▲ Artistas en el acto Lula Libre, el cual se llevó a cabo en Río de Janeiro.
Aunque sea una posibilidad cada vez más lejana, la libertad inmediata del ex presidente Lula da Silva, preso desde hace más de 100 días luego de un juicio en el que lo condenaron sin prueba alguna, sigue como prioridad para sus seguidores y opinión pública, indican sondeos, en los cuales aparece con 41 por ciento de la intención del voto. Los demás aspirantes alcanzan 29 puntos porcentuales.
Hasta ahora las manifestaciones populares habían reunido a un número más bien discreto de participantes. En la noche del sábado pasado eso cambió. El Festival Lula Libre, efectuado en Río de Janeiro, en el tradicional barrio bohemio de Lapa, rompió drásticamente el cuadro. Pese al rigurosísimo boicot de los medios hegemónicos de comunicación, fue un éxito. Los cálculos más conservadores indican 50 mil personas presentes, los optimistas 80 mil y los más exagerados cerca de 100 mil.
Sea como fuere, ha sido un marco de contundencia indiscutible: desde hace mucho Río de Janeiro no presenciaba algo igual.
Los organizadores calculaban que debido a la presencia de figuras icónicas, como Chico Buarque y Gilberto Gil, sería posible reunir a 30 mil espectadores para el espectáculo, previsto inicialmente para durar de las cinco de la tarde a las 10 de la noche, pero cuando terminó ya era la madrugada.
Fueron muchos los momentos de especial emoción, como cuando la actriz Lucelia Santos, eterna Esclava Isaura, leyó el manifiesto de convocación al acto, o cuando el muy popular cantautor Chico César empezó su participación cantando a capella el himno de la Independencia, cambiando el verso o se queda la patria libre, o morir por Brasil por o se queda Lula libre, o luchar por Brasil.
El actor Herson Capri leyó una carta escrita desde la cárcel por Lula. El también actor Fabio Assunção incendió la platea al leer su parte del guion. Por el escenario pasaron actores de distintas generaciones, grupos de música africana y de rap. Hubo samba y ritmos del norte y noreste, frente a una multitud que osciló entre la euforia y el deslumbramiento.
Otro momento especial fue cuando el teólogo Leonardo Boff leyó un texto contando con qué sueña hoy: un nuevo país, una utopía mínima plenamente realizada.
El auge se dio al cierre, cuando Chico Buarque cantó tres temas y en seguida recibió a otra estrella de la música brasileña: el bahiano Gilberto Gil.
Lo que se dio entonces es histórico: por primera vez cantaron juntos la canción Cálice, que escribieron en 1973. Aquel año intentaron cantarla en un festival, pero la censura les impidió. Cortaron micrófonos.
El pasado sábado la canción, uno de los himnos de resistencia contra la dictadura militar (1964-1985), mostró su persistente permanencia. Es que en su refrán dice: “Pai, afasta de mim ese cálice”, o sea, “Padre, aparta de mí ese cáliz”. En portugués, cálice suena como cale-se, o sea, aparta de mí ese cállese.
En el momento en que hacen de todo para acallar a Lula, nada pareció a los miles y miles de presentes en el acto más propicio y oportuno.
Foto Ap
Eric Nepomuceno
Especial para La Jornada
Periódico La Jornada
Lunes 30 de julio de 2018, p. 26
Río de Janeiro
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