Ángel Guerra Cabrera
Ha muerto en La Habana Armando Hart
Dávalos, uno de los más notables integrantes de la Generación del
Centenario encabezada por Fidel Castro. Lo conocí cuando era ministro de
Educación, en una pequeña reunión en la ciudad de Ciego de Ávila a la
que citó a un grupo de estudiantes revolucionarios de preuniversitario.
Acababa de producirse la traición de Hubert Matos, jefe militar de la
entonces provincia de Camagüey, y Hart centró sus planteamientos en el
imperativo de la unidad del movimiento estudiantil y de todos los
revolucionarios ante los embates de la contrarrevolución y el
imperialismo, así como en la importancia de trabajar con y respetar a
los profesores que no hubiesen tenido complicidad probada con el régimen
batistiano. No imaginaba que pocos años después tendría el privilegio
de colaborar de cerca con el dirigente revolucionario que me había
impresionado tanto por su agudeza y lucidez en aquel primer encuentro.
Su defensa de la necesidad de la unidad de los revolucionarios cubanos y
latino-caribeños sería una constante a lo largo de su actividad
política y teórica. Hart insistía en que al clásico proverbio de
divide y venceráshabía que oponer el martiano y fidelista
unir para vencer.
Desde sus años universitarios combatió infatigablemente contra el
golpe de Estado proimperialista de Fulgencio Batista y el corrupto y
sanguinario régimen dictatorial que instauró. Posteriormente a conocer a
Fidel, fue fundador y miembro de la Dirección Nacional del Movimiento
26 de Julio y uno de los organizadores junto a Frank País y Vilma Espín
del heroico alzamiento del 30 de noviembre en Santiago de Cuba en apoyo
al desembarco del Granma. Más tarde ascendería a la Sierra
Maestra para coordinar con Fidel el apoyo de la organización desde el
llano a la joven y hostigada guerrilla al tiempo que conducía al
periodista Herbert Mathews a realizar una entrevista al jefe de la
revolución, que echó por tierra la mentira de que había muerto,
difundida por la dictadura. Siempre dijo que su vida se dividía en dos
partes: antes y después de conocer a Fidel.
Brillante pensador marxista de profundas raíces en el pensamiento de
Martí, ajeno a los dogmas y al sectarismo, hizo importantes
contribuciones a la teoría y la práctica revolucionarias en los campos
de la educación, la cultura y la lucha de ideas. Como primer ministro de
Educación de la revolución (1959-1965) y artífice de la Campaña
Nacional de Alfabetización, sentó junto a Fidel las bases filosóficas,
pedagógicas y organizativas del sistema de educación sustentado en la
amplia participación popular organizada, que tanto prestigio ha dado a
Cuba. Dirigente del Partido Comunista de Cuba desde su fundación y de
las organizaciones unitarias que lo precedieron, a su construcción y
labor ideológica realizó importantes aportes. Capítulo aparte merecen
sus relaciones con los jóvenes, las organizaciones estudiantiles y la
Unión de Jóvenes Comunistas, a los que siempre escuchó y hacia quienes
ejerció un fecundo magisterio.
También primer ministro de Cultura de la revolución
(1976-1997), restableció el diálogo y la transparencia en la relación
con los creadores, rectificó errores, curó cicatrices y supo mantener
alejado al llamado realismo socialista, del cual siempre afirmó que no
era una corriente artística sino un error político. Fomentó un clima
abierto, de confianza y de creación en el movimiento intelectual y
artístico, fundó el sistema nacional de instituciones culturales y el
sistema de enseñanza artística, que propiciaron un creciente acceso y
participación del pueblo en el disfrute y extensión de la
cultura. Latinoamericanista convencido, creó e impulsó el mecanismo de
las reuniones de ministros de Cultura de América Latina y el Caribe.
Hart investigó y desentrañó las raíces éticas del arte fidelista de
hacer política inspirado en Marx y en el imprescindible legado del padre
Félix Varela y de José Martí, de cuyo pensamiento fue siempre uno de
los más apasionados intérpretes y difusores. En los últimos años desde
el Programa Nacional Martiano y la Sociedad Cultural José Martí fomentó
una articulación internacional inspirada en las ideas martianas y
fidelistas. Sus discursos, ensayos y papelería contienen ideas muy
originales sobre la educación, la cultura, la identidad nacional y de
nuestra América, así como la esencia del pensamiento de Fidel. Hombre
noble, modesto y carismático, a él debo parte de mi formación
revolucionaria.
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