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lunes, 3 de junio de 2013

LA OTRA LISTA DE LOS CAÍDOS

La más grande; la más vergonzosa para el Estado criollo
Respuesta a la columna de Alfred Kalschmitt “La lista de los caídos” del 31-05-13 en Prensa Libre

¿Quién no llora a sus muertos? No existe en esta vida alguno que tenga el corazón tan frío como para que la calidez del recuerdo de sus seres queridos no lo enternezca. “Si vosotros siendo malos sabéis dar buenas dadivas a vuestros hijos, cuanto más vuestro Padre celestial sabrá dar buenas dádivas a quienes le obedecen”, sentencia la Biblia en uno de sus pasajes.
Sale a colación dicha sentencia pues llama poderosamente la atención la postura del señor Alfred Kalschmitt que en su columna del viernes 31 de mayo en Prensa Libre de Guatemala: “La lista de los caídos”, hace una solemne, dramática y conmovedora mención hacia los más de dos mil muertos en combate provenientes del Ejército Nacional.
Después de una apasionante alusión, olvida Kalschmitt, que la gran mayoría de estos, eran combatientes quienes, armas en mano, cayeron luchando contra sus similares de la guerrilla y no gente desvalida, desarmada e inocente como los niños a los cuales mataron esos mismos “combatientes” de su “glorioso” Ejército Nacional a quienes canta sus odas, cometiendo además el desparpajo racista que expele su espíritu de ladino desorientado, cuando en líneas posteriores hace alusión peyorativamente a las víctimas de sus “valerosos soldados” reduciéndolos a frutos imaginarios de “literatos y cuentistas”… con los cuales “…han cautivado a una audiencia nacional e internacional para captar apoyo político y financiero”.
Sigue diciendo don Alfred que “hasta el día de hoy resulta difícil entender los ideales que justifican levantarse en armas y tomar el poder…”. Por supuesto, ¿Qué podría entender el señorito quien envuelto en bata de seda, calzado con pantuflas y con taza de café de exportación en mano ve desde su chalet a los indios de Atitlán encorvados bajo el peso de la leña juntada en el campo para cocinar y calentarse? Que tontería esa de juntar chiriviscos habiendo estufas.
¿Qué puede entender él de trabajos cuando nunca los ha pasado por provenir de familias siervas de oligarcas?
Negar la muerte de miles -más de doscientos mil para información del escribiente-, en el lado del pueblo llenaría páginas de páginas de cualquier matutino. La única diferencia es que detrás de las víctimas civiles no hay jugosas cantidades para pagar su publicación ni intenciones macabras para arrancar conmiseraciones populistas. Solo en los corazones de sus sobrevivientes está grabado el dolor de sus nombres y su memoria.
Aparte de ello, con esas devociones, Don Alfred fustiga al ciudadano común el disparate de haberse levantado en armas ante las injusticias que ni él ni sus lacayos jamás han padecido, por tanto, jamás entenderán.
Los que viven a diario los padecimientos de la miseria saben certeramente que no hubo disparate alguno en aquellos momentos, sino un apremio colosal, así como hoy tampoco lo hay, pues las condiciones siguen siendo similares a las de aquellos tiempos y quizá más pues los indicadores de pobreza extrema y exclusión en vez de mermar van creciendo como la impaciencia en la mayoría del pueblo.
Que don Alfred le rinda pleitesía a la memoria de sus caídos. Todo derecho le asiste. Nosotros le rendiremos reverencia a la memoria de los miles que cayeron sin siquiera tener conciencia del por qué los asesinó la gloriosa tropa del columnista que, en la paradojas de la vida, la mayor parte de sus miembros, sufren también la miseria y la exclusión a que sus amos, después de usarlos como perros de caza, los condenaron.
Para información de don Alfred, con el objetivo de que con sus torpezas siga insultando la memoria de las víctimas del genocidio, aquí sigue habiendo dos Guatemalas. La patria del criollo y sus serviles, y la patria nueva que se reviste de pueblo. Que se baña en las aguas de la esperanza y de una nueva sociedad donde ese criollo y sus devotos deben y tienen que desaparecer.

Colectivo “La Gotera”

Guatemala, 31 de mayo de 2013

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