A pesar de las gélidas temperaturas, los “indignados” mantienen este jueves su protesta contra las injusticias del sistema capitalista, en un campamento de iglús instalado cerca de la sede del Foro Económico Mundial de Davos.
El objetivo de los manifestantes es rechazar las políticas de recortes sociales aplicadas en el viejo continente en el marco de una crisis capitalista sin precedentes. En medio de unas tasas de desempleo históricas, los gobiernos europeos están disminuyendo salarios y pensiones, reduciendo presupuestos en educación y sanidad, privatizando servicios públicos y aumentando el precio del transporte y las medicinas.
“Creemos que los líderes del Foro sólo están tratando de implementar sistemas nuevos para maximizar sus ganancias, no para ayudar al mundo”, dijo a la prensa Amadeus Thiemann, uno de los activistas.
“El 1%, los más influyentes en esas reuniones, donde no se admiten a los demás miembros de la sociedad, discute y decide el destino del 99% de la población”, dijo otro organizador de la acción, David Roth.
“La concentración de recursos económicos y financieros en manos de una minoría privilegiada conduce a una dictadura sobre el resto. Ahora funciona la consigna ‘un dólar-un voto’ en vez de ‘un hombre-un voto’. Queremos que todo sea diferente”, agregó.
El Foro Económico Mundial reúne en la pequeña localidad suiza a 2.600 de las personalidades más poderosas e influyentes del mundo, entre ellas unos 40 jefes de Estado.
Aunque los temas de debate son amplios, este año el encuentro tiene como telón de fondo la crisis capitalista, los problemas del euro y los temores de una recesión a nivel mundial.
En su discurso de apertura, la canciller federal alemana, Ángela Mérkel, no aportó nuevas fórmulas para enfrentar las turbulencias en la región.
Merkel junto al presidente francés, Nicolás Sarkozy, promueven un acuerdo intergubernamental para aplicar un estricto rigor presupuestario en la Unión Europea.
PL
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