Nicaragua sandinista,
miembro de la Alba y solidaria con Cuba y Venezuela, no es ajena a la
contraofensiva de Estados Unidos y los bloques de poder
político-económico locales, contra los gobiernos populares y
progresistas de América Latina y el Caribe.
Han resurgido y se incrementan las actitudes injerencistas de
Washington contra Managua. Impulsando este escenario y, a la vez,
aprovechándose de él, Ileana Ros-Lehtinen, congresista republicana de
origen cubano por Florida, y Roger Noriega, ex subsecretario de Estado
de Estados Unidos, están enfrascados en una cruzada contra Nicaragua. La
base principal de la operación se instalaría en Costa Rica con el apoyo
de la Fundación Arias, del ex presidente y premio Nobel de igual
apellido, a través de la cual proyectan canalizar 4 millones de dólares
como sustento económico inicial a las acciones subversivas y la campaña
mediática contra el gobierno de Daniel Ortega.
Protagonista principal de las acciones mediáticas en Nicaragua sería
el periodista Carlos Fernando Chamorro, apoyado por el grupo CINCO, que
preside, y sus revistas Confidencial y Esta semana, financiadas
desde Estados Unidos y la Unión Europea. Esta plataforma estructuraría
redes movilizadoras que formen activistas y eventualmente hagan surgir
un líder joven capaz de unir a la atomizada oposición. Fernando Chamorro
viajaría a Costa Rica, antes o después de las elecciones del 6 de
noviembre, para articular el plan lejos de la observación de las
autoridades nicaragüenses y de la presión de otros grupos opositores
ávidos de protagonismo.
La campaña mediática se focalizará en el Canal transoceánico, el
expediente de los derechos humanos, la falta de transparencia en el
proceso electoral, la situación de seguridad ciudadana, la corrupción
gubernamental y presionar a Managua para que abra su frontera a los
migrantes cubanos.
En paralelo se desarrollarían provocaciones contra el gobierno de
Ortega. Organizaciones financiadas por la NED, archiconocida pantalla de
la CIA, trabajarían en ambientes juveniles para movilizarlos a través
de las redes sociales digitales en busca de que las fuerzas de seguridad
ejerzan la violencia contra los activistas y eventuales manifestantes
para caldear los ánimos y poder pasar a la segunda fase, consistente en
sentar a Nicaragua en el banquillo de los acusados ante organismos
internacionales y regionales por supuestas violaciones a los derechos
humanos. Todo, al igual que la derecha en Venezuela, Bolivia y Ecuador,
invocando tácticas pacíficas pero buscando que corra sangre.
La embajada de Estados Unidos en San José está al tanto del
plan dada sus estrechas relaciones con Arias y la fundación que lleva su
nombre, la que le ha prestado incontables servicios. Conviene recordar
la complicidad de Arias con Washington en la consolidación del golpe de
Estado contra el presidente Zelaya.
El guión ya es familiar. Es el de los mal llamados golpes blandos.
Pero faltaría la guerra económica. De modo que los legisladores
cubanoestadunidenses Ros-Lehtinen y Albio Sires, promovieron a finales
de septiembre la aprobación en la Cámara de Diputados, nada menos que
por unanimidad, de la conocida como ley Nica. De ratificarse en el
Senado, donde es patrocinada por el también cubanoestadunidense Ted
Cruz, privaría a Nicaragua de créditos de organismos internacionales
como el FMI y el Banco Interamericano de Desarrollo, a menos que
restaurara la democracia, según el criterio de Estados Unidos. Más allá
de eso, la ley asestaría un rudo golpe a la inversión extranjera,
necesitada desesperadamente por todos los países, mucho más si son
pobres.
Nada beneficiaría a Estados Unidos que después de la mejoría de
imagen en la región que le han traído los modestos pasos de relajamiento
hacia Cuba del actual inquilino de la Casa Blanca, de repente aparezca
estableciendo un bloqueo financiero contra Nicaragua, sumado a la
criminal guerra económica que le impone a Venezuela en alianza con el
capitalismo trasnacional. Sin contar la afectación que ocasionaría a
numerosas compañías de país del norte y a sectores de negocios
nicaragüenses. Podría esperarse que, en caso de aprobarla el Senado,
Obama, para cuidar su
legado, ejerza el poder de veto en los meses por venir e impida que entre en acción.
El gobierno sandinista tiene una alta popularidad y se espera que
Daniel Ortega gane ampliamente las elecciones del domingo 6 de
noviembre. Pero continúa la ruta del golpe suave.
Twitter: @aguerraguerra
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