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Revista Veintitrés
Tras las declaraciones de Edward Snowden, exagente de inteligencia estadounidense, circularon detalles de lo que es un secreto a voces: el Gran Hermano del Norte espía a todo el mundo. Cómo es el sistema tecnológico y cuáles las empresas continuamente monitoreadas. |
Al
margen de los efectos políticos que pueden generar en el gobierno de
Barack Obama, las recientes revelaciones del ex agente de inteligencia
Edward Snowden dejaron en evidencia que desde el 11 de septiembre de
2001 Estados Unidos se ha convertido en un Gran Hermano global, con
facultad de acceder a la computadora de cualquier habitante del
planeta. El ex empleado de la Agencia de Seguridad Nacional (NSA)
confesó que dicho organismo posee un programa denominado Prism, por
medio del cual tiene acceso directo a los servidores de las nueve
empresas más importantes de Internet, entre las que se encuentran
aquellas tan familiares en el uso diario como Google, Facebook o
Microsoft.
A través de dicho programa, la inteligencia estadounidense
puede vigilar correos electrónicos, videos o fotos que se emiten desde
el lugar más recóndito del globo. Las apasionantes historias de
espionaje de John Le Carré o Graham Greene quedaron tan archivadas como
la Guerra Fría. Estados Unidos ya no necesita de doble agentes para
desestabilizar a gobiernos que se oponen a sus políticas imperiales. Le
alcanza con crear organizaciones no gubernamentales (ONG) con supuestos
fines benéficos, financiadas por sus agencias de inteligencia, y a
través de programas como el Prism acceder a información de primera mano
para operar en la política interna de esos países. En la región, países
como Venezuela y Bolivia han llegado a graves conflictos diplomáticos
por las acciones llevadas adelante por estas ONG. Pero nadie impide que
el largo brazo norteamericano pueda llegar hasta nuestras costas. Como
sostiene ante Veintitrés Ariel Garbarz, ingeniero en Telecomunicaciones
y coordinador del Proyecto Nacional de Seguridad Teleinformática de la
UBA, “cualquier correo electrónico, desde Hotmail, Yahoo! o Gmail,
entre dos vecinos de un mismo barrio, supongamos María y Juan –en
cualquier cuidad o pueblo de la Argentina– sube hasta los Estados
Unidos y después baja recorriendo las decenas de miles de kilómetros
del anillo de fibra óptica estadounidense, aunque María y Juan vivan
uno al lado del otro”.
La NSA fue creada en 1952
por el presidente Harry Truman para interceptar las transmisiones de
radio. Pero su existencia se mantuvo oculta por más de veinte años. La
opacidad que rodeó históricamente a esta agencia no fue alterada con la
llegada de Obama a la presidencia de Estados Unidos, pese a sus
promesas de transparencia. Es más, fue a partir de su presidencia que
se puso en marcha el programa Prism que permite a la NSA tener acceso a
los servidores de Microsoft, Google, Yahoo!, Facebook, YouTube, Skype,
AOL y Apple para que sus agentes puedan consultar los e-mails, videos o
fotos enviados por cuentas vinculadas a esas empresas. Para tratar de
calmar la ira que provocó entre los ciudadanos norteamericanos saber
que el Estado viola su intimidad, el director de la NSA salió a aclarar
que el espionaje se lleva adelante “únicamente para personas que viven
fuera del país”. Los ciudadanos que vivimos en el resto del mundo,
agradecidos por la revelación del funcionario estadounidense.
Lo
cierto es que tras los atentados a las Torres Gemelas del 11 de
septiembre de 2001, la NSA obtuvo mayores facultades para poder llevar
adelante sus trabajos de espionaje en todo el mundo, con la excusa de
evitar que se repita cualquier tipo de acción terrorista en territorio
estadounidense. Las reglas por las que se rige la agencia son secretas
y sólo las conocen los asesores más allegados al presidente
norteamericano. Como fruto de sus espionajes, la NCA detenta en la
actualidad el mayor archivo de datos digitales y en pocos meses contará
con un complejo en el desierto de Utah que le permitirá procesar y
almacenar el equivalente a cinco veces el total del tráfico anual de
Internet a nivel mundial. De acuerdo con lo que reveló Snowden, en las
entrevistas que concedió al diario británico The Guardian y al
estadounidense The Washington Post, a través del programa Prism la
agencia recopiló unas 3.000 millones de piezas de información de
computadoras estadounidenses, solamente durante el mes de marzo pasado.
Teniendo en cuenta que el mayor foco de atención de la agencia está
puesto fuera de las fronteras de su país, resulta escalofriante saber
la cantidad de información con la que puede llegar a contar Estados
Unidos. Según el propio Snowden, fue de Irán de donde la NSA obtuvo la
mayor cantidad de información. La lista se completa con Pakistán,
Jordania, Egipto y la India. China, Arabia Saudita y el propio
territorio estadounidense son otras “zonas calientes” en las que opera
la voracidad de la agencia norteamericana.
En
estos días salió a hablar el ex titular de la NSA, quien no sólo
ratificó los dichos de Snowden sino que reveló los motivos por los
cuales se alejó de la agencia. “Dejé la NSA porque comenzaron a espiar
a todo el mundo dentro del país”, afirmó William Binney. También
ratificó que la agencia recaba datos de redes sociales, correos
electrónicos y registros de llamadas telefónicas, tanto fuera como
dentro de los Estados Unidos, sin ningún tipo de orden judicial.
Un cóctel explosivo en la región.
Así
como utilizan toda esta tecnología para obtener información directa de
la política doméstica de cualquier país, las agencias de inteligencia
estadounidenses financian a organizaciones no gubernamentales con el
objetivo final de desestabilizar a los gobiernos. En la región, los
casos más patentes son los de Bolivia y Venezuela. El 1 de mayo pasado,
el presidente Evo Morales decidió echar de su país a la Agencia
Internacional de Desarrollo de Estados Unidos (USAID) por llevar
adelante comprobadas acciones de infiltración política, económica y
cultural. Morales le hizo llegar a Obama documentación que registraba
la participación de la USAID en el financiamiento y asesoramiento de
organizaciones, partidos políticos y cámaras empresariales conspiraron
en el intento del golpe de Estado de 2008. Ante la pasividad y falta de
respuesta del gobierno estadounidense, fue que finalmente Morales tomó
la decisión de expulsar a la USAID.
En Venezuela, Wikileaks
filtró un telegrama del 2008 del embajador estadounidense que revelaba
que una docena de organizaciones no gubernamentales recibían
financiamiento del gobierno de Estados Unidos a través de la propia
USAID y de la Oficina de Iniciativas de Transmisión (OTI). Los
objetivos de estas ONG son aparentemente bien intencionados: el cuidado
del medio ambiente o mejorar el reciclaje de basura en Caracas. Sin
embargo, el telegrama del embajador William Brownfield enviado al
Departamento de Estado revela los verdaderos fines de estas
organizaciones: “La infiltración en la base política de Chávez... la
división del chavismo... la protección de los intereses vitales de
Estados Unidos... [y] el aislamiento internacional de Chávez”.
Vale
señalar que la USAID también financia ONGs y fundaciones en la
Argentina, que están claramente vinculadas con dirigentes de la derecha
vernácula (ver recuadro).
Cómo espían en la Argentina.
Por
supuesto que los alcances del sistema de espionaje desarrollado por
Estados Unidos llegan hasta la Argentina. Garbarz sostiene que a través
de este programa Prism la NSA “utiliza interceptores denominados IMS
(Interception Management Systems) para la captura masiva de
comunicaciones fuera de Estados Unidos sobre Internet y sobre la red
telefónica fija y móvil”. Agrega que “los IMS son unidades de
adquisición activas e inteligentes conectados mediante gateways a los
anillos troncales internacionales de fibra óptica, en donde se
concentran las redes de conmutación de paquetes y de conmutación de
circuitos digitales”. Asegura que para llevar adelante las
intercepciones que realizan en el Cono Sur “capturan del anillo
submarino que se cierra en Miami y viene del Atlántico, por la
Argentina, y del Pacífico, por Chile”.
Garbarz señala que a
través de estos IMS la NSA monitorea todo el flujo de datos y los
almacena transitoriamente. Pero solamente puede capturar y procesar
aquellos de los que tenga un perfil predeterminado. “Por ejemplo, todas
las conversaciones de un ministro, dirigente, empresario o militante
popular con un determinado número de teléfono o dirección de correo
electrónico”, grafica. El Prism cuenta con unidades de adquisición
activas e inteligentes que buscan en las redes esos perfiles
predeterminados y se llevan copias de los correos, sms, voz digital y
localizaciones geográficas de celulares desde las centrales y desde los
servidores locales de cada país. “Es decir que no necesitan conexión
física local para pinchar, como sí necesita la SIDE, la cual sólo opera
bajo órdenes judiciales, siendo tecnológicamente accesible para su
auditoría. En cambio, los activos de la NSA son muy difíciles de
controlar judicialmente ya que las conexiones para pinchar son lógicas
y no físicas”, afirma.
Con todo, Garbarz señala que en su
momento el presidente Néstor Kirchner promovió un programa de control
de las intercepciones ilegales y la encriptación de canales telefónicos
oficiales. En consecuencia, desde hace cuatro años existe “un convenio
de asistencia técnica entre la Comisión Nacional de Comunicaciones y la
Universidad Tecnológica Nacional que evitó cientos de miles de
intercepciones desde el exterior”. Un paliativo, al menos, para
contrarrestar los alcances del Gran Hermano del Norte.
La conexión local
Como
en otros países de la región, también en la Argentina hay ONGs y
fundaciones que reciben financiamiento de los servicios de inteligencia
de Estados Unidos y que buscan interferir en la política doméstica. La
Fundación Libertad en Rosario –que anualmente organiza en dicha ciudad
un seminario sobre Latinoamérica con la presencia del español José
María Aznar y el peruano Mario Vargas Llosa (foto)– y la Fundación
Pensar –verdadero think tank del macrismo– reciben dinero fresco de la
Agencia Internacional para el Desarrollo (USAID en sus siglas en
inglés) y la National Endowment Foundation (NED). Ambas organizaciones
dependen de la CIA y han sido denunciadas en su momento por atentar
contra los gobiernos democráticos de Venezuela y Bolivia.
En
2008, en pleno conflicto del gobierno nacional con las patronales
agrarias a partir de la aplicación de la resolución 125, la Fundación
Pensar jugó abiertamente a favor de la Mesa de Enlace, brindando cursos
de formación a pequeños y medianos productores vinculados a la
Federación Agraria. Tanto la Fundación Libertad como Pensar tienen
también lazos con la Fundación para el Análisis Económico Social
(FAES), que dirige Aznar, y la Fundación Internacional para la
Libertad, liderada por Vargas Llosa.
El consejo de
administración de la Fundación Pensar está presidido por el propio
Mauricio Macri y lo integran la mayoría de los miembros de su gabinete,
como el secretario general del gobierno porteño, Marcos Peña, y el
ministro de Desarrollo Económico, Francisco Cabrera. Su vicepresidente,
Gerardo Bongiovanni, es un hombre experto en crear fundaciones. Es
presidente de la Red Libertad, que nuclea a 18 think tanks del interior
del país, y es secretario general de la Fundación Internacional para la
Libertad. También figura como vocal el dirigente tucumano Pablo Walter,
ex senador nacional por Fuerza Republicana, el partido del fallecido
represor Antonio Bussi, condenado por delitos de lesa humanidad.
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