Perú
Finalmente concluyó sus funciones -y entregó su informe- la Comisión Tejada, conocida formalmente como la Mega Comisión Multipartidaria Encargada de Investigar el Segundo Gobierno de Alan García Pérez, y que trabajó en la tarea durante los dos últimos años por encargo del Poder Legislativo.
El documento, referido adicionalmente a enriquecimiento ilícito y desbalance patrimonial tanto del ex mandatario como de sus principales colaboradores y ministros, será puesto en conocimiento del país y entregado para su discusión al Pleno del Congreso de la República en marzo próximo. Dará inicio al debate más polémico que registre la historia política del Perú luego del juicio al dictador Alberto Fujimori.
14 casos han sido materia principal de la investigación del grupo de trabajo conducido con toda sobriedad por una joven figura de la política nacional, el parlamentario nacionalista Sergio Tejada Galindo. Por lo menos en cuatro de estos casos, ha quedado establecida la responsabilidad directa del ex mandatario, para quien se recomienda una acusación constitucional y un juicio penal que deslinde sus responsabilidades.
Aunque de modo general se admite que las cuentas personales del señor García “están saneadas” -es decir, que no se advierten en ellas desbalances patrimoniales notables- sí se reconoce que hay irregularidades administrativas y vínculos empresariales que deben ser aclarados. Asoman, además, operadores, testaferros y cómplices que le permiten al señor García presentar la imagen de un “rostro limpio”, aunque todos saben cuán embadurnado está.
En el núcleo del informe se establece que en materia de implementación y construcción de obras -en particular en el levantamiento de los denominados “colegios emblemáticos”, programas sociales como “agua para todos”, y negocios con empresas como Bussines Track-; hay presunción de delitos y mucho que deslindar.
Y en el caso de los Narco Indultos se acreditan cargos de alta responsabilidad, que ameritan una acusación constitucional. Como se recuerda, casi 5,000 acusados por narcotráfico fueron indultados entre el 2006 y el 2011 bajo la administración García, beneficiándose con ese procedimiento delincuentes de innegable peligrosidad.
Hay que decir que la Comisión encargada de indagar en el tema, trabajó en condiciones particularmente adversas. En lo fundamental, tuvo en contra a la “prensa grande” y otros medios de comunicación que se empeñaron en respaldar al señor García y a otros investigados sugiriendo la idea de presuntas “venganzas políticas” objetivamente ajenas al accionar de la Comisión.
Hubo quienes, desde un inicio, trataron de mellar ese trabajo restándole posibilidades lícitas de indagación. Así, por ejemplo, se le privó de la investigación del tema de Forsur y el proceso de reconstrucción de Pisco, en el que se denunciaron pillerías de diverso orden. Se le quitó la investigación de los negociados registrados en la red hospitalaria, los mismos que fueron derivados en su investigación a la Comisión de Salud del Congreso, que los archivó. También quedó en el tintero la investigación en torno a la adquisición de armas y asistencia bélica con Israel, cuyas denuncias se orientaron a la Comisión de Defensa, que también calló en todos los idiomas. En todos estos casos, la podredumbre hiede.
Los investigados -por lo demás, y comenzando por el propio señor García- prestaron muy poco apoyo a la indagación en marcha. En algunos casos simplemente se ausentaron del país por largos periodos y dieron la espalda a cualquier requerimiento. Y en otros, buscaron atenuar la fuerza de las acusaciones aludiendo a “pruebas insustanciales”; o accionando maniobras dilatorias en su propio beneficio.
Alan García, que acuñó una frase que en su momento de hizo emblemática -“¡Quien no la debe, no la teme!”- fue el primero en ofrecer resistencia. Para obligarlo a comparecer se tuvo que hacer uso de los recursos legales, pero también contrarrestar numerosas maniobras seudo jurídicas a las que recurrió contando con la complicidad de altos funcionarios del poder Judicial y del Ministerio Público, puestos en cargos de importancia precisamente bajo su gestión gubernativa.
Hasta el fin presentó recursos y apelaciones para impedir el acceso a la verdad. Los “Habeas Corpus” fueron emblemáticas expresiones de ello.
El cogollo aprista, con sus melladas figuras mediáticas - Mauricio Mulder, Jorge del castillo y Javier Velásquéz- se destacó en la tarea de denigrar el eficiente trabajo de la Comisión, llenando de groseros improperios y amenazas al propio Tejada, quien recibió todos los zarpazos con serena tranquilidad. Los activistas del APRA llenaron inmensas paredes con groseros insultos contra Tejada y el gobierno por lo que dijeron infundadamente que era “una persecución política”.
Resaltó entre todos los subterfugios impulsados, el propio Fiscal de la Nación, José Peláez Bardales, antiguo militante del Partido Aprista y amigo personal de Haya de la Torre; quien desconoció oficialmente parte de las actividades de la Mega Comisión, pretendiendo amparar supuestos “derechos” del señor García.
En su momento, un staff de abogados logró arrancar de la Primera Sala Civil del Poder Judicial una resolución que volvió a fojas cero el trabajo realizado hasta el 8 de marzo del 2013, buscando poner trabas al proceso parlamentario en marcha. Esta decisión fue compartida y respaldada por el citado Fiscal Supremo, en el empeño por proteger a García. Todo ello quedará registrado como los estertores traumáticos de una fallida operación de salvataje que no tiene perspectiva alguna.
Y es que, bien mirada la cosa, puede asegurarse que hoy en el Perú dos grandes temas sirven como partidor de aguas: El de la concentración de medios actualmente en debate y el informe de la Mega Comisión que ahora presenta su dictamen.
Ellos han creado dos polos definidos. En uno, está García, la CONFIEP, los Medios y la Mafia. Y en el otro, que luce más bien heterogéneo y registra precariedades notables, asoman los periodistas contestatarios; los sectores democráticos de la sociedad, la izquierda política, el Presidente Ollanta y su gobierno y otras fuerzas y sectores que no tienen un común denominador. Y eso, es lo que lo debilita como estructura de lucha en las condiciones de hoy.
Los resultados obtenidos, sin embargo, permiten confirmar la idea de que sí, que se puede combatir, denunciar y enfrentar a la Mafia incluso en condiciones adversas; que es posible desenmascarar la corrupción y ponerla en evidencia. Y que resulta factible ganar influencia y autoridad ética y moral en el país a partir de una toma de posición valiente y decidida.
Porque independientemente de lo ocurra más adelante, es claro que quien presidió el grupo de trabajo encargado de esta titánica tarea, se erige ahora como una suerte de símbolo de dignidad y de coraje, de rectitud y transparencia; pero también como imagen de lo que es capaz una figura nueva en un país en el que se ha envilecido perversamente la política.
Al escritor español Juan Eusebio Harzenbush se le suele adjudicar una conocida fábula, la del sapo y la luciérnaga. Ella cuenta cómo un sapo en su charco buscaba afanosamente derribar a una luciérnaga que volaba pacíficamente a su alrededor. Muchas veces intentó vanamente su propósito hasta tener la posibilidad de concretarlo. Cuando eso ocurrió, es decir, cuando el sapo tuvo a su disposición a la luciérnaga batida, ésta alcanzó a preguntarle: ¿por qué me matas? Y el sapo respondió: y tú ¿por qué brillas?
En buena medida esto es lo que ha venido ocurriendo en el país en los últimos dos años. García ha tratado de derribar a cualquier precio a quien tenazmente hacía luz sobre un escenario confuso y permitía conocer los estropicios de su gobierno. A diferencia de la fábula, este sapo no pudo lograr su objetivo. Entonces, seguirá maldiciendo a quien lo puso en evidencia.
Y es que la vida no es una fábula, sino un conjunto de realidades. García no alcanzará a derribar la verdad y acabará más bien ahogado en su propia miasma, es decir en los efluvios malignos que se desprenden de un cuerpo moralmente enfermo y en descomposición
Inexorablemente, la verdad se irá abriendo paso.
(*) Del Colectivo de Dirección de Nuestra Bandera / http://nuestrabandera.lamula. pe
El documento, referido adicionalmente a enriquecimiento ilícito y desbalance patrimonial tanto del ex mandatario como de sus principales colaboradores y ministros, será puesto en conocimiento del país y entregado para su discusión al Pleno del Congreso de la República en marzo próximo. Dará inicio al debate más polémico que registre la historia política del Perú luego del juicio al dictador Alberto Fujimori.
14 casos han sido materia principal de la investigación del grupo de trabajo conducido con toda sobriedad por una joven figura de la política nacional, el parlamentario nacionalista Sergio Tejada Galindo. Por lo menos en cuatro de estos casos, ha quedado establecida la responsabilidad directa del ex mandatario, para quien se recomienda una acusación constitucional y un juicio penal que deslinde sus responsabilidades.
Aunque de modo general se admite que las cuentas personales del señor García “están saneadas” -es decir, que no se advierten en ellas desbalances patrimoniales notables- sí se reconoce que hay irregularidades administrativas y vínculos empresariales que deben ser aclarados. Asoman, además, operadores, testaferros y cómplices que le permiten al señor García presentar la imagen de un “rostro limpio”, aunque todos saben cuán embadurnado está.
En el núcleo del informe se establece que en materia de implementación y construcción de obras -en particular en el levantamiento de los denominados “colegios emblemáticos”, programas sociales como “agua para todos”, y negocios con empresas como Bussines Track-; hay presunción de delitos y mucho que deslindar.
Y en el caso de los Narco Indultos se acreditan cargos de alta responsabilidad, que ameritan una acusación constitucional. Como se recuerda, casi 5,000 acusados por narcotráfico fueron indultados entre el 2006 y el 2011 bajo la administración García, beneficiándose con ese procedimiento delincuentes de innegable peligrosidad.
Hay que decir que la Comisión encargada de indagar en el tema, trabajó en condiciones particularmente adversas. En lo fundamental, tuvo en contra a la “prensa grande” y otros medios de comunicación que se empeñaron en respaldar al señor García y a otros investigados sugiriendo la idea de presuntas “venganzas políticas” objetivamente ajenas al accionar de la Comisión.
Hubo quienes, desde un inicio, trataron de mellar ese trabajo restándole posibilidades lícitas de indagación. Así, por ejemplo, se le privó de la investigación del tema de Forsur y el proceso de reconstrucción de Pisco, en el que se denunciaron pillerías de diverso orden. Se le quitó la investigación de los negociados registrados en la red hospitalaria, los mismos que fueron derivados en su investigación a la Comisión de Salud del Congreso, que los archivó. También quedó en el tintero la investigación en torno a la adquisición de armas y asistencia bélica con Israel, cuyas denuncias se orientaron a la Comisión de Defensa, que también calló en todos los idiomas. En todos estos casos, la podredumbre hiede.
Los investigados -por lo demás, y comenzando por el propio señor García- prestaron muy poco apoyo a la indagación en marcha. En algunos casos simplemente se ausentaron del país por largos periodos y dieron la espalda a cualquier requerimiento. Y en otros, buscaron atenuar la fuerza de las acusaciones aludiendo a “pruebas insustanciales”; o accionando maniobras dilatorias en su propio beneficio.
Alan García, que acuñó una frase que en su momento de hizo emblemática -“¡Quien no la debe, no la teme!”- fue el primero en ofrecer resistencia. Para obligarlo a comparecer se tuvo que hacer uso de los recursos legales, pero también contrarrestar numerosas maniobras seudo jurídicas a las que recurrió contando con la complicidad de altos funcionarios del poder Judicial y del Ministerio Público, puestos en cargos de importancia precisamente bajo su gestión gubernativa.
Hasta el fin presentó recursos y apelaciones para impedir el acceso a la verdad. Los “Habeas Corpus” fueron emblemáticas expresiones de ello.
El cogollo aprista, con sus melladas figuras mediáticas - Mauricio Mulder, Jorge del castillo y Javier Velásquéz- se destacó en la tarea de denigrar el eficiente trabajo de la Comisión, llenando de groseros improperios y amenazas al propio Tejada, quien recibió todos los zarpazos con serena tranquilidad. Los activistas del APRA llenaron inmensas paredes con groseros insultos contra Tejada y el gobierno por lo que dijeron infundadamente que era “una persecución política”.
Resaltó entre todos los subterfugios impulsados, el propio Fiscal de la Nación, José Peláez Bardales, antiguo militante del Partido Aprista y amigo personal de Haya de la Torre; quien desconoció oficialmente parte de las actividades de la Mega Comisión, pretendiendo amparar supuestos “derechos” del señor García.
En su momento, un staff de abogados logró arrancar de la Primera Sala Civil del Poder Judicial una resolución que volvió a fojas cero el trabajo realizado hasta el 8 de marzo del 2013, buscando poner trabas al proceso parlamentario en marcha. Esta decisión fue compartida y respaldada por el citado Fiscal Supremo, en el empeño por proteger a García. Todo ello quedará registrado como los estertores traumáticos de una fallida operación de salvataje que no tiene perspectiva alguna.
Y es que, bien mirada la cosa, puede asegurarse que hoy en el Perú dos grandes temas sirven como partidor de aguas: El de la concentración de medios actualmente en debate y el informe de la Mega Comisión que ahora presenta su dictamen.
Ellos han creado dos polos definidos. En uno, está García, la CONFIEP, los Medios y la Mafia. Y en el otro, que luce más bien heterogéneo y registra precariedades notables, asoman los periodistas contestatarios; los sectores democráticos de la sociedad, la izquierda política, el Presidente Ollanta y su gobierno y otras fuerzas y sectores que no tienen un común denominador. Y eso, es lo que lo debilita como estructura de lucha en las condiciones de hoy.
Los resultados obtenidos, sin embargo, permiten confirmar la idea de que sí, que se puede combatir, denunciar y enfrentar a la Mafia incluso en condiciones adversas; que es posible desenmascarar la corrupción y ponerla en evidencia. Y que resulta factible ganar influencia y autoridad ética y moral en el país a partir de una toma de posición valiente y decidida.
Porque independientemente de lo ocurra más adelante, es claro que quien presidió el grupo de trabajo encargado de esta titánica tarea, se erige ahora como una suerte de símbolo de dignidad y de coraje, de rectitud y transparencia; pero también como imagen de lo que es capaz una figura nueva en un país en el que se ha envilecido perversamente la política.
Al escritor español Juan Eusebio Harzenbush se le suele adjudicar una conocida fábula, la del sapo y la luciérnaga. Ella cuenta cómo un sapo en su charco buscaba afanosamente derribar a una luciérnaga que volaba pacíficamente a su alrededor. Muchas veces intentó vanamente su propósito hasta tener la posibilidad de concretarlo. Cuando eso ocurrió, es decir, cuando el sapo tuvo a su disposición a la luciérnaga batida, ésta alcanzó a preguntarle: ¿por qué me matas? Y el sapo respondió: y tú ¿por qué brillas?
En buena medida esto es lo que ha venido ocurriendo en el país en los últimos dos años. García ha tratado de derribar a cualquier precio a quien tenazmente hacía luz sobre un escenario confuso y permitía conocer los estropicios de su gobierno. A diferencia de la fábula, este sapo no pudo lograr su objetivo. Entonces, seguirá maldiciendo a quien lo puso en evidencia.
Y es que la vida no es una fábula, sino un conjunto de realidades. García no alcanzará a derribar la verdad y acabará más bien ahogado en su propia miasma, es decir en los efluvios malignos que se desprenden de un cuerpo moralmente enfermo y en descomposición
Inexorablemente, la verdad se irá abriendo paso.
(*) Del Colectivo de Dirección de Nuestra Bandera / http://nuestrabandera.lamula.
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.
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