David Brooks
Un indigente frente a un mural del artista Ruben Soto en una calle de
Los Ángeles. Se espera que el informe de gobierno que rendirá mañana
Barack Obama se centre en la desigualdad económica en Estados UnidosFoto Ap
Una
mujer joven está sentada en la banqueta con un bebé en brazos y otra
hija de unos cuatro o cinco años, con coletas y la cara triste mirando
hacia abajo; la madre sostiene una cartulina en la que pide
ayuda, por favor. Detrás de ella, en el muro, está un cartel de las fuerzas de seguridad pública con el lema oficial antiterrorista inaugurado después del 11-S y que se repite por todas partes:
si ve algo, diga algo. Ese dibujo en blanco y negro publicado por el New Yorker casi captura el momento.
Sin embargo, no es que nadie los vea, ni que nadie diga nada. El punto es justo que lo ven, lo dicen, pero no hacen nada.
De hecho, este martes, el tema de la desigualdad económica, eso de
los cada vez más pobres y los cada vez más ricos, será eje del informe
anual del presidente Barack Obama. Ya había dicho que la desigualdad es
el desafío definitorio de nuestros tiemposy se espera que hablará de ampliar la
oportunidadpara que todos los que trabajan duro puedan “participar en el sueño americano” o algo así. Pero nadie espera que proponga un reajuste económico a fondo para generar empleo, anular la deuda aplastante (incluida la de las hipotecas, que obligó a millones a perder sus viviendas) o elevar los ingresos que, para la gran mayoría, han quedado estancados durante décadas.
O sea, nada que por ahora logre cambiar el hecho de que este país
registra el peor nivel de desigualdad económica desde la gran
depresión. Algunos cálculos sugieren que solo 400 familias captan lo
mismo que el 50 por ciento de la población de ingresos más bajos; entre
80 a casi 90 por ciento de la riqueza en Estados Unidos pertenece a 20
por ciento de la población.
Al parecer, a ese 20 por ciento, y más bien el 1 por ciento que
concentra más de 35 por ciento de la riqueza nacional, no le dan nada
de pena anuncios como el de JPMorgan Chase la semana pasada, de que
casi duplicará la remuneración de su ejecutivo en jefe Jamie Dimon a un
total de 20 millones de dólares. Esto, poco después de que el banco
acordó pagar 13 mil millones para resolver un litigio con el
Departamento de Justicia y admitir que había engañado a inversionistas
sobre paquetes de inversión respaldados por hipotecas de alto riesgo,
parte de los instrumentos financieros que se desplomaron en 2006 y
2007, con lo cual detonaron la peor crisis financiera desde la gran
depresión.
Para algunos, todo esto fue nada menos que el fraude más grande de
la historia, pero ningún ejecutivo financiero responsable ha acabado en
la cárcel. De hecho, casi todos han sido recompensados, mientras Wall
Street y las ganancias empresariales han registrado nuevos índices
récord, y mientras millones quedan desempleados y hay más gente que
padece hambre que nunca. De hecho, casi el total de los beneficios de
la recuperación económica desde 2009 han sido capturados por el 1 por
ciento más rico.
Mientras
tanto, en Davos, Suiza, los ricos y poderosos del mundo se congregaron
para su cumbre anual donde uno de los grandes temas fue la desigualdad
económica. A los responsables no les daba pena expresar su
preocupacióny hasta lamentar la creciente desigualdad económica mundial (seguramente estaban ahí algunos de los 85 multimillonarios que, según un informe de Oxfam, concentran riqueza equivalente a la que tiene la mitad de la humanidad).
En Miami se registran ventas récord de autos de super lujo
Lamborghini (algunos cuestan 400 mil dólares) y resulta que los
clientes no son nada más estadunidenses, sino casi todos en tiempos
recientes son aquellos inmigrantes súper ricos de México, Venezuela,
Brasil, Rusia y China.
Hoteles de lujo ofrecen habitaciones que cuestan 15 mil dólares la
noche, o los acaudalados compran departamentos que cuestan 90 millones
en Nueva York.
Y las cifras de la miseria –hambre, desempleo, sin techo, sueños
anulados– se reportan. Bueno, casi siempre es más noticia por cuántos
puntos subió o bajó la Bolsa de Nueva York que cuántas familias pobres
pernoctaron en la calle en medio de un invierno feroz.
Todo mundo ve esto. Una encuesta reciente del Centro de Investigación Pew y USA Today
registró que 65 por ciento creen que la brecha entre los ricos y todos
los demás se ha incrementado en la ultima década. La mayoría, 54 por
ciento, apoyan incrementar impuestos a los ricos para ayudar a los
pobres.
No resulta sorprendente que los ciudadanos no tengan gran confianza
en su gobierno. Según una encuesta de Gallup, 65 por ciento (dos
tercios) de los estadunidenses dicen estar
descontentoscon el
sistema de gobernancia(se refiere más bien a cómo opera el gobierno) en Estados Unidos, nivel récord. En otra encuesta, de Gallup, sólo 17 por ciento creen que la mayoría de legisladores actualmente en el Congreso merecen ser relectos, el nivel más bajo registrado; sólo 46 por ciento creen que su representante legislativo merece ser relecto, el nivel más bajo desde 1992.
El economista premio Nobel Paul Krugman argumenta que la desigualdad
económica ayudó a generar las condiciones para la crisis pasada, y más
aún, esa desigualad empeora ahora por la alta tasa de desempleo y
niveles salariales estancados. El también economista premio Nobel
Joseph Stiglitz, el reconocido analista y ex secretario de Trabajo
Robert Reich, entre tantos otros, suenan la alarma de que todo esto
necesita acción urgente, que la democracia misma está en riesgo por la
desigualdad.
Todos ven, todos dicen. Todos saben.
No es tan complicado.
No pierdas tu tiempo en cuestiones sociales. El problema con los pobres es la pobreza; el problema con los ricos es su inutilidad, afirmó George Bernard Shaw.
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