Rigoberta Menchú Tum
Llegamos a septiembre, el noveno mes según el calendario gregoriano. Para Guatemala septiembre significa desfiles de banda, maratón de antorchas y la famosa conmemoración de la “independencia” de España el 15 de septiembre. Pero ¿a caso no seguimos dependiendo de Europa y de otros estados? Si la economía, la política y la educación son impuestas por otros países ¿De qué independencia hablamos? Lo paradójico es que conmemoramos más la independencia que otros acontecimientos sociales que nos han unido como guatemaltecos y guatemaltecas. Por lo que debemos cuestionarnos cómo superar todo el simbolismo militar, patriarcal, discriminador, racista y monocultural que se esconde detrás de la mal llamada “celebración de la independencia”. Si queremos una verdadera emancipación de los pueblos, debemos de iniciar por descolonizar nuestro ser y aquellos saberes que siguen manteniendo un sistema opresor, ya que el colonialismo sigue presente en las mentalidades, subjetividades, en la cultura y en la epistemología, por eso sigue reproduciendo de modo endógeno.
¿Qué significa descolonizar el ser? La descolonización es un proceso mediante el cual buscamos la libertad de nuestros pueblos en un marco de respeto y valores humanos que dignifican la vida. En la práctica esto significa perder el miedo y luchar en la vida política, económica, social y cultural para transformar las condiciones de desigualdad que hoy estamos viviendo. Significa valorar nuestra historia, nuestra cultura, nuestro idioma, nuestra música, nuestro vestuario, nuestra gastronomía, nuestra naturaleza, es decir, recuperar todo lo nuestro y volver a ser lo que fuimos. Pues somos nietos y nietas de una cultura milenaria que ama profundamente la vida, la madre tierra, por eso el oro y la plata están en el último lugar.
Otro de los desafíos que enfrentamos como seres humanos es la descolonización del saber, pues este está interrelacionado con el poder, y en el caso de Guatemala, el saber y el poder están en las mismas manos, razón por la cual el conocimiento que se adquiere en la escuela y en la universidad está determinado por varias pautas culturales, tiene en sí un irrevocable sello de teoría, clasista y discriminador; es un instrumento apropiable y está cubierto de elementos ideológicos que llevan a la subordinación y opresión entre seres humanos. Entonces descolonizar el saber pasa por buscar el reconocimiento de nuestros saberes ancestrales en los distintos niveles educativos. Pasa por despojarnos de esa “dependencia” y de las ciencias hegemónicas que nos imponen una forma única de pensar, sentir y vivir.
La independencia que debemos de buscar y celebrar es aquella que nos libere como seres humanos, que nos haga más respetuosos de la vida y que nos ayude a vivir en plenitud.
De manera que la independencia real no solo significa dejar de pagar tributo o desligarse de pertenecer a un Estado, sino que construir nuevas relaciones políticas, económicas y sociales basadas en un profundo respeto a la vida y a la dignidad del ser humano, que sirva para que los pueblos vivan en plenitud y no sigan siendo invadidos y despojados de sus tierras, de sus territorios, de sus conocimientos y de sus valores ancestrales.
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