Un
día antes de que se inicie en Cuba la II Cumbre de Jefes de Estado y de
Gobierno de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños
(CELAC), la Corte Internacional de Justicia de La Haya emitirá su fallo
sobre un viejo diferendo marítimo que involucra a Perú y Chile, dos
países miembros de la mayor y más joven organización integracionista de
la Patria Grande. El dictamen de La Haya será dado a conocer el
venidero 27 de enero, y a juicio de analistas políticos deberá poner
fin a posturas beligerantes entre ambas naciones vecinas, que solo han
servido, como otras contrariedades territoriales regionales, para
mantener dividida a América Latina a lo largo de la historia.
Una verdadera demostración de madurez, y de facto un triunfo para la unidad y la paz que promulgan la CELAC, cuya cita a nivel presidencial sesionará en La Habana los días 28 y 29 próximos, sería que Chile y Perú acaten y ejecuten el veredicto de la Corte Internacional.
Los conflictos limítrofes en nuestra América, terrestres o marítimos, deben ser solucionados de forma pacífica y en beneficio mutuo de los pueblos y gobiernos implicados, y no de grandes potencias o transnacionales extranjeras que tratan de echarle leña a fuegos para sacar provechos.
Latinoamérica está dando sobradas evidencias de que ha ganado en agudeza política, y en correspondencia con ello es capaz, soberana e independientemente, de poner fin a añejadas confrontaciones heredadas y alentadas por regímenes al servicio de dominios coloniales e imperiales.
También ha demostrado que, incluso pese a contraposiciones ideológicas entre gobiernos, sus dignatarios pueden sentarse a dialogar para enmendar problemas que atañen a la soberanía e independencia de sus naciones y de la Patria Grande, respetando la diversidad de opiniones y criterios.
Las máximas autoridades de Perú y Chile están lógicamente invitadas a la Cumbre de la CELAC de La Habana, como las de los restantes 31 Estados que integran la más aglutinadora organización de América Latina y el Caribe, además de otras personalidades internacionales.
El fin del diferendo marítimo entre peruanos y chilenos, con el cumplimiento del fallo de La Haya, se convertiría en un ejemplo de madurez bilateral con repercusión en la CELAC, cuya presidencia pro-tempore anual concluirá Cuba, y asumirá Costa Rica durante 2014.
Al mismo tiempo, crearía un precedente alentador para solventar otras divergencias similares que prevalecen en la región, y que hoy constituyen obstáculos que deben superarse para hacer realidad la anhelada integración de la Patria Grande.
Una verdadera demostración de madurez, y de facto un triunfo para la unidad y la paz que promulgan la CELAC, cuya cita a nivel presidencial sesionará en La Habana los días 28 y 29 próximos, sería que Chile y Perú acaten y ejecuten el veredicto de la Corte Internacional.
Los conflictos limítrofes en nuestra América, terrestres o marítimos, deben ser solucionados de forma pacífica y en beneficio mutuo de los pueblos y gobiernos implicados, y no de grandes potencias o transnacionales extranjeras que tratan de echarle leña a fuegos para sacar provechos.
Latinoamérica está dando sobradas evidencias de que ha ganado en agudeza política, y en correspondencia con ello es capaz, soberana e independientemente, de poner fin a añejadas confrontaciones heredadas y alentadas por regímenes al servicio de dominios coloniales e imperiales.
También ha demostrado que, incluso pese a contraposiciones ideológicas entre gobiernos, sus dignatarios pueden sentarse a dialogar para enmendar problemas que atañen a la soberanía e independencia de sus naciones y de la Patria Grande, respetando la diversidad de opiniones y criterios.
Las máximas autoridades de Perú y Chile están lógicamente invitadas a la Cumbre de la CELAC de La Habana, como las de los restantes 31 Estados que integran la más aglutinadora organización de América Latina y el Caribe, además de otras personalidades internacionales.
El fin del diferendo marítimo entre peruanos y chilenos, con el cumplimiento del fallo de La Haya, se convertiría en un ejemplo de madurez bilateral con repercusión en la CELAC, cuya presidencia pro-tempore anual concluirá Cuba, y asumirá Costa Rica durante 2014.
Al mismo tiempo, crearía un precedente alentador para solventar otras divergencias similares que prevalecen en la región, y que hoy constituyen obstáculos que deben superarse para hacer realidad la anhelada integración de la Patria Grande.
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.
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