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miércoles, 8 de septiembre de 2010

Las bases locales y estatales del poder sionista en EE.UU

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escrito por James Petras

Hay por lo menos 52 importantes organizaciones judías estadounidenses involucradas activamente en la promoción del orden del día de la política exterior, la economía y la tecnología de Israel en EE.UU

Introducción

Todo esfuerzo serio por comprender la extraordinaria influencia de la configuración del poder sionista sobre la política exterior de EE.UU. debe examinar la presencia de operadores claves en posiciones estratégicas en el Gobierno y las actividades de organizaciones sionistas locales afiliadas a organizaciones judías dominantes y órdenes religiosas.

Hay por lo menos 52 importantes organizaciones judías estadounidenses involucradas activamente en la promoción del orden del día de la política exterior, la economía y la tecnología de Israel en EE.UU. (vea el Apéndice). Los miembros de base varían entre varios cientos de miles de militantes en las Federaciones Judías de Norteamérica (JFNA, por sus siglas en inglés) y cien mil acaudalados donantes, activistas y traficantes de influencias en el Comité EE.UU.-Israel de Asuntos Públicos (AIPAC). Además numerosas fábricas de propaganda, denominadas think tanks, han sido establecidas con subsidios de millones de dólares de sionistas multimillonarios, incluidos el Brookings Institute (Haim Saban) y el Hudson Institute entre otros. Numerosos comités de acción política (PAC) financiados por los sionistas han intervenido en todas las elecciones nacionales y regionales, controlando candidaturas e influenciando los resultados de las elecciones.

Fanáticos sionistas se han apoderado literalmente de editoriales, incluidas prensas universitarias; el ejemplo más indignante es Yale University, que publica los folletos más tendenciosos que repiten como loros parodias sionistas de la historia judía (sección de crítica literaria del Financial Times 28/29 de agosto de 2010). Nuevos proyectos sionistas con considerable financiamiento, hechos para capturar a jóvenes judíos y convertirlos en instrumentos de la política exterior israelí incluyen “Taglit-Birthright” que ha gastado más de 250 millones de dólares durante la última década enviando a más de un cuarto de millón de judíos (entre 18 y 26 años) a Israel durante 10 días de intenso lavado de cerebro (Boston Globe 26 de agosto de 2010). Multimillonarios judíos y el Estado israelí pagan la cuenta.

Se somete a los estudiantes a una fuerte dosis de militarismo al estilo israelí ya que son acompañados por soldados israelíes como parte de su adoctrinamiento; en ningún momento visitan Cisjordania, Gaza o Jerusalén Este (Boston Globe, 26 de agosto de 2010). Se les insta a convertirse en ciudadanos de doble nacionalidad e incluso se les alienta a servir en las fuerzas armadas israelíes. En resumen, las 52 organizaciones miembros de las Principales Organizaciones Judías Estadounidenses en cuestión constituyen sólo la punta del iceberg de la Configuración Sionista del Poder: tomadas en conjunto con los PAC, las fábricas de propaganda, las editoriales comerciales y universitarias y los medios de masas, nos vemos ante una estructura de poder para comprender la tremenda influencia que tienen en la política exterior e interior de EE.UU. en la medida en que afectan a Israel y al sionismo estadounidense.


Mientras toda su actividad se dedica antes que nada a asegurar que la política de EE.UU. en Oriente Próximo sirva a la expansión colonial de Israel en Palestina y sus objetivos belicistas en Oriente Próximo, lo que B’nai B’rth llama eufemísticamente “foco en Israel y su lugar en el mundo”, muchos grupos se ‘especializan’ en diferentes esferas de actividad. Por ejemplo, los “Amigos de la Fuerza de Defensa de Israel” [ejército israelí, N. del T.] se preocupan primordialmente, según sus propias palabras, “de velar por las FDI”, en otras palabras proveer recursos financieros y promover voluntarios estadounidenses para un ejército extranjero (una actividad ilegal, excepto cuando se trata de Israel). Hillel es el brazo estudiantil de la configuración del poder sionista que afirma que está presente en 500 colegios y universidades, con afiliados que defienden todos y cada uno de los abusos contra los derechos humanos del Estado israelí y organizan giras con todos los gastos pagados para estudiantes reclutas judíos para que viajen a Israel, donde se les somete a una fuerte propaganda y se les alienta a ‘migrar’ o a convertirse en ‘ciudadanos de doble nacionalidad’.

Método: Estudiando el poder sionista

Hay diversos métodos para medir el poder del conjunto de organizaciones sionistas e influyentes que ocupan posiciones estratégicas en el gobierno y la economía. Incluyen (a) el método basado en la reputación (b) sus propias afirmaciones (c) el análisis de la toma de decisiones (d) inferencias estructurales. La mayoría de estos métodos suministran algunas pistas sobre el potencial poder sionista.

Por ejemplo, expertos en la prensa y periodistas se basan frecuentemente en personas informadas de Washington, personal del Congreso y notables para concluir que AIPAC tiene la reputación de ser uno de los grupos de presión más poderosos en Washington. Este método apunta a la necesidad de examinar empíricamente las operaciones de AIPAC en la influencia de votos en el Congreso, la presentación de candidaturas, la derrota de los que ocupan cargos y no apoyan incondicionalmente la línea israelí. En otras palabras, el análisis del proceso de toma de decisiones del Congreso y del ejecutivo es una clave para medir el poder sionista. Pero no es la única. El poder sionista es el producto de un contexto histórico, en el cual la propiedad de los medios y la concentración de la riqueza y otras palancas institucionales del poder tienen un papel y conforman el actual marco de la toma de decisiones.

El poder acumulativo con el transcurso del tiempo y a través de las instituciones crea un fuerte prejuicio en los resultados políticos favorables a los agentes organizados de Israel en EE.UU. Una vez más, la mera presencia de judíos o sionistas en posiciones de poder económico, cultural y político no nos dice cómo utilizarán sus recursos y si tendrán el efecto deseado. El análisis estructural, la ubicación de sionistas en la estructura de clase, es necesario pero insuficiente para comprender el poder sionista. Hay que proceder y analizar el contenido de decisiones hechas y no hechas respecto al orden del día de los patrocinadores de Israel que operan en EE.UU. Las 52 principales organizaciones sionistas son muy francas respecto a sus reivindicaciones de poder, su lucha por la agenda de Israel y su servilismo respecto a todos los regímenes israelíes sin excepción.


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