La Epoca / Rebelión
Ante la imposibilidad de rebatir los éxitos de la gestión del
presidente Evo Morales, una campaña organizada por la CIA busca, en una
nueva fase de su aplicación, enlodar al ministro de la Presidencia,
Juan Ramón Quintana, por su presunta relación con el narcotráfico y así
afectar la imagen del proceso boliviano. Para ello se sirve del
sicariato madiático.
Una campaña, organizada por la CIA y
ejecutada a instancias de la DEA, se encuentra en marcha para levantar
una ola de sospechas contra el gobierno boliviano por su presunta
relación con el narcotráfico. Para ello usan palabras presuntuosas como
narcoestado, estado fallido o tiranía cocalera . La puerta de entrada,
en esta nueva fase, es el ministro de la Presidencia, Juan Ramón
Quintana, quien incomoda a Washington por sus recurrentes posiciones
radicales contra la presencia estadounidenses en Bolivia. Hasta hoy no
se ha desmentido categóricamente y con datos al Ministro Quintana sobre
la denuncias que él hizo. En todo caso para minimizar y lateralizar los
cuestionamientos del ministro algunos medios y periodistas suelen
apelar a los argumentos provistos por la embajada de los EUU
En
realidad se trata de la segunda fase de una campaña que se activó a
principios de año, cuando una articulación de la CIA y la DEA concentró
sus esfuerzos para elaborar un expediente contra el viceministro de
Defensa Social, Felipe Cáceres, y afectar, de esa manera, la imagen del
presidente Evo Morales, quien irá a la reelección en 2014.
Una
investigación de Jaime Salvatierra publicada por La Época en tres
partes entre mayo y junio da cuenta, con nombres y apellidos, así como
de circunstancias, del ingreso encubierto de dos agentes de la DEA
desde Panamá y la colaboración de otros dos agentes CIA radicados en
Santa Cruz, para participar en calidad de instructores de un curso
organizado por la Fuerza Especial de Lucha contra el Narcotráfico en la
ciudad oriental.
La denuncia, en la que en su tercera
publicación brinda la identidad de otros agentes CIA, no fue negada por
la embajada de Estados Unidos en La Paz. Eso sí, provocó ira.El
encargado de Negocios, Larry Memmot, solo se limitó a dos cosas:
primero a decir al periódico Cambio que se trataba de dos expertos en
seguridad contratados a través de una empresa a la que la FELCN le
pidió colaboración por vía de la NAS y, segundo, a quejarse ante la
Cancillería boliviana porque la nota fue reproducida por el órgano
estatal.
Nueva fase
La nueva fase de esta campaña se
inició el 23 de agosto pasado, cuando el ex prefecto y senador por el
departamento de Pando, Roger Pinto, en su tercer intento fugó del país
hacia el Brasil con la colaboración del encargado de Negocios de ese
país, Eduardo Saboia, un diplomático reclutado por la inteligencia
estadounidense cuando cumplía misión en Washington. No hay que olvidar
que entre Saboia el exembajador brasilero, Marcel Biato, el senador
Ferraco y los agentes norteamericanos en La Paz existe un cálido
romance ideológico antipopular precedido de sus militancias religiosas
radicales .
El diplomático brasileño jugó desde el principio
un papel activo en el caso Pinto, tanto para que se le abriera las
puertas como para que saliera ilegalmente en agosto de este año. Saboia
es quien le organizó a Pinto múltiples reuniones con el encargado de
Negocios de EEUU, Larry Memmot, como la registrada a poco de arribar a
Bolivia el 24 de julio de 2012.
El blanco de la campaña de la
CIA es el ministro Juan Ramón Quintana. Si bien su nombre aparece ya
mencionado en la publicación de la Revista Veja del Brasil en julio de
2012, en la que se habla de “la república de la cocaína”, es ahora que
cobra importancia por dos razones: por un lado,por su presunta relación
con el coronel Fabricio Ormachea, quien está detenido en Miami por
pretender chantajear al empresario boliviano Humberto Roca, dueño de la
quebrada línea aérea Aerosur que fugó dejando una deuda millonaria al
Estado. Y, por otra parte, por las declaraciones de Pinto en Brasil,
donde a pocos días de haber ingresado ratificó las “relaciones
peligrosas” entre personalidades del gobierno de Evo Morales y el
narcotráfico.
Nada más que un apunte sobre la publicación de
Veja. El periodista Duda Teixeira relata en su artículo titulado “La
república de la cocaína”, sobre la base de un presunto informe de la
inteligencia policial boliviana, de una reunión del Ministro y la ex
candidata a la gobernación Jessica Jordán con el narcotraficante
Maximiliano Dorado, en un barrio de la oriental ciudad de Santa Cruz.
Varios
medios de comunicación bolivianos hicieron eco de la denuncia, pero no
le dieron similar cobertura cuando la propia revista brasileña ingresó
en contradicciones sobre la fecha de la supuesta reunión. Primero dijo
que era el 18 de octubre de 2010 y luego un mes después.
¿Por qué Quintana?
La
nueva fase de la campaña contra el gobierno de Bolivia por su presunta
relación con el narcotráfico, una matriz de opinión que la oposición
busca posicionar, encuentra al Ministro de la Presidencia el blanco
perfecto para afectar, como fin último, al presidente Evo Morales.
Quizá
Duda Teixeira, de la revista Veja, ayuda a comprender una de las
razones. Al referirse a Quintana dice: “Es autor de las declaraciones
más antiamericanas del gobierno de Morales” y se le atribuye
directamente “la sugerencia” de expulsar a la DEA en 2008.
Es
evidente que Quintana incomoda a los Estados Unidos por su posición
antiimperial dado su conocimiento académico sobre el triste historial
en la construcción extraterritorial de los EEUU y su dominio violento
contra el mundo. La incomodidad gringa proviene también porque se acusa
a Quintana de romper los vínculos orgánicos y la dependencia que
mantenía la embajada gringa respecto a las FFAA y la Policía Boliviana.
Está claro que perder el control de los aparatos de seguridad
bolivianos para la embajada gringa fue traumático porque impide
prosperar todo proyecto conspirativo desde las filas uniformadas.
Su
papel de primer orden para frenar el golpe “cívico-prefectural” de
2008, particularmente al evitar que la ultraderecha tome
territorialmente Pando luego de la masacre del Porvenir, así como su
incansable denuncia de los planes subversivos de USAID y los organismos
de inteligencia estadounidenses lo han convertido en el objetivo a
destruir.
A eso se suma que Quintana al igual que Cáceres, es un
hombre de confianza de Morales y al levantar sospechas sobre él se
intenta afectar la imagen del primer presidente indígena de Bolivia,
quien es el objetivo principal de la campaña estadounidense.
Brasil, la fábrica de pruebas
De
acuerdo a la información a la que se tuvo acceso, la redoblada
presencia de la CIA y la DEA en Brasil han convertido a ese país en una
“fábrica de pruebas documentales” en contra del ministro Quintana y con
la clara intención de debilitar la imagen del presidente Evo Morales,
quien se dispone a participar en las elecciones de 2014.
De
hecho, la intensidad de la campaña mediática contra el hombre fuerte
del gobierno boliviano se irá intensificando en la medida que se
acerquen las elecciones generales. Esto se explica porque uno de los
objetivos es tratar de que Morales, quien no baja del 59 por ciento de
respaldo desde hace ocho meses, no gane por un alto porcentaje. La
oposición está resignada a perder, unida o dispersa, y lo que busca es
que el MAS no obtenga de nuevo dos tercios en la Asamblea Legislativa
Plurinacional. No hay que olvidar que la gestión política de Quintana
desde el 2008 le privó a la derecha boliviana separatista de seguir
gozando del apoyo del departamento de Pando, un argumento más para
satanizar su trabajo gubernamental.
También figura entre los
hilos de la campaña el involucrar a altos personeros del gobierno en
una supuesta red de abogados que le brindan apoyo a los
narcotraficantes brasileños.
Los agentes CIA en Brasil,
“disfrazados de diplomáticos” según da cuenta una publicación del
diario Folha de Sao Paulo el 16 de septiembre, se encuentran trabajando
arduamente en coordinación con sus pares de Bolivia, Perú y Paraguay
para apoyar la operación.
La instrucción de los agentes
estadounidenses a sus “leales” dentro de la Policía Federal del Brasil
es recolectar toda la información que se pueda para engrosar el
expediente contra el Ministro de la Presidencia de Bolivia, para lo que
en los últimos días se ha trasladado hasta Brasilia el jefe Regional de
la DEA con el objetivo de tomar contacto con Pinto y hacer ajustes
sobre su papel en la campaña internacional. Conviene recordar al
público que la salida de la DEA de Bolivia permitió conocer que Santa
Cruz se había convertido en el centro de operaciones de la DEA para
América del Sur y que al salir la DEA de Bolivia obligó a desmantelar
todo el aparato de seguridad que los gringos instalaron en nuestro país
para controlar el comportamiento político de la región. Golpe por
cierto demoledor que la DEA no le perdona a Quintana y tampoco a Evo.
No
obstante, desde Bolivia varios agentes de los servicios secretos
estadounidenses están viajando hasta Perú, Paraguay y Brasil con el
mismo propósito. Lo hacen generalmente por tierra para no llamar mucho
la atención de la oficina de Migración en los aeropuertos y
aprovechando las limitaciones que existen para un adecuado control en
las fronteras.
Veamos algunos ejemplos:
- Alton Eugene Dawsey, salió el 14 de junio y regreso el 17 de junio.
- Gregory Reynolds Alston, salió el 22 de junio y regresó el 4 de julio.
- Richmond Paul Blake, salió el 22 de mayo y regresó el 3 de junio.
- Alejandro Lee Johson salió el 27 de junio y regresó el 5 de julio. El mismo regresó el 20 de agosto, aunque no hay señales del día en que volvió a cruzar la frontera.
- Donald Loren Frerichs, salió el 30 de mayo y regresó el 4 de agosto.
- Geofrey Frederich Schadrak, salió el 19 de julio y regresó el 6 de agosto.
De todos ellos, el último es el jefe de la estación CIA en Bolivia y el responsable de la campaña contra el gobierno boliviano.
Los operadores de la campaña son varios y no necesariamente tienen relación directa entre ellos.
Entre
los políticos bolivianos, cuya relación con la derecha brasileña,
colombiana y venezolana es bastante estrecha, figuran los
parlamentarios de Convergencia Nacional (CN) Adrián Oliva y Norma
Piérola y otros, quienes junto a Pinto gozan de la confianza de la
inteligencia estadounidense. De hecho, el agregado militar, Tcnl
Patrick Mathes, un predilecto oficial de la Agencia de Inteligencia
para la Defensa (DIA) y colaborador de la CIA, se reunía con los tres
políticos de manera permanente, particularmente en el Hotel Camino Real
de la zona sur de La Paz, según da cuenta el investigador ruso Nil
Nikandrov a fines de 2012.
El investigador ruso sostiene
textualmente que “El director de misiones de la USAID en Bolivia, Wayne
Nilsestuen y su equipo consiste en operativos de la CIA que trabajan
bajo cobertura diplomática. La estación de la CIA en Bolivia existe
bajo la fachada del departamento político de la embajada. Las
verdaderas actividades del personal de este departamento no son ningún
secreto para el servicio de contra-espionaje de Bolivia. Geoffrey
Schadrack es el residente de la CIA y sus subordinados Roberto Crotty,
Eric Whittington, Richmond Blake, Eric Camus y otros, la mayoría
bastante jóvenes….”
De todos los mencionados por la publicación
del euroasiático, Whittington se marchó el 26 de junio y Roberto Crotty
el 31 de julio, después de haber quedado al descubierto por las
publicaciones de La Época.
Al destaparse la actividad de la
inteligencia estadounidense en La Paz, Mathes abandonó también Bolivia
y lo sustituye en sus funciones Dennis Fiemeyer, quien trabajó antes en
Paraguay.
Un segundo nivel de operadores está conformado por
algunos miembros de la Policía Federal del Brasil, que está archivando
toda la información de la DEA contra Bolivia y operando con la CIA a
espaldas del gobierno de la presidenta Dilma Rousseff.
De hecho,
dos policías encubiertos de Brasil, cuya identidad está en
investigación, fueron destacados en los últimos tiempos a una unidad de
la FELCN de Santa Cruz, respaldados en su trabajo por aparatos de
escucha.
El uso que la CIA y la DEA hacen de la Policía Federal
del Brasil se ha intensificado luego del convenio antidrogas firmado en
2010, bajo el argumento de la cercanía de la Copa Mundial de Fútbol y
de los Juegos Olímpicos. La CIA está presente en la mayor parte de las
bases de la policía federal en todo el país y “lo que más hay es
americano transvestido de diplomático haciendo investigaciones en
Brasil”, afirma el director de la Federación Nacional de Policías
Federales (Fenapef), Alexandre Ferreira al diario Folha de Sao Paulo.
Un
tercer nivel de operadores está integrado por periodistas que tributan
información a la revista Veja y a la cadena Univisión de Miami. Estamos
hablando de Douglas Farah, Duda Teixeira y Emilio Martínez en el caso
de la primera, y Gerardo Reyes y Casto Ocando para la segunda.
La
relación de estos periodistas con los servicios secretos
estadounidenses es de años. Douglas Farah, que según la propia revista
Veja “dirige informes de seguridad para empresas privadas y órganos del
gobierno americano”, es un periodista “asesor en seguridad nacional”
que hace poco dijo: “los niveles de complicidad de las autoridades de
Bolivia con los carteles internacionales de la droga no son ajenos al
gobierno de Estados Unidos”.
Las relaciones de Farah con la
ultraderecha boliviana son bastante estrechas y es una de las fuentes
más importantes para la revista Veja en su ataque al gobierno
boliviano. Como parte de esa relación el periodista se encargó de
garantizar a la hija de Roger Pinto ante el consulado estadounidense
para que viaje en calidad de turista en febrero de 2009.
Emilio
Martínez es un periodista uruguayo que reside en Bolivia desde hace
muchos años y en sus publicaciones, artículos y un par de libros, acusa
al gobierno de Morales por su relación con el narcotráfico y
descalifica el operativo de abril de 2009, cuando los órganos de
seguridad desmontaron una banda de sicarios extranjeros encabezados por
el croata Eduardo Rózsa.
De los otros mencionados, en los
últimos días se ha mostrado muy activo el periodista Gerardo Reyes de
Univisión de Miami. Tras la detención del policía Fabricio Ormachea en
Estados Unidos, ha señalado que se trata del “principal operador
político de Juan Ramón Quintana dentro de la Policía Boliviana” y
además dice que ese policía, designado en 2009 como jefe de operativos
de la FELCN, “respondía directamente” al actual Ministro de la
Presidencia.
En fin, ante la imposibilidad de contar con armas
legítimas para enfrentar a Evo Morales, la CIA está en plena campaña
internacional para desacreditar el proceso boliviano. Para hacerlo más
creíble y ocultar su verdadero objetivo, ha encontrado en Quintana a su
blanco al cual atacar. Queda claro entonces que la derecha boliviana
tiene una vez más a la CIA y a la DEA como a sus grandes operadores
políticos en tiempo de vacancia intelectual y carencia de programa
político. De eso trata el imperio, de hacer el trabajo de sus lacayos
ideológicos criollos.
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.
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