Algo imperdonable en
la izquierda actual es ignorar que la gestión del anterior gobierno
—por más burgués que éste fuera— que contrastada con la del gobierno
actual, proporciona a las masas una experiencia concreta que les permite
en gran medida entender buena parte de la situación económica y
política que estamos viviendo en la Argentina, y por extensión en el
planeta. Las limitaciones burguesas del kirchnerismo no cambian el fondo
de la cuestión. El hecho de que su proyecto no sea sustentable en el
tiempo dentro de la democracia burguesa, menos aún con el grado de
concentración económica que atraviesa el mundo, no impide que una enorme
cantidad de temas fundamentales para la elevación de la conciencia
económica y política de la población hayan sido instalados por el
gobierno kirchnerista. Lenin diferenciaba muy bien a los distintos
sectores de la burguesía.
El marxismo así lo exige. No se puede ser
marxista y revolucionario si no se diferencian estos sectores. Incluso
proponía la unidad de acción —coyuntural y episódica— con la pequeña
burguesía verdaderamente democrático revolucionaria en el período de la
revolución democrática, alianza sin la cual el éxito de esa revolución
no era posible. Por supuesto que manteniendo la independencia política y
organizativa del partido, sin fundirse con las organizaciones de los
demócratas revolucionarios.
El kirchnerismo no es revolucionario,
y así lo ha afirmado claramente en numerosas oportunidades. Su
contradicción principal radica justamente en que pretende reformas que
no pueden lograrse de manera más o menos sustentable sin una revolución
verdaderamente democrática. Pero ahí reside asimismo su mérito:
incorpora a gran parte de la población un conjunto de reformas
imprescindibles, logra que muchos vean que “otro mundo es posible”¸
pero lucha por ese otro mundo respetando a rajatabla las limitaciones
de la democracia burguesa. La tendencia que surge inevitablemente es que
gran parte de ese pueblo tienda a superar espontáneamente estas
limitaciones, a medida que la imposibilidad práctica de llevar adelante
el objetivo de “crecimiento con inclusión social” se torna más evidente.
La contradicción entre la política económico-democrática-social del
anterior gobierno con las limitaciones de la democracia burguesa, y el
contraste con las políticas del actual gobierno macrista, tiende a
desarrollar la conciencia económica y política de la población. Impulsa a
esa parte del pueblo —en mayor o menor medida— hacia la revolución
democrática. Hasta qué punto esta tendencia se radicalizará y se volverá
masiva es apresurado aventurarlo. Pero esta tendencia existe,
inevitablemente. Ayudar con la propaganda (explicación), la agitación y
la acción a que esta tendencia se radicalice efectivamente, es
obligación ineludible de una organización política verdaderamente
marxista. En esta coyuntura es necesario luchar para concretar una
asamblea constituyente verdaderamente democrática de todo el pueblo.
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