comparece por cinco horas
MADRID, 15 de abril (apro).- En una comparecencia que se extendió por cinco horas, el juez de la Audiencia Nacional, Baltasar Garzón, aseguró este jueves ante el magistrado del Tribunal Supremo de España, Manuel Marchena, que no recibió un solo un dólar “ni un céntimo” del patrocinio del Banco Santander para unos cursos que organizó en la Universidad de Nueva York en 2005-2006.
Garzón es acusado de haber cometido los delitos de prevaricación y cohecho –supuestamente por haber recibido 302 mil dólares de esa institución bancaria, que patrocinó dichos cursos– y de haber decretado el no trámite a una acusación contra Emilio Botín, el propietario del banco Santander.
El delito de prevaricación es aquel que cometen los jueces al tomar una resolución jurisdiccional a sabiendas de que es injusta.
Hoy, por segunda ocasión, Garzón se sentó en el banquillo de los acusados del Tribunal Supremo. La ocasión anterior fue en septiembre de 2009, acusado del mismo delito, por la causa que abrió contra los crímenes de la Guerra Civil (1936-39) y la dictadura franquista (1939-1975).
El hecho se da en medio de una fuerte controversia que se vive en España por las movilizaciones de apoyo al magistrado de la Audiencia Nacional, que tienen lugar prácticamente todos los días, y que el mundo judicial considera una presión inadmisible contra los tribunales que los están juzgando.
Alrededor de las 10:15 horas de este jueves, el magistrado caminó desde el edificio de la Audiencia Nacional hasta el del Tribunal Supremo, distante dos calles, sin ofrecer declaraciones y rodeado de periodistas. Salió cinco horas después de comparecer.
El abogado de Garzón, Enrique Molina, dijo que el magistrado no respondió a las preguntas de la parte acusadora, que son los abogados Antonio Panea y José Luis Mazón, porque la querella contenía argumentos “denigratorios e insultantes”, al sugerir que el juez “se untó”, “puso la mano” y se “dejó sobornar”, expresiones no habituales en el Tribunal Supremo.
Garzón aclaró al magistrado que durante su excedencia, que pasó realizando estudios en la Universidad de Nueva York, él diseñó y organizó dos seminarios a petición de esa institución, los cuales fueron patrocinados por el mencionado banco.
Sin embargo, aclaró que ese dinero no lo recibió ni lo manejó él, sino la universidad, y sirvió para la organización de los eventos, la contratación del servicio de traducción, viajes de los ponentes y la remuneración que algunos de éstos solicitaron.
También precisó que los honorarios que percibió durante su estancia en Nueva York —estimados en 160 mil dólares, según Europa Press— fueron abonadas por la universidad.
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