Por Jean-Guy Allard
Después de organizaciones identificadas a la CIA, del terrorista internacional y también agente Luis Posada Carriles, es el turno del llamado Comité para la Protección de los Periodistas, radicado en Nueva York, apadrinado por grandes corporaciones y claramente vinculado a la inteligencia norteamericana, de sumarse a la campaña mediática contra Cuba desencadenada en las últimas semanas desde Miami.
Los Dow Jones, Citigroup, American Express, Goldman Sachs & Co aparecen entre los que entregan regularmente sus donaciones al “Committee to Protect Journalists” (CPJ), una organización abiertamente financiada por gigantes de la prensa corporativa tales como McClatchy Company (dueños del Miami Herald), Forbes Inc., Bloomberg, CNN, Time Warner y Associated Press.
El CPJ acaba de emitir una declaración - difundida por la propia Associated Press - a favor de Guillermo “Coco” Fariñas, delincuente que se pretende “periodista” y que vive desde años de “remesas” mafiosas.
La organización radicada en el piso 11 del 330 7th Avenue en Nueva York y quién supuestamente se dedica a defender a los periodistas, ha tomado últimamente el relevo del francés Robert Menard, de Reporteros Sin Fronteras, quién se hizo millonario con el mismo cuento y que disfruta hoy de su nuevo estatuto en su yate, anclado en los Emiratos.
Para dar un solo ejemplo de las virtudes “humanitarias” de los padrinos del CPJ, el banco de inversiones Goldman Sachs acaba de estar denunciado en Europa por haber manipulado las finanzas nacionales de Grecia a favor de su clientela de inversionistas multimillonarios provocando una desastrosa crisis financiera cuya cuenta tendrá que asumir el contribuyente griego.
También en la lista de los “benefactores” del grupo que pretende predicar el respecto a los derechos humanos, se encuentra el muy controvertido Open Society Institute del magnate George Soros, descrito por James Petras como “uno de los más grandes y rapaces especuladores del mundo”.
Más sucio aún, el CPJ que se preocupa con Fariñas, tiene entre sus repetidoras más fervientes a órganos de propaganda de estado norteamericano - este mismo que sigue mantiene a 200 presos en sus jaulas de tortura de Guantanamo - tales como Radio Free Europe, Radio Liberty, la Voz de América y hasta inventos tan identificados a la versión estadounidense de la libertad de prensa como la mafiosa Radio-TV Martí.
La última intervención del CPJ contra Cuba es característica de las maniobras propagandísticas desplegadas por la CIA, siempre con más frecuencia, en situaciones que privilegia en el escenario de la guerra sucia contra América Latina,
Cuando la CIA mediatiza la muerte que programó
Hace poco, la CIA tenía todo listo, ya antes de que ocurra, su plan para mediatizar la muerte de Orlando Zapata que sus propios servicios convirtieron en “disidente” y cuyo suicidio por huelga de hambre programó.
El coro de las distintas dependencias “informativas” de la Agencia y del Departamento de Estado generó instantáneamente - según el instrumento de búsqueda Google - la publicación en más de 2000 medios de prensa toda una serie de intervenciones cuyas características demuestran un plan propagandístico bien planificado.
El Nuevo Herald de Miami, que la CIA usa de buque madre en este tipo de operación, junto con El País de Madrid y las agencias EFE y AFP, dirigió el concierto de ataques, acudiendo a todas las organizaciones subsidiadas por la USAID ya concertadas desde rato para este golpe mediático.
El Directorio Democrático Cubano (DDC) de Miami, arquetipo de la falsa ONG subsidiada por Washington a golpe de millones, fue tal vez el más estridente de los participantes en un gigantesco show que fue retomado de manera fulminante por todo la telaraña de agresión mediática preparada, instruida y orientada por los distintos mecanismos afiliados.
A este show “anticastrista” se sumaron en una perfecta sincronización la Fundación Nacional Cubano Americana, el llamado Consejo por la Libertad de Cuba cuyos miembros, todos simpatizantes del terrorismo contra la Isla, también se distinguieron en el transcurso del año pasado por su apoyo a la dictadura hondureña.
De la misma forma, apologistas de Roberto Micheletti, tales como la congresista Ileana Ros-Lehtinen, el “intelectual” CIA de oficio Carlos Alberto Montaner (escritor y periodista), que aplaudieron la policía asesina de la dictadura, se aparecieron “espontáneamente” para “defender los derechos humanos”. Lo que hicieron al lado de los habituales protagonistas de shows “anticastristas”, tales como el terrorista Ángel De Fana, Silvia Iriondo y Ramón Saúl Sánchez, todos colaboradores eminentes de la CIA.
Sánchez que lloró al referirse a Zapata, se abstuvo de recordar su pasado de sicario con Omega 7, cuando mandó a Pedro Remón a asesinar ante su hijo de 12 años al exilado Eulalio José Negrin, el 25 de noviembre de 1979.
Pero el colmo surgió cuando el propio Luis Posada Carriles fue a exhibirse en Miami, frente a las cámaras del mafioso Canal 41, después de un desfilé de unos 500 fanaticos que el Nuevo Herald evaluó a 5 000.
Se supone que como órgano de la mafia local, el canal 41 no ignora que Posada es el hombre que mando a matar en 1976 a los 73 inocentes del avión de Cubana, que ordenó en Caracas a sus esbirros entrarles a patadas en la barriga a mujeres embarazadas, que traficó armas y droga en lo que se llamó luego el escándalo Iran-Contra y que ordenó los atentados asesinos de La Habana de 1997.
Sin embargo, frente al monumento de los mercenarios de la brigada 2506 de Playa Girón, operación por la cual se le había contratado de esbirro, el viejo asesino declaró refiriéndose a Zapata que se “unía al dolor de los cubanos por la muerte de ese héroe”.
La llamada “gran prensa”, escrita, televisiva o radiofónica, no es más que la parte más visible de la maquinaria imperial de injerencia que conforman también, además de los propios órganos de espionaje, las sucursales de la NED, de Freedom House, el Instituto Republicano Internacional (IRI), el Instituto Demócrata Nacional (NDI), la Development Alternatives Inc. (DAI) las “fundaciones” europeas y seudo ONGs tales como Reporteros Sin Fronteras y semejantes.
El engaño sistemático practicado por estos órganos de comunicación erigidos en monopolios de la información en el curso de varias décadas de autenticas conspiraciones, con la cooperación activa y culpable de las agencias de prensa “internacionales”, se ha convertido en el fenómeno más pernicioso de la lucha del capital para garantizar su sobrevivencia. Una lucha encabezada y rigorosamente controlada por un imperio insaciable, agresivo y traicionero que nunca entiende la voz de la razón salvo cuando los pueblos se la imponen.
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