Para
un patriota puertorriqueño la figura de José Martí adquiere una
dimensión mayor cuando se acerca un evento que fortalecerá el mensaje
de unidad de Nuestra América. El Maestro ansió tanto la independencia
de Cuba como la de Puerto Rico, unido a que a ambas islas nos
adjudicaba un papel de equilibrio, pero en la realidad fatal que nos
hemos visto los puertorriqueños asume ahora Cuba la responsabilidad de
levantar las ideas martianas como un bálsamo que nos alivia las heridas
de un posible desaliento. A falta de independencia para nuestro
borinquen, brotan estas palabras agradecidas para el pueblo de Cuba y
su héroe nacional. La cumbre de la CELAC a celebrarse en la Habana
los días 28 y 29 de enero posee el sello martiano de proyectarse como
un símbolo en los días cuando se conmemora el nacimiento del apóstol de
la independencia cubana.
Con este evento se cierra un ciclo de presidencia de Cuba en esa obra de integración que es la CELAC y el misterio martiano como diría el gran Cintio Vitier estuvo presente desde las palabras del Presidente Raul Castro en el acto fundacional en el 2011 cuando dijo “ En la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños, Cuba trabajará con dedicación, altruismo y compromiso por la unidad de nuestros pueblos, por un futuro de paz y justicia social, y por el empeño irrenunciable de consolidar la plena independencia de lo que José Martí ansiaba para el porvenir como “Nuestra América”.
La presencia de Martí siempre persevera, y no por casualidad, en el intento de integrar a los pueblos de Nuestra América.
Pero más allá de este hecho simbólico las coincidencias nos invitan a reflexionar sobre la importancia de que sea precisamente Cuba dentro de la CELAC el país que resalte en la búsqueda del equilibrio del mundo.
El proyecto bolivariano y martiano de integración suele ser acusado de utópico pero si hay algún país que ha demostrado que las utopías son realizables esa es Cuba, la cual como destino místico ha venido a validar las premoniciones de su apóstol: lograr la dignidad plena del hombre.
El hecho de realizar la Cumbre de la CELAC en Cuba constituye una oportunidad insoslayable que cualquier latinoamericano honesto debe plantearse. Este evento es un llamado necesario a la integración de nuestros pueblos. Posponer ese plan seria desequilibrar, crear fisuras que faciliten la voracidad imperial.
Cuba encara los enormes desafíos que en los albores de un nuevo siglo y un nuevo milenio tiene ante sí la humanidad y lo hace enarbolando como bandera la acción y las ideas de los grandes próceres y pensadores de nuestra América para orientar nuestra acción y vencer los complejísimos obstáculos del presente y del futuro, exaltando el papel de la cultura y las formas de hacer política que nos enseñó Martí y que Fidel Castro ha llevado a su máxima expresión.
Se trata de aplicar los principios con inteligencia y creatividad, una política que permita reunir de forma equilibrada a las fuerzas más amplias y diversas en el propósito de alcanzar la unidad de nuestras patrias y lograr la ansiada independencia política y económica que los pueblos reclaman con urgencia.
Es el mensaje que la patria de Martí transmite al mundo en esta Cumbre de la CELAC, levanta esa bandera por nosotros, dejemos que resuene amplificado el empeño martiano del equilibrio del mundo.
Con este evento se cierra un ciclo de presidencia de Cuba en esa obra de integración que es la CELAC y el misterio martiano como diría el gran Cintio Vitier estuvo presente desde las palabras del Presidente Raul Castro en el acto fundacional en el 2011 cuando dijo “ En la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños, Cuba trabajará con dedicación, altruismo y compromiso por la unidad de nuestros pueblos, por un futuro de paz y justicia social, y por el empeño irrenunciable de consolidar la plena independencia de lo que José Martí ansiaba para el porvenir como “Nuestra América”.
La presencia de Martí siempre persevera, y no por casualidad, en el intento de integrar a los pueblos de Nuestra América.
Pero más allá de este hecho simbólico las coincidencias nos invitan a reflexionar sobre la importancia de que sea precisamente Cuba dentro de la CELAC el país que resalte en la búsqueda del equilibrio del mundo.
El proyecto bolivariano y martiano de integración suele ser acusado de utópico pero si hay algún país que ha demostrado que las utopías son realizables esa es Cuba, la cual como destino místico ha venido a validar las premoniciones de su apóstol: lograr la dignidad plena del hombre.
El hecho de realizar la Cumbre de la CELAC en Cuba constituye una oportunidad insoslayable que cualquier latinoamericano honesto debe plantearse. Este evento es un llamado necesario a la integración de nuestros pueblos. Posponer ese plan seria desequilibrar, crear fisuras que faciliten la voracidad imperial.
Cuba encara los enormes desafíos que en los albores de un nuevo siglo y un nuevo milenio tiene ante sí la humanidad y lo hace enarbolando como bandera la acción y las ideas de los grandes próceres y pensadores de nuestra América para orientar nuestra acción y vencer los complejísimos obstáculos del presente y del futuro, exaltando el papel de la cultura y las formas de hacer política que nos enseñó Martí y que Fidel Castro ha llevado a su máxima expresión.
Se trata de aplicar los principios con inteligencia y creatividad, una política que permita reunir de forma equilibrada a las fuerzas más amplias y diversas en el propósito de alcanzar la unidad de nuestras patrias y lograr la ansiada independencia política y económica que los pueblos reclaman con urgencia.
Es el mensaje que la patria de Martí transmite al mundo en esta Cumbre de la CELAC, levanta esa bandera por nosotros, dejemos que resuene amplificado el empeño martiano del equilibrio del mundo.
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.
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