Perú
La intervención física
en los Cuarteles de Keiko Fujimori en Lima, caldeó el escenario nacional
y puso en jaque a la Mafia justo en el momento que retomaba la
ofensiva, dispuesta a hacerse de todos los resortes del Poder. En otro
escenario, el Presidente de los Estados Unidos de Norteamérica dispuso
la ciudad de Jerusalén fuese la capital de Israel. No le importó la
historia, las creencias de la gente, las religiones, ni el contexto Se
guió, apenas, por su conocida vocación belicista que lo lleva a generar
conflictos en uno u otro rincón del planeta.
La cosa está tan
revuelta aquí, que mañana podríamos enterarnos que el Donald de hoy
resolvió también que la Presidenta del Perú sea Keiko Fujimori. Por lo
pronto, ya cubrió de elogios al chinito de la yuca y aseguró de él, que
había sido un “magnífico mandatario”. De pronto podría, el precario
habitante de la Casa Blanca, llegar a la conclusión que “sería mejor”
tensar las cuerdas en América Latina y alborotar el cotarro en esta
parte del mundo, con un cambio inesperado. Después de todo, hoy está
Temer en Brasil y Macri en Argentina; en tanto que Washington busca
consumar un nuevo Golpe de Estado en Honduras.
Que Trump pueda
pensar en la posibilidad de deshacerse de Pedro Pablo Kuczynski,
pareciera francamente remoto y hasta iluso. Después de todo, PPK es
“hombre de ellos” casi desde su nacimiento, hasta nuestros días, Iría
entonces contra toda lógica acabar con esa relación idílica para tentar
una aventura cualquiera. Pero el nuevo Halcón es imprevisible. Con él,
cualquier cosa puede ocurrir.
La verdad es que en las últimas
semanas el escenario político peruano se ha deteriorado de tal manera
que las instituciones formales, penden de un hilo. Desde el Congreso de
la República la Mafia Fujimorista pretendió colocar al Presidente contra
las cuerdas exigiéndole “comparecer” ante una Comisión Investigadora
Parlamentaria. En verdad, la idea no era propiamente “investigarlo”,
sino más bien doblegarlo, “maletearlo”, humillarlo. Demostrarle que, en
este país, ellos son el Poder, y que él, con su investidura a cuestas,
“está en sus manos”.
Fracasado el intento de citarlo
contraviniendo disposiciones constitucionales, los inquisidores del
Legislativo, optaron por convocar a su esposa, la señora Nancy Lange,
como un modo de arrinconarlo aún más. “si no vienes tú, traemos a tu
mujer, ya verás”, pareció ser el mensaje crudo y directo que llegó a la
sede gubernamental capitalina en los últimos días
Es en este
esquema, que se analiza abiertamente el pedido de Vacancia del Jefe del
Estado, solicitado formalmente por una congresista sedienta de
figuración. Ella misma fue la que incendió la pradera con la citación a
la “Primera Dama”, que fuera acogida al instante por la Comisión Lava
Jato que encabeza la fujimorista Rosa Bartra. Este es, casi, el epilogo
de una historia que lleva más de un año. Y es que, como lo dijimos desde
un inicio, el Presidente peruano de origen foráneo, está en la línea de
mira. Lo quieren echar del gobierno las fuerzas más conservadoras y
corruptas de la vida nacional, empeñadas –como están- en apoderarse, uno
a uno, de todos los resortes del poder para hacer su agosto en enero,
es decir, pronto.
En verdad, eso estaba alcance del
entendimiento de cualquier persona con dos dedos de frente. La Mafia no
le perdonaría nunca a Pedro Pablo Kuczynski el haber vencido a Keiko en
los comicios del 2016, como no le perdonó a Ollanta Humala haberlo hecho
el 2011, Esas afrentas, se pagan, y a muy alto precio.
Que eso
habría de ocurrir, se sabía desde julio del año pasado, cuando el
mandatario peruano comenzó su gestión gubernativa. Y por eso se le
aconsejó siempre una defensa estratégica que se desenvolviera a la
ofensiva. Ella no ocurrió. El Presidente optó por una voluntad
conciliadora y buscó “acuerdos bajo la mesa” con la idea de “asegurar la
gobernabilidad”. Una a una sus propuestas fueron rechazadas al tiempo
que la “Prensa Grande” insistía en una sola letanía.
Para
“asegurar la gobernabilidad” -decía- hay que hacer un “pacto” entre PPK y
el Fujimorato, una suerte de “convivencia” que facilite la libertad del
“chinito de la yuca”, cuyos crímenes y latrocinios gozan, aún hoy, de
virtual impunidad. Como tal “acercamiento” no pudo concretarse por la
decidida resistencia ciudadana; entonces vino la descarga de fusilería
que aparece hoy.
¿Podría la Mafia Fujimorista “vacar” al Jefe
del Estado? Es claro que podría hacerlo. Votos tiene, suficientes, en el
Congreso de la República para adoptar la decisión, promover el
desgobierno y convocar a nuevos comicios en los que el Keikismo correría
en cancha virtualmente en solitario. Por lo pronto, se ha rasgado las
vestiduras victimándose con el tema de “sus locales”, pero allí se han
intervenido documentos incriminatorios que les complicaran la vida. Lo
veremos.
En política, la definición de asuntos, tiene otros
aditamentos. La movilización popular tendrá un notable papel, sin duda. Y
ella –que se expresa ya sensatamente contra la corrupción en todos sus
matices- no dejará de tener en su línea de mira a los principales
implicados en la misma: Alan y Keiko; comprometidos ambos en
desaguisados de la más alta envergadura.
La presión de los
medios deberá ser, también tomada en cuenta. Después de todo, ellos son
un Poder, Y han de jugar sus propias cartas para consolidar su dominio y
salvar lo que quede después del Tsunami brasileño: O’Debrecht, OAS,
Lava Jato y otras. Apostarán a lo más rentable, sin lealtad a valores,
principios, o leyes. Como en todos los casos, el pragmatismo será su
divisa.
Y la embajada yanqui jugara su papel. En todas partes,
es la encargada de organizar -en nuestro tiempo- los Golpes de Estado.
Así ocurrió en Tegucigalpa para derribar a Manuel Zelaya en acción que
ahora se repite; en Asunción –contra Lugo- y en Brasilia para acabar con
la administración de Dilma. ¿Será el Perú una excepción?.
Quizá si una señal con el dedo defina en lo inmediato el tránsito de la
crisis peruana. Si apunta hacia arriba, PPK podría conservar la
esperanza. Si hacia abajo, marcaria un nuevo, y funesto, rumbo.
Gustavo Espinoza M. Colectivo de dirección de Nuestra Bandera.
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