Bajo la Lupa
Alfredo Jalife-Rahme
El presidente de Shell, Peter Voser, hace unos días en LondresFoto Reuters
Shell, trasnacional favorecida por la
reforma Peña-Videgaray-Aspepara adueñarse de los hidrocarburos en las
aguas profundasde México, remata sus activos del shale gas (gas esquisto/lutitas) del que fue su supuestamente mirífico yacimiento texano de Eagle Ford ( Financial Times, 30/10/13).
Shell –la primera trasnacional del mundo por ingresos en el listado de Fortune– concluye su presencia en el sur de Texas por más de medio siglo.
La causa reside en la abrupta caída del precio del gas en Estados
Unidos a menos de 4 dólares la BTU –frente a casi 19 en Japón y 15 en
Europa– que lo hacen nada lucrativo (ver Bajo la Lupa, 18/9/13).
Además de Texas, Shell abandona los proyectos de shale gas de Misisipi y Kansas, lo cual parece más bien una fuga masiva.
Lo mismo sucede a ExxonMobil –otro favorecido por el obsequio en las
aguas profundasde la
reforma Peña-Videgaray-Aspe–, de la propia confesión de su mandamás Rex Tillerson, aunque su polémico vicepresidente David Rosenthal sigue empecinado en el mirífico shale gas.
Financial Times sentencia que son “malas noticias para el shale gas de Estados Unidos”. ¿Cómo quedan el
México neoliberal itamitay sus mendaces excrecencias Imco-Comexi-Cidac? En ridículo eterno.
Ya no habrá tal
revolución energéticadel shale gas ni Estados Unidos superará a Arabia Saudita ni nada cambió en el
mapa energético.
El gas natural (a distinguir del shale gas) de Rusia sigue tan poderoso e Irán consolida su posicionamiento estratégico, a fortiori después de su triunfal retorno diplomático, mientras China coquetea con las potencias gaseras centroasiáticas ( v. gr. Turkmenistán) para crear una
ruta de la seda energética.
Oswald Clint, de la consultora Bernstein Research, comenta que los resultados de Shell en la exploración del shale gas en Estados Unidos han sido peores a lo anticipado.
Según Guy Chazan, del Financial Times (1/8/13), “cierta retórica sin respiro sobre el potencial del shale gas no
es recomendable (¡supersic!)”, lo cual es avalado por Peter Voser,
mandamás de Shell, quien diluye con torrentes de agua el embriagante
vino sobre la revolución del shale gas que supuestamente
se expande de Estados Unidos al mundo, lo cual es
un poco sobrexagerado.
La retirada del shale gas de Estados Unidos se inició el año pasado con el remate de los activos de BHP Billiton y BG Group. La aventura de Shell en el shale gas de
Estados Unidos resultó muy costosa y sus pérdidas se seguirán
reflejando muy probablemente hasta el año entrante, mientras el precio
del petróleo empezó a declinar concomitantemente, como consecuencia de
la distensión entre Estados Unidos e Irán, lo cual ha hecho perder
fortunas a los megabancos que apostaron a una guerra contra Siria para
colmar sus portafolios.
A juicio de Crédit Suisse, el desempeño de Shell en exploración y perforación deja mucho que desear y constituye una
verdadera preocupación.
Shell es justamente una de las trasnacionales anglosajonas a quien la claudicante
reforma Peña-Videgaray-Aspepiensa obsequiar sustanciales bloques de las
aguas profundas, bursatilizables vía el truco contable del booking.
Shell apostó insensatamente en el shale gas comprando muy caro las empresas Duvernay Oil (Canadá occidental) y East Resources (con fuerte presencia en Marcellus Shale).
Se vinieron abajo las cuentas alegres de Shell: ya no producirá el
equivalente de 7 millones de barriles de petróleo de su portafolio en
Estados Unidos. Se esfuman los 250 mil barriles prometidos al día en un
periodo de cinco años y a lo sumo producirá sólo la quinta parte. ¡Un
verdadero desastre!
Otro
miríficoyacimiento en Utica (Ohio) ha sido también decepcionante, donde las empresas de shale gas operan una nada graciosa huida.
Empezó el estallido de la burbuja del shale gas, que pasa de la embriagante euforia a la cruda (en el doble sentido) realidad.
Sería el colmo que los entreguistas de los hidrocarburos de México no leyesen el rotativo británico neoliberal Financial Times, a
cuyas oficinas acudieron insólitamente Peña y Videgaray a proponer la
entrega del máximo recurso estratégico de México y a poner en riesgo la
seguridad energéticadel país en manos foráneas.
Se vino abajo la entrega del shale gas a las trasnacionales
anglosajonas: uno de los tres pilares de la reforma
Peña-Videgaray-Aspe: eminentemente entreguista, neoliberal,
antinacionalista y antiambientalista.
Los otros dos pilares son la explotación del
petróleo convencionaly el
no convencional(en aguas profundas).
El
petróleo convencional(prácticamente en tierra firme y en aguas someras) es desdeñado por las trasnacionales anglosajonas para dejar la chatarra de lo que quede de Pemex en manos de 10 empresas privadas
mexicanasy cuyo desmantelamiento empezó ya en Pajaritos.
El petróleo
no convencionales la joya de la corona que exigen las trasnacionales anglosajonas en las
aguas profundasdel Golfo de México y al que el representante de Misisipi, Steve Holland, busca(ba) cambiar el nombre por el de
Golfo de Estados Unidos( Huffington Post, 2/9/12), más acorde a la geopolítica de
Norteaméricay al concepto estratégico del
Mar Mediterráneo (sic) de Américaque constituye la sumatoria del
Golfo de México (sic)y el Mar Caribe con una superficie total de 4.2 millones de kilómetros cuadrados.
En forma obscena, un personaje muy extraño, Duncan Wood, británico con vocación de pirata doblemente a cargo del
Instituto (sic) México (¡supersic!)del Wilson Center y profesor añejo de relaciones internacionales del ITAM, espetó a la revista especializada Upstream que a las trasnacionales anglosajonas sólo les interesan las
aguas profundas. ¡Qué hallazgo!
La vulgar burbuja del shale gas estalló en pleno rostro a
los entreguistas de lo ajeno y pone en la picota lo absurdo de toda la
política gasera de los neoliberales de la dupla PAN-PRI y el sector
antinacional del PRD –con sus respectivos
consejeros profesionalesde Pemex– que cuenta entre sus hazañas la importación del gas de Perú a precios exorbitantes.
Más que el empleado del Imco, el locuazmente hiperviolento Juan
Pardinas –quien exige el uso de la fuerza militar para privatizar
Pemex–, es su presidente Valentín Díez Morodo quien hace el ridículo
con la fantasiosa
revolución energéticaque siempre no fue.
Por cierto, Díez Morodo eludió pagar 7 mil millones de dólares al
fisco vía bolsa por la venta de la Cervecería Modelo. ¿Tan trivial
evasión fiscal es lo que espera a México en caso de la privatización de
sus hidrocarburos?
No son precisamente los más virtuosos
empresariosde México y el mundo quienes andan tras el botín de Pemex.
Las trasnacionales anglosajonas, con notables pérdidas por doquier,
se van con todo para apoderarse del petróleo no convencional de las
aguas profundasdel Golfo de México: la madre de todas las batallas, si es que no la última, del México soberano, nacionalista, libertario, democrático e independiente.
Twitter: @AlfredoJalife
Facebook: AlfredoJalife
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