Ricardo Patiño, Rafael Correa y Gabriela Rivadeneira
Foto: ALAI
“mientras luchan por separado, son vencidos juntos"
Confucio.
Cambio de correlación de fuerzas
En 2007 habían transcurrido 10 años de luchas callejeras, el neoliberalismo había cambiado de moneda en el Ecuador y expulsado a 3 millones de ecuatorianos al exilio económico. El pueblo en las calles había derrocado a siete presidentes y simultáneamente en América latina corrían vientos frescos de las nuevas democracias del Siglo XXI. Chávez, Lula, Kirchner, Evo daban respaldo a los cambios en América del Sur. El FSLN volvería a gobernar. Hasta Obama aparecía como un gentilhombre comparado con GW Bush. Con esa oleada nacional y regional, surge Alianza País encabezada por un dirigente joven -que se convertiría en uno de los mejores Presidentes de la región- con cuadros venidos de muchas experiencias políticas de la derecha y de la izquierda y sobre todo un pueblo harto de desgobierno, maltrato y latrocinio.
Pasaron 10 años de gobierno de AP y el Ecuador se transformó radicalmente, desde su geografía, hasta su institucionalidad, la redistribución de la riqueza, los contratos petroleros, el multilateralismo, la soberanía. La Patria Altiva y Soberana y la Espada de Bolívar se hicieron en gran parte realidad. La Década Ganada es como correctamente, se llama a estos diez años. Muchos errores, pero muchísimos más aciertos. Ecuador asombró al mundo y la propuesta de la Revolución Ciudadana se volvió peligrosa porque es repetible, incluso para los europeos.
Hoy, la correlación de fuerzas internacionales ha cambiado radicalmente. Brasil con Temer, corrupto, golpista, neoliberal al máximo, al punto que la lucha sindical en Brasil ha vuelto a las 8 horas por la jornada laboral. Argentina con un personaje que ha subido los costos de vida (en agua, luz y combustible) de una manera brutal y que gracias a la ruptura del justicialismo y a una excelente campaña electoral (ojo) ha vuelto a ganar las elecciones. Venezuela debilitada y acosada y objeto de una posible intervención militar. La CELAC y UNASUR con mayoría neoliberal. La OEA, dirigida por un personaje abyecto (Luis Almagro Lemes, no olvidar el nombre por si se lo encuentran). Ni en los años 50 se había visto a nadie tan indigno, súbdito de la casa Blanca. El Acuerdo Asia Pacífico con el gobierno de México vendido a los intereses imperiales, Perú y Colombia obsecuentes ejecutores de la oscura noche neoliberal (y con bases militares yanquis). Y como si fuera poco Donald Trump, incalificable pero con un poder espantoso, convencidísimo de que somos su patio trasero y amenazando con la intervención militar en Venezuela. En este cambio de correlación de fuerzas, China y Rusia juegan un papel fundamental, pero las burguesías locales y las oligarquías, prefieren ser súbditos de los gringos (todos tienen casa en Miami) que medio independientes, con los rusos o los chinos. La Unión Europea, por ahora ha dejado de ser ese escudo democrático para convertirse en el brazo político de la OTAN, brazo armado del imperio del mal.
La gran jugada de las oligarquías: Corrupción + jueces politizados+ medios de comunicación como poderes inconmensurables, con ello han tratado de destruir a todos y cada uno de los presidentes de las Nuevas Democracias. Nadie se salvó de la ofensiva, salvo Pepe Mujica. En el Ecuador este cambio de correlación de fuerzas lo estamos viviendo, sin la madurez para saber leer la coyuntura ni el mediano plazo. De qué se ocupó la derecha y la oligarquía como actos de propaganda:
Uno: Los y las presidentes encabezan la corrupción y sus gobiernos los más corruptos de la historia. Falso: Por ejemplo Lula, Dilma, Kirchner, Morales, Hugo Chávez, Rafael Correa, Cristina, Daniel Ortega, encabezan la mayor transformación histórica de nuestros países, en el Siglo XX y XXI, y la corrupción, que forma parte de la antiética, ha girado alrededor de estos gobiernos como de cualquier otro anterior. En la década ganada se buscó mecanismos de protección contra ella. Odebrecht es un instrumento demoniaco para corromper y comprar conciencias que requiere análisis especial.
Dos: Desprestigiar a la Revolución Ciudadana y las Nuevas Democracias del Siglo XXI como concepto, las transformaciones no deben existir, no importa lo que digan los países y pueblos del mundo. Defender la redistribución de riqueza sosteniendo las políticas públicas. No retroceder frente a ello en ningún plano, bajo ningún concepto.
Tres: En nombre de la “inversión extranjera”: Restituir a las transnacionales las riquezas naturales y reprivatizar las economías. Solamente a través de la presencia en los gobiernos de las fuerzas patrióticas y con la solidez de los Parlamentos se podrá detener esto. Por supuesto nuevamente salir a las calles con una base social amplia que entienda la necesidad de impedir esta política de retorno al entreguismo.
Cuatro: La clase media se vuelve nuevamente enemiga de los “pobres”. Dura batalla entre el consumismo como motor del desarrollo y la conciencia de que nos necesitamos todos. Venden la ilusión de que como se redistribuye, ya no alcanza para la “clase media”. En este mismo marco las movilizaciones contra la equidad de género que pretenden confundir laicidad con ateísmo y religión con el deber del estado.
Cinco: los medios públicos al servicio de la destrucción ideológica de lo que significa “el capital al servicio del ser humano”. En este campo el pluralismo no existe para los medios públicos, lo que existe es un retorno a la derecha, al mercado, al consumismo a la antisolidaridad. Específicamente en el caso de Ecuador basta ver en lo que se convirtieron y lo que es hoy el Telégrafo.
La alternancia ¿no existe?
Estos procesos de nueva democracia, popular y redistributiva, ganan el gobierno por la vía electoral. Derrotada la lucha armada (salvo Cuba y Nicaragua) se inaugura la etapa de las elecciones. Procesos complejos, que permanentemente arriesgan lo antiético, dominados muchas veces por empresas de asesoría electoral o empresarios con experiencia que, de paso, se enriquecen. Exigen recursos, compromisos, componendas, arreglos que son en la mayoría de los casos, non santos. Seguimos con ideas revolucionarias, pero nos olvidamos que las direcciones representan intereses de sectores del poder económico y que debemos convivir con ello. Para alcalde de tal cantón, proponemos a fulano de tal, sabiendo que es “corruptón”, pero que tiene mucho apoyo popular, recursos para su campaña, y no proponemos al compañero histórico dirigente, pero que ganará solamente los votos de los confesos partidarios. Eso abre situaciones difíciles de sostener y mantener en el tiempo. Nuestros partidos son movimientos y los movimientos pasan a ser frentes electorales. Los dirigentes “históricos” de la izquierda se han acomodado y burocratizado sea en el gobierno, sea en sus estructuras supuestamente clasistas.
Lenin Moreno. Foto: El Telégrafo
Alianza País propuso al electorado un binomio compuesto por Lenin Moreno y Jorge Glas. El primero aparecía con mucha popularidad como “el rey sabio, luego del príncipe guerrero” como dijo un asesor del entonces Presidente. Al segundo muy pocos lo querían. La derecha se empeñó durante 2 años, en descalificarlo como corrupto y logró convencer a gran parte del electorado que así era y aún hoy seguimos esperando pruebas fehacientes.
En menos de 6 meses se rompió la alianza policlasista del Movimiento Alianza País. Ni los sueños más ambiciosos de la derecha y la CIA hubieran soñado, en un tiempo tan corto, romper la unidad y comenzar la debacle del Movimiento de Gobierno.
La responsabilidad ahora sí la tenemos todos. Los militantes de base porque no tuvimos el coraje o la fuerza de enfrentarnos a la Dirección y de proponer un movimiento sólido y fuerte, entre otras razones porque esperábamos o teníamos un puesto en el gobierno. Las direcciones intermedias, porque se acomodaron a compartir gobierno y movimiento (en muchos casos el gobernador era el dirigente máximo de AP en territorio y a la vez su entorno era la dirección misma, y esto se repite ahora). A nivel nacional se ve cómo se confundió permanentemente gobierno y militancia. Finalmente los dirigentes nacionales que, por una razón de ignorancia o de acomodo, no supieron ni quisieron, construir el Movimiento en 10 años.
Hoy la ruptura está dada. Ninguna madurez ni serenidad por parte absolutamente de nadie de la Dirección. Todos somos responsables. Nadie puede tirar la primera piedra. Unos por impositivos; otros por no tener la fuerza o la voluntad de desarrollar el programa por el que votó el pueblo; y otros porque no supimos batallar en los territorios y no buscamos los puntos de encuentro.
¿Era posible la alternancia dentro del proyecto de la Revolución Ciudadana? Pensamos que sí, si los grupos de poder dentro y circundantes a AP, que consolidaron su bienestar de manera legítima, con la Revolución Ciudadana, se hubieran puesto de acuerdo, por el bien de ellos mismos y por el bien del país. Todas las condiciones estaban dadas, incluso una mayoría parlamentaria.
Lo que se viene
Hoy los pendientes de la coyuntura son el juicio al Vicepresidente Jorge Glas (que no se ve o, nosotros no vemos, nada clara su culpabilidad y no digo responsabilidad); la Consulta Popular; y, el reconocimiento de Alianza País, de su nueva Dirección por parte del organismo correspondiente. El Presidente Correa, fortalecerá sus posiciones dentro de su partido (llámese Alianza País u otro nombre) aunque reducido en número, seguramente combativo, pero minoritario. Lenin Moreno -a quien aún no se la ha dado la oportunidad de gobernar desahogadamente- y que ha querido desmarcarse de su propio pasado, ganará adhesiones ya que las estructuras del Movimiento siempre fueron dependientes del gobierno. Llegaremos muy fraccionados a las elecciones seccionales, ojalá sea en frentes amplios y ciudadanos.
La desesperada y acelerada ruptura de Alianza País es una derrota del campo popular. Los revolucionarios tienen mayor responsabilidad. Aún en el peor de los casos de que, efectivamente, el gobierno de Lenin Moreno fuera de traición (hasta ahora no se ve tal) quien ha debido de mantener la unidad en el campo popular, es AP democratizado y renovado.
Ahora nos obligan a ser “traidores” u obsecuentes. Obsecuentes no de Rafael Correa, sino de una dirección que nunca supo de democracia interna, construcción de partido y que no está exenta de haber ganado prebendas (y no digo dinero) en los 10 años de gobierno.
Muchos quisiéramos estar en la foto al lado de Rafael hoy en Guayaquil, Manta o Esmeraldas. Es el dirigente histórico, pero ya aprendimos que la acumulación de fuerzas pasa por saber cómo ganar la hegemonía y eso hoy no está en la Convención de Esmeraldas. Mientras más fuerte es el enemigo más amplio debe ser el frente que se le oponga. En lugar de cerrarse debe abrirse.
Finalmente, cuidado con tocar a Rafael Correa
Cuarenta y un años atrás Tomás Borge fue capturado por la Guardia Nacional de Somoza, en Nicaragua. En las principales ciudades del país aparecieron pintas que decían…si matan a Tomás… Cuidado con que se les ocurra tocar a Rafael Correa, ni golpeado y mucho menos preso o peor. El país se insurreccionará. Y no lo digo como amenaza sino como análisis. Ya mandaron a la lumpen burguesía encabezada por los Bucaram.
Personalmente no creo en la incondicionalidad a los dirigentes, pero cuidado con equivocarse. Lástima que ya sabemos lo que seguirá en Alianza País sin elecciones internas, por lo menos el grupo que se reunirá en Esmeraldas nos anuncia la confirmación de Ricardo y Gabriela, qué se puede comentar a ello, solamente que una elección se hace mínimo entre dos contrincantes.
El sector parlamentario deberá ser muy serio en sus discrepancias y propuestas. Cuidado con dar más espacio a la derecha y la oposición. La tragedia que se prevé, puede ser cambiada con madurez y presencia. No confundamos la incondicionalidad al líder con el camino de la Revolución Ciudadana. Es fácil destruir. Construir la Unidad alrededor del programa y sin un líder carismático es sumamente complejo. Confiamos en la sabiduría del pueblo para alcanzar esta Unidad nuevamente, en el corto plazo. La ofensiva imperial se viene con todo, tal vez eso nos ayude.
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