El derecho de los votantes a conocer la salud de políticos es incuestionable...el punto aquí es ¿cómo se procesa la información y con qué propósitos?
¿Cuentan todos los sectores sociales con las herramientas necesarias para abrir un debate de esta índole?
Por: Patricia Barba Ávila (Seti)
Variadas y creativas han sido las estrategias para descalificar a candidatos a la presidencia de un país, que van desde armarle un escándalo sexual hasta inventar o enfatizar una condición médica. El caso de Dominique Strauss Khan, el candidato socialista que podría representar una eficaz oposición a Sarkozy para la presidencia de Francia, es un ejemplo fiel del primer caso de lo que llamaríamos "desafuero moral". La otra modalidad es la de difundir en forma obsesiva la condición médica del personaje considerado incómodo o peligroso para ciertos intereses y aquí los casos sobran: Fidel Castro, Hugo Chávez, Dilma Rousseff, Cristina Fernández, Andrés Manuel López Obrador, Josefina Vázquez Mota, entre otros.
Si bien es cierto que los votantes tenemos el derecho de conocer el estado tanto físico como mental de un potencial presidente, gobernador, alcalde, etc., es importante puntualizar aquí varias cuestiones: a) ¿Con qué propósito se hace hincapié en la salud de un ente político? b) ¿Se cuenta con las herramientas --en términos de información fidedigna y científica-- para generar un debate sobre este importante aspecto? c) ¿Existe la garantía de cabal salud y de longevidad en la especie Homo Sapiens? En otras palabras: ¿podemos afirmar con certeza que nuestra vida se prolongará equis número de años?
Debido a que nadie en este planeta puede asegurar que vivirá un lapso de tiempo determinado, es que se ha incluido en la Carta Magna las provisiones para la continuidad de la gestión en caso de enfermedad o muerte del gobernante, sin que esto signifique eludir el tema de su condición física y mental, las cuales deberían ser óptimas, idealmente hablando. Sin embargo, en tiempos electorales, hemos visto toda una gama de intentonas de descalificar a personajes que amenazan los intereses de cierto grupo. En 2005 se armó todo un complot para eliminar a Andrés Manuel López Obrador de la contienda por la presidencia del país, mismo que fue conjurado con la salida de millones de ciudadanos a la calle para oponerse al desafuero. Como la táctica no dio resultado, exploraron otra avenida: el desafuero médico. No hay que olvidar que en un mítin, López Obrador sufrió una suerte de mareo y esto sirvió para todo un circo mediático con el que soñaron --sin lograrlo-- borrarlo de la presente elección y, además, se llegó a descalificar recientemente a su gabinete por razones de edad avanzada (???); el artículo más conspicuo por su nivel de estulticia, fue el escrito por Leo Zuckerman. Tampoco se me escapa el caso de Fidel Castro, a quien los medios "mataron" antes de tiempo; o el del Presidente venezolano Hugo Chávez, cuya enfermedad ha sido explotada hasta la náusea por los poderes fácticos que se han visto afectados por su gestión al frente de la Revolución Bolivariana.
Por otra parte, el otro aspecto que --en mi opinión-- debería ser motivo de preocupación permanente, es la viabilidad de un candidato en términos de su solvencia moral, condición que puede mejorar si existe la voluntad para ello. Es decir, aunque no es imposible, sí resulta improbable que con sólo desearlo desaparezca una enfermedad; sin embargo, cuando se quiere, la deshonestidad sí puede irse eliminando del quehacer político.
En suma, es innegable que la condición física, moral e intelectual de alguien que pretende presidir un país, son factores importantes para el buen desempeño de un gobernante; sin embargo, antes de iniciar un debate sobre el tema es indispensable analizar con qué tipo de información se cuenta, la cual deberá estar exenta de prejuicios y falsas nociones. Es cierto que alguien que padece cáncer, diabetes, hepatitis, depresión/ansiedad, o cualquier otra enfermedad, podrá ver afectado su desempeño durante determinado período de tiempo, hasta que recupera la salud; no obstante, ¿debería esto de servir para descartar a alguien para competir por un puesto público? No imagino cuántos directores de empresa, gerentes, ministros, etc. quedarían totalmente excluidos de la actividad profesional o pública. Lo que sí puede hacerse, aparte de tomar las provisiones para disfrutar del mejor estado de salud física, mental y moral, es aplicar lo estipulado por el Art.85 constitucional.
Concluyo esta reflexión celebrando la muy pertinente postura de López Obrador respecto de los problemas de salud de Josefina Vázquez Mota. Una muestra de sensibilidad, respeto y de excelente oficio político.
Comentarios: andrea.barba47@gmail.com
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La prueba más auténtica de civilización, cultura y dignidad es el carácter no las vestimentas. Gandhi
Patricia Barba Avila
Titular del programa Desde la raíz transmitido por Radio La Nueva República los lunes de 21 a 23 hrs y los miercoles de 21 a 22 hrs y Sabía usted que los domingos de 11 a 13 hrs (hora del Centro)
Miembro del Tribunal Internacional de Conciencia (TIC)
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