08 de noviembre, 2016. Revolución TRESPUNTOCERO).- México ha sido un punto de encuentro para migrantes que dejaron de tener contacto con sus familiares y que año con año las madres, principalmente, son quienes los buscan en la Caravana de Madres Centroamericanas en busca de sus hijos desaparecidos.
Uno de estos casos, es el de Jorge
Alberto Reyes y su madre Santos del Socorro Rojas, provenientes de
Nicaragua. “Tuve que dejar a mi esposa y cuatro hijos para encontrar un
mejor futuro fuera de mi país, pero desde hace más de 9 años deje de
comunicarme con mi familia”. Después del encuentro, él, explico que
“perdió el único número de telefónico que tenía para comunicarse, y no
había regresado a su país ya que no cuenta con papeles migratorios”; los
hechos se suscitaron en 2013, en una de las visitas a este país por
parte de las madres.
De acuerdo al Movimiento Mesoamericano,
“uno de los motivos frecuentes por el que los migrantes dejan de tener
comunicación con su familia, se desarrolla a partir que son víctimas del
crimen organizado, o se vuelven parte de este.
Durante su tránsito por la República no
lograron pasar la frontera norteamericana y son deportados. Muchos de
ellos han expresado la vergüenza que sería regresar a sus casas sin
haber conseguido llegar a Estados Unidos, y optan por establecerse en
la frontera de Guatemala con México, después prefieren olvidar su lugar
de origen y a las personas más allegadas a ello”.
El próximo 15 de noviembre ingresará a
México la XII Caravana de Madres Centroamericanas en busca de sus hijos
desaparecidos. Las delegaciones de Nicaragua, Guatemala, Honduras y El
Salvador coincidirán en la frontera de La Mesilla, en el departamento
guatemalteco de Huehuetenango, para de ahí ingresar al territorio
mexicano y recorrer parte de la ruta migratoria que vienen escudriñando
desde hace 17 años en la búsqueda de pistas de sus hijos.
La Caravana es auspiciada por el
Movimiento Migrante Mesoamericano y con apoyo de una amplia red de
organizaciones humanitarias mexicanas e internacionales, “la caravana
dejará su huella y levantará su voz en 11 estados y 30 localidades del
país donde se visitarán albergues, cárceles, y las calles de los
poblados y caseríos por los que han pasado sus hijos en ruta hacia el
norte a realizar la labor de la cual son fundadoras y expertas:
visibilizar la ausencia miles de centroamericanos que han venido
desapareciendo en México desde hace décadas”, mencionan los activistas.
Este año han decidido transitar por
nuevas rutas. El punto de ingreso marca el inicio de una ruta que aunque
no es nueva, ha venido engrosándose a partir de que los planes de
contención y aprehensión del Plan Frontera Sur, que han obligado a
desdibujar el tránsito por el territorio aumentando los riesgos y
amenazas durante el viaje.
Luego de ingresar por La Mesilla, la
caravana se dirigirá a Frontera Comalapa, Nueva Linda, Comitán y San
Cristóbal de las Casas, Chiapas, para seguir el rastro de la ruta por la
sierra y selva.
De ahí, la ruta los lleva al corredor
migratorio conocido como la ruta del Golfo, Tabasco y Veracruz, donde
las condiciones de tránsito han empezado a mostrar los niveles de
violencia y amenaza que tuvieran hace apenas unos años.
Cabe recordar que aun cuando en años
anteriores sí hubo disminuciones en las tasas de secuestros, asesinatos,
violaciones y asaltos a migrantes por parte del crimen organizado o
redes de delincuencia local, estos hechos violentos han vuelto a
repuntar poniendo a la población migrante en extrema condición de riesgo
donde muchas personas desaparecen, “y otras terminan siendo fuente de
ingreso para los actores criminales y sus cómplices oficiales”, han
denunciado numerosas organizaciones defensoras de derechos humanos.
El trayecto de la Caravana de Madres
Centroamericanas en busca de sus hijos desaparecidos. continuará hacia
Hidalgo, San Luís Potosí, Guanajuato y Querétaro, Ciudad de México,
Tlaxcala y Puebla, donde se realizarán actividades de denuncia y
búsqueda, y por último se dirigirá de nuevo a la frontera sur vía Oaxaca
y Chiapas.
Esta vez será por la ruta del Pacífico,
donde los operativos, retenes y puntos de control y vigilancia en los
que se cometen constantes abusos han dado lugar a que, “además que los
migrantes se separan de la línea de referencia de las vías del tren,
también han adoptado la ruta del mar Pacifico anteriormente casi
exclusiva de tráfico de drogas, armas y contrabando y en la que ya han
ocurrido trágicas muertes de niños”, se ha mencionado.
Las madres han afirmado que, la presencia
de los medios de comunicación siempre es una garantía, no sólo para dar
a conocer los trabajos de la caravana y las causas que la motivan, sino
también porque la presencia asegura la visibilidad, la presión a la
autoridad, “no dejar que el olvido borre la magnitud del problema y son
de gran apoyo en la localización de las personas buscadas por sus
familias”.
Es por ello que han solicitado a las
agencias de noticias, a corresponsales, reporteros de medios nacionales e
internacionales y la industria de la comunicación, que cubran
ampliamente las acciones que las madres realizan en esta caravana de
denuncia y de búsqueda de sus hijos de los que tuvieron noticia por
última vez desde algún lugar del territorio mexicano.
Otras madres han tenido que llorar la
muerte de sus hijos, a quienes han encontrado en fosas comunes en algún
punto del país; la hondureña Rosa Nelly Santos había sido la más fuerte
de las 40 madres centroamericanas que buscan a sus hijos desaparecidos
en México cuando intentaban llegar a Estados Unidos, pero al encontrarse
frente al cementerio municipal de Arriaga, Chiapas, no pudo parar de
llorar.
Porque ahí la municipalidad ha enterrado a
los cadáveres de migrantes sin identificar. “Están enterrados como
perros no tienen ni una cruz, no sé qué es lo que hacen los cónsules por
nuestros hermanos centroamericanos”, dijo la madre centroamericana
después de observar el sitio donde los migrantes centroamericanos son
sepultados.
El sitio donde sepultan a los migrantes
“sin dueño” no es más que un espacio donde crece la maleza. “Los cuerpos
han sido tirados en hoyos, no hay ni una cruz que identifique que ahí
hay alguien sepultado”, denuncian las madres, que aseguran que las
autoridades mexicanas no tienen “el mínimo sentimiento por quienes
mueren lejos de sus hogares”.
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