creer, e intentar hacer creer, que una cúpula partidaria puede actuar como derecha, hacer lo que hace la derecha, pensar como derecha, soñar como derecha, persignarse como derecha y luego, durante esta festividad de derechas, pedirle a la gente que piense o acepte que esta cúpula es de izquierdas. Este drama aparece en aquellas sociedades donde antiguos y muy antiguos insurgentes renuncian a una postura crítica y dejando de ver la realidad de una manera negativa, como debe ser, si se intenta negar esta realidad, pasan a ver esta misma realidad de manera positiva, como la miraría un banquero, un poderoso industrial o un exitoso comerciante.
Resulta que esta crisis del poder político también esta mostrándonos, con todas sus luces, la crisis de la filosofía del poder de las derechas, de todas las derechas incluidas aquellas que gustan presentarse en salones humildes como de izquierdas y en salones suntuosos como de derechas. El momento ya no permite juegos de palabras porque los actores, como los partidos políticos, han dejado de ser instrumentos para actuar como fines y esta mutación los hace depender del aparato estatal en la misma medida que los aleja, sin retorno, del pueblo que los desconoce y los niega.
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