El Salvador
Alainet
Pensar la realidad nacional como un rompecabezas puede ser un buen ejercicio mental, que a lo mejor puede ayudar a clarificar (o a ver de otra manera) la actual coyuntura. No nos referimos, en estas líneas, a que la realidad nacional sea un quebradero de cabeza para quienes buscan comprender, con seriedad y honestidad, sus dinamismos y tendencias políticas, económicas, culturales o sociales.
Más bien, se alude a ese juego de mesa, conocido como “rompecabezas”, que consiste en ensamblar piezas sueltas (y revueltas) de forma tal que al final da como resultado un conjunto armónico y unitario (que puede ser un paisaje, un animal, etc.). Lo interesante del juego es ir probando, mediante ensayo y error, el enganche de una pieza con otra, hasta lograr que todas las piezas estén en su lugar.
¿De qué manera este juego puede ayudar a entender la realidad nacional? No, naturalmente, en lo que tiene de “juego”, pues hay demasiadas cosas duras y trágicas en el país como para divertirse con ellas. Sin embargo, como “imagen” sí puede tener alguna utilidad: el rompecabezas puede servir de imagen (si se quiere, como metáfora) de una realidad nacional en la cual hay diferentes piezas cuyo ensamblaje (mental) puede dar lugar, dependiendo de cómo se lo elabore, a diferentes interpretaciones de cómo se mueve el país en estos momentos.
Así, para comenzar, el rompecabezas de la realidad nacional puede verse como ya armado, con cada pieza (partidos, liderazgos, grupos empresariales, etc.) ocupando sitios definidos y configurando un “dibujo” de El Salvador (un mapa político, económico, social y cultural) en el cual todo está ya determinado.
En el plano específicamente político, para quienes tienen este rompecabezas completado en su mente, es claro cuál será el desenlace de las elecciones presidenciales de 2019. Desde marzo de este año, las cartas ya están echadas y lo que queda es esperar lo que de todas maneras sucederá. En esta visión, no hay lugar para lo inédito, lo novedoso o lo probable.
En fin, ya tienen armado el rompecabezas de la realidad nacional, con lo cual esta ha dejado de ser, precisamente, un rompecabezas: es una figura fija, con sus contornos bien definidos, cuando menos desde aquí hasta 2019. En ella, para decirlo de una vez, la derecha controla el aparato del Estado (Asamblea, Corte Suprema de Justicia y el Ejecutivo) y los grupos empresariales más poderosos reafirman su control del aparato económico y, desde el mismo, la vida y destino de la sociedad.
Una variante de este rompecabezas, ya armado, es la de uno que aunque no lo está todavía, casi llega a estarlo, salvo por unas piezas que todavía no han sido ajustadas, pero de las cuales ya se sabe dónde van a encajar. Es decir, sólo es asunto de detalles y de un poco de tiempo para que ese ensamblaje se dé.
De nuevo, esta es una visión muy del gusto de la derecha: las piezas que falta por ensamblar para que su rompecabezas de la realidad nacional quede bien armado son, por ejemplo, las del nuevo fiscal o las de los nuevos magistrados de la Sala de lo Constitucional. Son piezas que se ajustarán a su “dibujo” de país, que se completará, en su visión, con el triunfo electoral en 2019.
Un tercer rompecabezas de la realidad nacional puede ser pensado como un conjunto de piezas aún no armadas, por lo tanto, revueltas y con varias (aunque no infinitas) configuraciones posibles. Desde esta perspectiva –y ciñéndonos a lo político— las cartas en vistas a 2019 no están echadas, o por lo menos no totalmente. En esta visión, las piezas del rompecabezas de la realidad nacional, en el plano político-electoral, deben irse encajando (se están encajando), pero no está predeterminado el modo cómo lo harán ni tampoco el resultado final, pues no hay una sola forma de hacerlo.
Hay, en el conjunto de las piezas “políticas” del país, bloques (figuras, dibujos) heterogéneos unos respecto de los otros, con lo cual su ensamblaje en un solo mapa (dibujo mayor) será prácticamente imposible. Así las cosas, en este tercer rompecabezas, el resultado final –el mapa político del país en 2019— no se puede anticipar con una seguridad absoluta en estos momentos, aunque se puedan vislumbrar posibles tendencias a partir de la fortaleza y perfil de los principales “bloques de piezas” que lo constituyen.
Una variante de este rompecabezas de la realidad nacional consiste en añadir que algunos de sus “bloques de piezas” (y algunas de sus piezas individuales) no están totalmente definidas, con lo cual no hay certidumbre de que sean parte definitiva del rompecabezas ya armado que se tendrá en 2019.
Es decir, en esta variante, las cartas para las elecciones del otro año no sólo no están echadas, sino que en la baraja con la que se juega hay cartas que, por ahora, no tienen un valor definido. O sea, para armar un rompecabezas se requiere que todas las piezas que formarán parte del mismo tengan las dimensiones y el tamaño adecuados para su ensamble con otras, pues de no ser así se tratará de piezas que quedarán fuera del mismo. Y en la situación actual del país –según la visión que exponemos— hay piezas, con las que se pretende configurar el mapa político en 2019, sin una definición precisa y, por ello, no se sabe si serán parte del rompecabezas final.
Cada cual puede elegir la idea del rompecabezas de la realidad nacional que más le guste. Sin embargo, al menos por intuición, se puede pensar que las dos últimas formulaciones pueden ser más ilustrativas de la dinámica salvadoreña actual (en materia política-electoral).
Si ello fuera así, el escenario en el que se realizarán las elecciones presidenciales (y sus posibles resultados) no está totalmente montado, con lo cual los diferentes actores tienen un importante margen de maniobra –en un tiempo corto— para perfilarse como piezas importantes del mapa político que se formará en 2019.
En el caso del FMLN, se ha abierto un margen de maniobra que inmediatamente después del evento electoral de marzo no se veía en el horizonte. En el mismo, los efemelenistas –como una pieza del rompecabezas nacional que ha logrado mantener sus contornos— tiene una ventaja importante respecto de otras piezas cuyos contornos o bien se han difuminado (o se están difuminando) o bien no logran ajustarse en el bloque de piezas del cual forman parte.
Con todo, es prematuro asegurar desenlaces políticos-electorales para 2019 a partir de lo que se tiene en estos momentos. Para hacer conjeturas al respecto, hay que esperar –sin comer ansias— la definición de los actores que van a tener una participación real –no sólo en redes sociales— en el proceso electoral de 2019. Y, luego de eso, explorar, en primer lugar, su posicionamiento entre sus militantes y simpatizantes, y, en segundo lugar, entre los distintos sectores de la sociedad.
Luis Armando González es Licenciado en Filosofía por la UCA. Maestro en Ciencias Sociales por la FLACSO, México. Docente e investigador universitario.
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