Escudo antimisiles y primer golpe atómico
por Manlio Dinucci, Tommaso di Francesco
El proyecto estadounidense de escudo antimisiles plantea muchas interrogantes en términos de factibilidad, de costo y de posicionamiento. Pero la más importante de todas esas interrogantes tiene que ver con la propia filosofía de esa arma. El término «escudo» le confiere un aspecto puramente defensivo. Pero cuando se analiza a la luz del «equilibrio del terror» resulta que la defensa es sinónimo de impunidad. Y la impunidad de una de las partes representa una amenaza para todos.
Los misiles RIM-161 SM-3 son un producto de la firma Raytheon y ya se encuentran en manos de la Marina de guerra de los Estados Unidos, de Japón y de Holanda. Están diseñados para su lanzamiento desde navíos de guerra desplegados cerca de los posibles blancos y su misión consiste en interceptar misiles balísticos. En 2008, un SM-3 fue utilizado exitosamente para destruir un satélite espía estadounidense fuera de control a 247 kilómetros de altitud. En situación de guerra, los SM-3 se combinan con un sistema de combate capaz de detectar, buscar y rastrear gran cantidad de misiles de forma simultánea, misión que puede realizar el sistema Aegis de Lockheed-Martin.
Ya está confirmado. Estados Unidos instalará en Europa un nuevo «escudo» antimisiles. La noticia viene a poner fin a la confusión, hábilmente alimentada por los medios de difusión, tendiente a hacernos creer que el presidente Obama había renunciado a ese plan, ya puesto en marcha por el presidente Bush y que ha encontrado la enérgica oposición de Rusia.
¿Cómo ha sucedido esto? El secretario de Defensa Robert Gates, quien asumió ese puesto con la administración Bush y se convirtió después en miembro de la administración Obama, explicó al New York Times el desarrollo de todo el proceso. Fue el propio Gates quien recomendó, en diciembre del año 2006, la instalación de 10 misiles interceptores estadounidenses en Polonia y de un radar en la República Checa.
También fue el propio Gates quien recomendó al presidente Obama, en septiembre de 2009, el abandono de ese programa y su reemplazo por otro «más adaptado». Gates concluye con la siguiente afirmación: «Estamos reforzando, no eliminando, la defensa balística en Europa».
Durante la primera fase, que debe completarse en 2011, Estados Unidos instalará en Europa sus misiles interceptores SM-3, desplegados a bordo de sus navíos de guerra. Durante la segunda fase, que debe alcanzar su nivel operacional hacia el año 2015, Estados Unidos instalará una versión más poderosa de esos mismos misiles en diversas bases terrestres ubicadas en Europa central y en el sur de ese mismo continente.
Rumania y Bulgaria ya pusieron sus respectivos territorios a la disposición del Pentágono. En Polonia ya comenzó la instalación de una batería de misiles Patriot. Con una dotación de 100 militares estadounidenses, esa batería estará ubicada cerca de la ciudad báltica de Morag, a sólo 50 kilómetros de la frontera rusa. Vendrán entonces los SM-3, a bordo de los navíos de guerra estadounidenses que se desplegarán en el mar Báltico, y después los misiles más poderosos, destinados a instalaciones terrestres.
En lugar del radar fijo que inicialmente debía instalarse en la República Checa se desplegará un sistema más eficaz que combinará el uso de aviones, satélites y sensores terrestres. Según todas las probabilidades, Italia también acogerá misiles y otros componentes del «escudo» estadounidense. Así lo confirma directamente el propio Gates cuando habla de su instalación en el sur de Europa. Es importante recordar aquí que Italia ya se sumó al plan del «escudo» a través de un acuerdo firmado por el gobierno de Romano Prodi en febrero de 2007.
¿Constituye este «escudo» antimisiles que Estados Unidos pretende instalar en Europa un sistema defensivo u ofensivo? Para contestar esa pregunta basta con imaginar dos guerreros antiguos frente a frente. Uno está armado con una espada mientras que el otro tiene una espada y un escudo. El segundo tiene ventaja ya que puede atacar y golpear protegiéndose a la vez de los golpes de su adversario, con el escudo.
Si Estados Unidos lograra dotarse algún día de un «escudo» antimisiles confiable, estaría disponiendo de un sistema cuyo carácter no sería defensivo sino ofensivo porque tendría entonces la posibilidad de asestar el primer golpe a cualquier país dotado de armas nucleares, basándose en la capacidad de su propio «escudo» para evitar cualquier represalia. Es precisamente por eso que Estados Unidos y la URSS habían concluido en 1972 el Tratado ABM, que prohibía ese tipo de sistemas [de defensa].
Pero la administración Bush enterró [el Tratado ABM] en 2002. El presidente Obama anunció su intención de reducir el arsenal nuclear estadounidense negociando un nuevo tratado START con Rusia. Pero reafirmó que Estados Unidos conservará una «disuasión nuclear segura y eficaz». [El presidente Obama] ignora así el pedido de 6 países europeos (entre los que se encuentran Bélgica y Alemania) para que Washington retire las armas nucleares instaladas en Europa. Pero eso no es todo.
Según los analistas del New York Times, la estrategia cuyo anuncio debe aparecer en la próxima Nuclear Posture Review incluye la posibilidad de recurrir al primer golpe incluso contra países que no disponen de armas nucleares pero que pudieran tener armas químicas o biológicas. En Washington se sigue repitiendo que el «escudo» [que se instalará] en Europa no está dirigido contra Rusia sino que servirá para enfrentar la amenaza de misiles iraníes.
En Moscú se piensa que se trata, por el contrario, de un intento tendiente a obtener una ventaja estratégica decisiva sobre Rusia. Es evidente, en efecto, que, en relación con el anterior, el nuevo plan prevé una mayor cantidad de misiles desplegados en sitios aun más cerca del territorio ruso. Además, como estarán bajo control estadounidense, nadie podrá saber si se trata de misiles interceptores o de misiles destinados a un ataque nuclear. Y, gracias a los nuevos sistemas de detección aerotransportados y satelitales, el Pentágono podrá vigilar el territorio ruso más eficazmente que hoy en día.
El «escudo», contra el que Rusia tiene la intención de luchar con «métodos adaptados y asimétricos», no servirá por lo tanto –como pretende Gates– para proteger el territorio europeo, donde ya se han desplegado 80 000 soldados estadounidenses, para garantizar una «Europa más segura». Servirá en realidad para crear nuevas tensiones, justificando así un posterior aumento de la presencia militar estadounidense en Europa.
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