Buenos Aires, 14 abr (PL) El exdictador argentino Jorge Rafael Videla admitió por primera vez que la dictadura militar entronizada en marzo de 1976 mató a siete u ocho mil personas, una cifra que -dijo- no conformaba a empresarios nacionales.
Las declaraciones de Videla, contenidas en el libro Disposición final, del periodista Ceferino Reato, figuran hoy en las tapas de todos los diarios y generaron la inmediata repulsa de organizaciones de derechos humanos.
Desde su calabozo en la cárcel de Campo de Mayo, el exteniente general, de 86 años, argumentó sobre el genocidio que "había que eliminar a un conjunto grande de personas que no podían ser llevadas a la Justicia ni tampoco fusiladas".
Cada desaparición puede ser entendida como el enmascaramiento, el disimulo de una muerte, señaló con frialdad el represor, quien reconoció que no había otra solución y era ése el precio para ganar la guerra contra la subversión sin que fuera evidente para la sociedad.
Videla denunció asimismo, aunque sin mencionar nombres, a empresarios nacionales, a quienes atribuyó recriminaciones respecto a que la cifra de desaparecidos resultaba insuficiente.
"Se quedaron cortos, tendrían que haber matado a mil, a 10 mil más", afirmó el general golpista haber escuchado decir a quienes luego "se lavaron las manos. Nos dijeron: ‘Hagan lo que tengan que hacer’ y luego nos dieron con todo", reseñó el diario Página 12.
En otra parte de la extensa entrevista, de 20 horas de duración, el exgobernante de facto reconoció que desde el punto de vista estrictamente militar el golpe del 24 de marzo fue un error, pues resultaba innecesario.
No podíamos pedir más ni necesitábamos más, manifestó antes de cuestionarse ¿Para qué el golpe de Estado, entonces? Nuestro objetivo, puntualizó, era disciplinar a una sociedad anarquizada y también "al sindicalismo y al capitalismo prebendario".
Con relación a las palabras que dan título al libro, explicó que la frase solución final (para referirse a los desaparecidos y asesinados) nunca se usó.
"Disposición Final fue una frase más utilizada; son dos palabras muy militares y significan sacar de servicio una cosa por inservible. Cuando, por ejemplo, se habla de una ropa que ya no se usa o no sirve porque está gastada, pasa a Disposición Final", aclaró.
Las revelaciones de Videla generaron inmediata repulsa en organismos de derechos humanos, como las Abuelas de Plaza de Mayo, cuya presidenta, Estela de Carlotto, deploró la falta de arrepentimiento del genocida.
Por su parte, Taty Almeida, de Madres de Plaza de Mayo Línea Fundadora, deploró que "le sigan permitiendo hacer declaraciones públicas y salir en un libro", y consideró necesario tomar medidas al respecto, porque no se trata de un tema de libertad de prensa, sino que se está hablando de un genocida.
No tiene derecho a que se publiquen sus provocaciones. Lo que reconoció sobre los desaparecidos no es necesario escucharlo de su boca, porque ya se sabe. Lo único que falta es que se le agradezca porque reconoce las atrocidades que hizo, que ya se saben y ya las ha reconocido y reivindicado, acotó.
Mientras, el director del Centro de Estudios Legales y Sociales, Gastón Chillier, estimó que las declaraciones "tienen un valor de confesión, porque es la primera vez que (Videla) habla de la desaparición sistemática de personas tan explícitamente y con un valor tan brutal".
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