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lunes, 1 de marzo de 2010


El interminable conflicto de Medio Oriente

Gonzalo Martínez Corbalá

Mientras no esté resuelto para todos los grandes países importadores de hidrocarburos el actual desequilibrio entre producción y consumo de combustibles –petróleo y gas–, el conflicto con las naciones productoras y exportadoras de Medio Oriente seguirá dándose cada vez con mayor violencia, a medida que surge la resistencia nacional contra la explotación de recursos, que en ocasiones genera otro conflicto interno, el cual complica más y hace muy difícil plantear con carácter de permanente la paz que a su vez haga posible el desarrollo de los países que para bien o para mal son poseedores de combustibles.

Éste es el caso de Afganistán, que es uno de los poseedores de gas de mayor cuantía en Medio Oriente, por ello ha sido, y sigue siendo, objeto de la presión de las potencias mundiales que buscan a cualquier precio solucionar sus problemas de importación de gas o de petróleo, combustibles que, por cierto, cada día demuestran que son incompatibles con los actuales procedimientos de industrializacion, ya que se ha visto la necesidad de disminuir o, por lo menos, controlar las emisiones tóxicas que, paradójicamente, son por ahora inevitables. Todo ello crea problemas que acaban por confundirse con las prioridades que se asignan a la industrialización y a las de conservación del medio ambiente, donde destaca, como imperativo insoslayable, atender y resolver el creciente calentamiento del planeta.

La república islámica de Afganistán es un país sin salida al mar que se sitúa en Asia del Sur, está rodeado por Irán, la Persia antigua, que también atraviesa por momentos difíciles por causas diversas, aunque muy parecidas de alguna manera a las del resto de Medio Oriente, según el criterio que se aplique,

En este país la guerra se encuentra en un momento clave. La Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) recientemente lanzó una fuerte ofensiva contra los feudos talibanes en la provincia de Helmand y actualmente casi todos los países de la OTAN se han comprometido a enviar más soldados. Así las cosas, la situación de conflicto bélico es muy compleja y no se ve cómo pudiera resolverse en el corto plazo.

A su vez, Irán atraviesa uno de los momentos de mayor gravedad desde la fundación de la república islámica, y se trata de que el presidente Mahmud Ahmadinejad no ha accedido a las llamadas que han hecho tanto Estados Unidos como Francia, y otros que se han sumado a la misma posición de que cese de producir uranio en 20 por ciento. Por su parte, el mandatario iraní ha asegurado por todos los medios, e inclusive ante el consejo de seguridad de la ONU, que este combustible nuclear solamente será utilizado en su país con fines pacíficos en la industria y en la investigación cientifica, lo cual es tajantemente rechazado por las grandes potencias que integran el poderoso club atómico, y ya se han llegado a determinar plazos perentorios que tienen carácter de ultimátum.

En el caso de Israel y Palestina continúan los grandes desacuerdos respecto de los acuerdos de paz que se han firmado, y que no solamente no se han respetado, convirtiéndose en letra muerta, sino que el proceso de paz que se ha buscado por conducto de diversos mandatarios estadunidenses, quienes se han ocupado empeñosamente en ello, han fracasado.

No se ve posible en estos momentos que vuelvan a encauzarse, sobre todo porque el área de conflicto se ha extendido a Irán, agregándose un grado de dificultad mayor a la delicada situación de la vieja Persia.

Rusia, por su parte, ha congelado la venta de misiles S-300 a Irán, que son sistemas antiaéreos, y que podrían usar para defender sus instalaciones militares y antiaéreas, lo cual complica todavía más la situación de Teherán. Estos misiles tienen una capacidad de intercepción de hasta seis blancos simultáneamente con un tiempo de despegue de cinco minutos,

Por lo que se refiere a Pakistán, sus fronteras con Irán y Afganistán se han convertido, dada su posición geográfica, en refugios para los talibanes después de haber lanzado ya dos ofensivas del gobierno en su contra. En el año 2000 aseguraron que no tenían planeado continuar éstas.

Líbano logró, en noviembre pasado y después de culminar con éxito aparente, un gobierno de unidad nacional, incluyendo al Hezbollah, desbloqueando así el proceso de paz, garantizando entrar a un periodo con cierto grado de estabilidad, después de la violencia que lo dejó muy maltrecho.

Éste es, en pocas palabras, el panorama general de la situación actual en Medio Oriente, que no puede ser vista con optimismo dado el futuro cercano y de largo plazo.

La batalla por los combustibles, como el petróleo y el gas, que no habrá de cesar mientras las grandes potencias industriales sigan requiriendo para mantener su crecimiento continuado abastecerse de combustibles que hoy por hoy están obligados a importar de países lejanos, no siempre considerados amigos, y agregando cierto grado de incertidumbre a la estabilidad en el abastecimiento oportuno y en cantidades suficientes.

Por otra parte, ya se ha mencionado el hecho de que se ha cobrado conciencia de que es inevitable que disminuyan las emanaciones tóxicas que corren parejo con el crecimiento industrial y que constituyen el lado oscuro del progreso, no serán controlables sin un acuerdo internacional amplio que implique una verdadera revolución tecnológica para que podamos tener éxito en lograrlo.

Indudablemente hay otros factores que frecuentemente dificultan la paz y el entendimiento, y que no son tangibles como los que se han mencionado, como pueden ser los religiosos y los étnicos. Es conveniente no olvidarse de ellos ni subestimarlos.

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