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domingo, 22 de septiembre de 2013

Perú: Paro nacional obrero y popular el próximo jueves



No hay crisis pero sí ajuste


La torta sigue creciendo y no hay razón para que no se atienda los reclamos de los trabajadores. El nuevo ajuste desencadena un Paro Nacional Obrero y Popular el jueves 26 de setiembre, que marcará el inicio de una nueva situación en el país. El anuncio de Humala (que después corrigió), de que “la crisis llegó al país, tuvo el propósito de desanimar la ola de reclamos que iniciaron los médicos y enfermeras que con largas huelgas lograron arrancarle importantes aumentos al gobierno; también justificar medidas que retiran derechos básicos como la estabilidad laboral y la negociación colectiva (leyes del Servicio Civil, del Magisterio y de Pymes) y alentar una nueva ofensiva patronal destinado a aumentar sus ganancias.
Pero el anuncio de Humala cayó como un baldazo de agua fría sobre la cabeza patronal que vive la fiesta de la bonanza. Esto tiene una explicación: los negocios tienen en la generación de expectativas favorables una dosis importante para su estímulo y crecimiento. La posterior corrección del Presidente y los debates que el tema trajo a colación sirvieron para aclarar que es una exageración hablar de crisis, y más allá de la sorpresa inicial, los patrones han seguido moviendo sus negocios.
En realidad estamos ante una desaceleración de la economía. Los estimados de crecimiento para el año 2013 se redujeron de 6.5% a 5.7%, es decir en menos de un punto. Esta pequeña desaceleración no impide que el Perú al cierre del año el Perú siga proyectándose como la cuarta economía del mundo con la más alta tasa de crecimiento. Los negocios, pues, siguen funcionando y generando fuertes ganancias, aunque a un ritmo ciertamente menor. Los sectores ligados al comercio y de servicios, en especial a la construcción donde se prevé un crecimiento entre 13% y 14%, siguen en fiesta.
¿Por qué la relativa desaceleración?
El 2009 estalló una crisis internacional (la más grande desde el crack de los años veinte del siglo pasado) que trajo recesión en Estados Unidos, depresión en varias regiones de Europa y en general bajas tasas de crecimiento en el mundo. Para enfrentar esta crisis EE.UU. y China inyectaron miles de millones de dólares a sus economías. Esta circunstancia impulsó al alza los precios de los minerales y trajo una fuerte migración de capitales a países de economía abierta, como el Perú, que ofrecían mejores condiciones para su rentabilidad. Estos elementos estimularon el crecimiento de la economía nacional pero profundizando su carácter dependiente y colonial.
Este año la crisis ha tenido un respiro: EE.UU. espera un crecimiento del 2%, Europa tiende a estabilizarse y el gigante chino proyecta un crecimiento del 7.5%. Por este motivo la principal economía del mundo, EE.UU., dio a entender que suspendería el estímulo monetario de la Reserva Federal y elevaría sus tasas de interés (aunque finalmente no ocurrió), y eso motivó que los capitales “golondrinos” retornen a su país, que se limite las líneas de crédito de la banca internacional y/o se encarezcan los costos financieros, produciendo impactos negativos sobre el país.
La economía nacional, efectos y perspectivas
El principal efecto es la relativa caída que sufren los precios de los minerales, lo que impacta sobre el país porque constituyen el 60% del valor de lo que exporta. Y también se ve afectado el flujo de inversiones.
Los menores ingresos por exportaciones mineras junto a el continuo crecimiento de las importaciones crearon una crisis en la balanza comercial durante el primer semestre (ingresan menos dólares y salen más), y también menguaron los ingresos que percibe el Estado. Los más afectados han sido las regiones cuyos ingresos por canon se vieron reducidos de manera sensible.
Pero el impacto es moderado. El precio del cobre, hoy alrededor de US$ 3.30 la libra, es más bajo que hace un año pero el triple de una década atrás. Igual ocurre con el oro.. Pese al pequeño bajón las ganancias mineras siguen siendo cuantiosas, lo que se refleja en la inversión minera que este año va creciendo 29%. Y la baja en la recaudación fiscal fue compensada con el crecimiento de otras actividades permitiendo mantener la estabilidad de la caja pública; es decir, el gobierno sigue teniendo plata.
Para el 2014 se estima un crecimiento de 6 % impulsado principalmente por el ingreso de gigantes operaciones mineras como Las Bambas, la ampliación de Cerro Verde, de Toromocho y Constancia, lo que le aseguran un buen sustento a las finanzas del Estado.
Los precios de los minerales pueden estabilizarse o crecer más y mejorar el panorama. Pero si cayeran un poco más de lo previsto, el Estado cuenta con suficientes fondos a los cuales podrá echar mano para equilibrar la economía.
En este contexto, la alta dependencia del modelo al flujo de capitales externos hace que empresarios y gobierno, ante los menores síntomas de una retracción de ellos, corran para adelante aplicando medidas para atraer más inversiones, aunque se pisotee los derechos de las comunidades y poblaciones nativas, recortando el gasto público y aún retirando derechos laborales. Incluso empaqueta nuevos proyectos para ponerlos en subasta, como el gasoducto al sur y otras obras de infraestructura, o pretendiendo sacar adelante los proyectos más cuestionados como Conga, Tambogrande y Tía María. 
Los que estamos en crisis crónica somos los trabajadores
A quienes no le ha ido nada bien en medio de la gigantesca bonanza de estos años es a los trabajadores. Solo una quinta parte de la población en edad de trabajar tiene empleo (el resto es subempleada o directamente desocupada), con salarios que no aumentan o que se mantienen relegados en relación al crecimiento de las ganancias, con empleos precarios donde domina la tercerización y la informalidad, y con mecanismos de explotación que causan efectos dramáticos sobre la salud y seguridad.
Hoy, con la amenaza de la crisis, los empresarios presionan para que se continúe con el modelo y las medidas de aliento al capital extranjero al lado de las políticas laborales restrictivas. De este modo se mueven a dos cachetes: por un lado proyectan expansiones y ganancias, por otro intentan endurecer su política de ningunear aumentos y derechos a los trabajadores.
Pero ya estamos avisados. La torta empresarial sigue creciendo y no hay razón para no seguir luchando por lo que nos corresponde.
26 de septiembre: Paro Nacional
Esta situación ha desencadenado las condiciones de un Paro Nacional convocado por las principales centrales y organizaciones populares, que remecerá al país. En horas de la mañana piquetes de huelga cerrarán las principales vías y evitarán el funcionamiento del transporte público. Desde las primeras horas de la mañana, columnas de obreros, estudiantes y organizaciones populares, se desplazarán desde cuatro puntos de la Gran Lima hacia la Plaza 2 de Mayo, desde donde se marchará hacia Palacio de Gobierno, para expresarle directamente al Presidente Humala, la enorme bronca contra su gobierno puesto de rodillas al servicio de los grandes empresarios. En varias regiones como Loreto, Lambayeque, Arequipa, Puno, entre otros, también hay acuerdo de paro y se preparan movilizaciones por las principales calles. Una gran jornada de lucha protagonizada por trabajadores y trabajadoras, conmoverá al país demandando soluciones ya.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.

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