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martes, 31 de julio de 2018

El programa “Superespía” estadounidense puede que explique las misteriosas lesiones cerebrales de diplomáticos



Finian Cunningham

Strategic Culture Foundation

En los últimos dos años ha habido un gran número de informes acerca de supuestas “lesiones sónicas” entre diplomáticos estadounidenses, primero en Cuba y más recientemente en China. Las polémicas implicaciones son que funcionarios de EE.UU. pueden haber sido blanco malintencionado de un “arma sónica” en los países de acogida. Sin embargo, una explicación más probable es que las supuestas víctimas son el resultado de los intentos de Estados Unidos por crear “superespías”.

El número de diplomáticos estadounidenses que presuntamente sufrieron “lesiones sónicas” está aumentando, y 11 funcionarios fueron evacuados a principios de este mes desde China. Inicialmente, el incidente misterioso se reportó en una sola ubicación consular de EE.UU., en la ciudad de Guangzhou. Ahora la sospecha de lesiones cerebrales se ha extendido a los diplomáticos estadounidenses estacionados en Beijing y Shanghai.

Se informó que unos 250 diplomáticos estadounidenses en China están siendo sometidos a exámenes médicos neurológicos para determinar si han sucumbido al mismo tipo de trauma cerebral diagnosticado a otros colegas. Un estudio de 21 diplomáticos evacuados de Cuba descubrió el año pasado que habían sufrido lesiones cerebrales, pero según el diagnóstico, no a causa de impacto físico en la cabeza.

Por lo general, los síntomas informados incluyen deterioro cognitivo, discapacidad visual, audición de sonidos extraños, mareos e insomnio.

Hasta el momento, médicos de EE.UU. están desconcertados por lo que pudo haber causado las aparentes lesiones. La semana pasada, el Departamento de Estado dijo que las investigaciones en curso no habían establecido un vínculo causal con los citados problemas médicos de los diplomáticos.

Sin embargo, con anterioridad, el presidente Donald Trump había culpado explícitamente a Cuba de ser responsable de las lesiones reportadas al personal diplomático. La acusación de Trump no tiene fundamento probatorio. El gobierno cubano negó su participación en los presuntos ataques sónicos contra los enviados estadounidenses y se ha ofrecido para ayudar en cualquier investigación de EE.UU. Sin embargo, la evacuación del personal estadounidense de Cuba y las acusaciones de Trump han dado marcha atrás a la reciente distensión en las relaciones entre los dos enemigos de la Guerra Fría que había emprendido el expresidente Obama.

Con respecto a China, EE.UU. ha sido más cauteloso al lidiar con los casos reportados de aparentes lesiones sónicas, y se ha abstenido de acusar a Beijing de actividad maliciosa. China ha descartado previamente cualquier sospecha de ataques sónicos como “inconcebibles”. Beijing también criticó al Departamento de Estado de EE.UU. por emitir “advertencias sanitarias” a su personal en China, ya que tales notificaciones implican irregularidades por parte del país anfitrión.

En el contexto de la escalada de la guerra comercial de Trump con China, existe el peligro de que los casos reportados de lesiones entre diplomáticos puedan ser politizados por Washington, lo que se sumaría a las ya de por sí enconadas relaciones.

Es necesario abordar algunos factores que hasta ahora estaban ausentes en el tema. Primero, parece extraño que las misteriosas lesiones cerebrales solo sean reportadas por diplomáticos estadounidenses. Ningún otro país ha informado incidentes similares entre su personal diplomático. (1)

En segundo lugar, los casos de lesiones cerebrales entre los estadounidenses han sucedido en dos países que podrían considerarse políticamente sensibles. ¿Por qué no se han reportado casos similares entre el personal destacados en territorios pertenecientes a naciones aliadas?

En tercer lugar, cuando se describe al personal de EE.UU. como “diplomático” (así invariablemente aparecen en los medios occidentales de comunicación), tal vez deberíamos ser más precisos que esta terminología inofensiva. Si pensamos en el personal como “espías”, entra en juego una inferencia más escéptica, en especial, dada la naturaleza sensible de los dos países involucrados. Si el personal estadounidense en cuestión estaba sirviendo como espía (2), se plantea la pregunta acerca de a qué tipo de capacitación y programas de preparación estuvieron sujetos antes de sus misiones.

La especulación de que agentes estatales cubanos y chinos podrían haber usado algún tipo de arma sónica para atacar a los diplomáticos estadounidenses se encuentra más en el reino de la fantasía de ciencia ficción. Ambos países niegan tal actividad y no se sabe que exista un arma tal. Además, los médicos estadounidenses que examinaron a los diplomáticos evacuados de Cuba no pudieron encontrar ninguna explicación causal. La ausencia de una fuente externa para las lesiones parece ser también la posición oficial de EE. UU., según el Departamento de Estado la semana pasada.

Significativamente, los médicos de EE.UU. que estudiaron los casos cubanos dijeron que todas las personas pueden haber experimentado una experiencia común relacionada con sus lesiones cerebrales.

En lugar de especular acerca de que una agencia extranjera sea responsable de las lesiones entre diplomáticos estadounidenses, o más bien espías, quizás el enfoque debería ponerse en su propio campo. ¿Fueron sometidas estas personas a algún tipo de entrenamiento de alta tecnología dirigido por el Pentágono o la CIA?

Se sabe que la Agencia de Proyectos de Investigación Avanzada de Defensa del Pentágono (DARPA) está investigando dispositivos de estimulación cerebral para mejorar en gran medida la capacidad de aprendizaje en los sujetos.

Tan recientemente como el año pasado, DARPA informó del uso exitoso de dispositivos de estimulación de corriente directa transcraneal (tDCS) para aumentar habilidades de aprendizaje entre monos de laboratorio. Se afirmó que los sujetos que reciben tratamiento de tales dispositivos colocados en su cabeza mostrarían más tarde un aumento significativo en el aprendizaje y la inteligencia en comparación con los individuos de control que no reciben tratamiento. DARPA informó un aumento del 40 por ciento en la capacidad de aprendizaje entre los monos macacos sometidos al dispositivo de estimulación cerebral.

Según cita de uno de los principales médicos del programa, “En este experimento, apuntamos a la corteza prefrontal [del cerebro] con montajes no invasivos de estimulación”.

El investigador continúa explicando: “Esa es la región [del cerebro] que controla muchas funciones ejecutivas, incluidas la toma de decisiones, el control cognitivo y la recuperación de la memoria contextual. Está conectado a casi todas las otras áreas corticales del cerebro, y la estimulación provoca efectos generalizados”.

Téngase en cuenta la advertencia final del científico contratado por el Pentágono, a saber, “la estimulación tiene efectos generalizados”. (3)

Por el lado positivo, es evidente que el Pentágono está buscando una forma de aumentar la inteligencia y el aprendizaje en humanos. Esto de ninguna manera es una búsqueda nueva. Durante décadas, las agencias estadounidenses de inteligencia militar, así como la ciencia ficción de Hollywood, han sido fascinadas por la idea de aprovechar el cerebro humano y explotar niveles cada vez más altos de inteligencia. Se sabe que la CIA ha ejecutado varios programas de drogas y de hipnosis, el notorio MK-ULTRA, ya en los años 50 y 60. El Santo Grial era encontrar “superespías” y “superasesinos”.

Así que, la historia del Pentágono y la CIA realizando experimentos sistemáticos para producir alto rendimiento en humanos está bien documentada.

También sabemos por investigaciones recientes del Pentágono que de hecho está usando dispositivos electrónicos de estimulación cerebral para mejorar grandemente el rendimiento cognitivo entre monos. Por lo tanto, es concebible que el Pentágono también haya llevado a cabo experimentos de investigación no publicados con seres humanos.

Por el lado negativo, la buscada inteligencia superior muy bien puede llegar con imprevistos efectos secundarios perjudiciales. Nótese nuevamente que el citado investigador del Pentágono dijo que estimular la corteza prefrontal del cerebro podría tener “efectos de amplio alcance”. Estos efectos, además de una mayor inteligencia y habilidad de aprendizaje, podrían incluir consecuencias perjudiciales. Especialmente porque el área objetivo del cerebro es crucial para el control de las “funciones ejecutivas”.

El Pentágono no ha revelado si sus dispositivos cerebrales tuvieron algún impacto perjudicial en los monos experimentales.

Tampoco sabemos las misiones precisas de trabajo de los “diplomáticos” afectados en Cuba y China. ¿Hubo algún personal rutinario de secretaría entre las bajas reportadas, o todos eran “personal de campo”, es decir, muy probablemente involucrados en tareas sensibles de espionaje?

Parece poco probable que el Pentágono o el personal afectado alguna vez declaren que fueron sometidos a alguna forma de dispositivo de estimulación cerebral. En cualquier caso, el personal podría ser fácilmente silenciado por medio de advertencias acerca de las perspectivas de carrera y los ingresos futuros o la cobertura del seguro de salud. Puede que sea más conveniente para el Pentágono fomentar la sospecha de un “ataque sónico” por parte de agentes extranjeros. Ese chivo expiatorio podría tener un serio impacto en las tensiones internacionales, especialmente entre EE.UU. y China por su guerra comercial y las disputas territoriales en el Mar del Sur de China.

Sin embargo, a pesar de las incógnitas, por lo que ya sabemos parece plausible postular que el reciente aumento en las lesiones cerebrales entre el personal diplomático de EE.UU. puede haber sido causado no por “ataques sónicos” en los países de acogida, sino por sus propios superiores en el Pentágono o la CIA que han realizado algún tipo de programa clandestino para crear “superespías”.

Notas:

(1) Aunque Canadá también reportó unos pocos incidentes similares entre sus diplomáticos, no ha responsabilizado al gobierno cubano ni tomado medidas que dañen las relaciones con Cuba.

(2) Según informaciones de la propia prensa occidental, los primeros estadounidenses reportados como que sufrieron un ataque sónico fue personal de inteligencia destacado en la embajada de EE.UU. bajo la fachada de “diplomáticos”.

(3) Compárense estas “funciones ejecutivas, incluidas la toma de decisiones, el control cognitivo y la recuperación de la memoria contextual”, con los síntomas reportados en varios medios de prensa entre el personal destacado en la embajada de EE.UU. (como deterioro cognitivo, discapacidad visual, pérdida de memoria y problemas relacionados con el habla”, así como “lesión cerebral”).

(Todas las notas son del traductor)

(Tomado de Strategic Culture Foundation)

Traducción de Germán Piniella para Progreso Semanal.

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