Colombia es el undécimo país con mayor desigualdad del mundo, la creciente desnutrición infantil, la inseguridad alimentaria, y otros son aspectos que no han sido solucionados.
Juan Manuel Santos no se diferencia mucho de su predecesor. Pertenece a una familia que ha acumulado riqueza a costa del Estado.
Por: Yomar Bravo
l acto de posesión de mando de Juan Manuel Santos no fue sino un show mediático más, un desfile de personajes serviles al imperialismo norteamericano, de aburridos elogios de la oligarquía colombiana, y de un cinismo patético de los supuestos “logros alcanzados” y demás lisonjas al ex presidente narcoparamilitar Álvaro Uribe Vélez.
¿Quién es Uribe?
Uribe pertenece a la gran burguesía colombiana, con antecedentes de narcotráfico y acciones antisubversivas por parte de su padre. Fue gobernador de Antioquia, donde aplicó políticas fascistas y empleó un modelo paramilitar de “seguridad pública”. Creó las Asociaciones Comunitarias "Convivir", en 1994, organización paramilitar que sembró el terror y el desplazamiento de miles de campesinos, así como la expansión del paramilitarismo bajo la cobertura de Uribe Velez. Contundentes son los hechos que lo vinculan directamente con el paramlitarismo, como las reuniones con altos mandos de esos grupos como Mancuso, las operaciones paramilitares que contaron con su venia, y el apoyo electoral que recibiera el ex presidente colombiano de estos grupos; todas estas son evidencias silenciadas.
Este personaje siniestro trasladó su política de guerra al Senado, impulsando leyes a favor de los monopolios, en detrimento de los trabajadores. Criminalizando la protesta social, convirtió a la seguridad social en un botín más a favor de los monopolios de la salud.
Capo del narcotráfico, Uribe, en contubernio con la DEA y el imperialismo norteamericano, engorda sus bolsillos a través de la droga; minimiza las pruebas que se presentan en su contra o de sus cercanos colaboradores y ha contado para ello con la prensa, que ha jugado su papel encubriendo estos actos de corrupción.
Uribe tiene las manos manchadas de sangre.
Qué terrible indignación escuchar las mentiras lanzadas durante el cambio de mando en Colombia. Pero antes de revisar el FALSO POSITIVO discurso de Juan Manuel Santos, creo necesario señalar aspectos puntuales de ocho años de gobierno de Álvaro Uribe.
El fracaso del Plan Patriota, que prometió acabar con la guerrilla con un gasto de cerca de 300 millones de dólares por año, financiados por los gringos y que hasta la fecha no ha tenido resultados contundentes. El fracaso de la seguridad democrática, claro, con alguno que otro golpe contra la insurgencia, que ha sido maximizado para cubrir otros escándalos como los falsos positivos, la parapolítica, etc. La seguridad democrática se ha volcado contra los trabajadores y pueblos de Colombia, contra los dirigentes sindicales, juveniles, sociales.
La grave crisis del sistema de salud, la corrupción en todas las esferas institucionales, los escándalos de parapolítica, la falsa desmovilización de los paramilitares que continúan con una presencia territorial y con el control de actividades legales e ilegales sociales, políticas y económicas, en ciertos sectores. Lo último, en intima relación con el problema agrario: no se ha producido la devolución de las tierras a los campesinos desplazados por el conflicto, al contrario, las élites vinculadas con el narcotráfico y el paramilitarismo, los grandes agroexportadores han sido los más favorecidos con la política agraria del gobierno de Uribe. La producción y exportación de coca persisten, obviamente porque significan cuantiosos ingresos económicos, y porque beneficia a las mafias y carteles del narcotráfico y a su principal consumidor: el imperialismo norteamericano.
Dos mil casos de ejecuciones extrajudiciales, el descubrimiento de La Macarena, la fosa común más grande de América Latina, con más de dos mil colombianos sin identificar en predios cercanos al Batallón del ejército Colombia-Usa, y un sin fin de asesinatos y masacres que han sido encubiertos por los medios de comunicación.
Uribe no ha resuelto de ninguna manera los problemas del pueblo colombiano, como educación, trabajo, vivienda; cerca de treinta millones de colombianos superviven en la pobreza y miseria, nueve millones viven en la indigencia, la política laboral y económica ha favorecido al capital nacional y extranjero, se ha privatizado más de diez entidades públicas, la tasa de desempleo alcanza el 14% y el subempleo rebasa el 33%, entendiéndose a esta categoría como trabajo informal o “rebusque”.
Colombia es el undécimo país con mayor desigualdad del mundo, la creciente desnutrición infantil, la inseguridad alimentaria, la mortalidad infantil, y otros son aspectos que no han sido solucionados sino profundizados. En fin, no alcanzaría el tiempo para denunciar los crímenes, las torturas, la represión contra la población colombiana. ¡Ah! por cierto, la violación constante a la soberanía: hoy las 7 bases gringas son un ejemplo más de ello.
¿Quién es el nuevo presidente de Colombia?
Santos no se diferencia mucho de su predecesor. Pertenece a una familia que ha acumulado riqueza a costa del Estado. Amigo de Tony Blair. Los Santos son dueños del 51% del diario El Tiempo, que posee muchos medios, tanto radio, periódico y televisión, así como empresas en toda Colombia, un monopolio de la comunicación que responde a los intereses de la gran burguesía, el narcotráfico, los paramilitares y el imperialismo.
Empujó la Reforma Pensional “a la chilena”, trabajando con fondos privados de pensiones, eliminando valiosas conquistas de los trabajadores colombianos. Santos fue Ministro de Industria y Comercio en 1991, empujó a Colombia a la OMC, inició el proceso de privatización, políticas a favor de los más ricos. Vinculado a los paramilitares, sostuvo encuentros con Castaño y otros, empujó los famosos procesos de paz con los grupos paramilitares. En el 2002 fue Ministro de Hacienda del gobierno de Andrés Pastrana, REGALÓ empresas estatales en perjuicio del Estado colombiano.
En 2006, Ministro de Guerra de Alvaro Uribe, Comandante en Jefe de los paramilitares, oportunista, actor material e intelectual de cientos de asesinatos y atentados, continuó empujando el Plan Colombia con mayor presencia e inversión gringa. Santos también tiene las manos manchadas de sangre.
El discurso
“Todos nuestros esfuerzos irán destinados a combatir la pobreza y la miseria”, señaló Santos, creo que con ganas inmensas de reírse y decir que es una mentira más... Me parecía oír la retórica de cada Presidente que se posesiona, pero en este caso, la maldad aflora por sí sola.
“Vamos a defender al campesino, ha hacerlo un empresario”… No faltaba más, si en ocho años de Uribe se perjudicó al campesinado, se le arrebató las tierras por parte del narcotráfico y paramilitares mediante la extorsión, asesinato y el desplazamiento de cerca de 4 millones de colombianos. En realidad esperamos algo peor en estos años.
“Reitero ante nuestro libertador que a los pobres no les fallaremos”. La oligarquía santanderista llamando nuestro libertador a Simón Bolívar… Es una hipocresía más. Y ¿cómo hará eso de no fallarles a los pobres?, ¿cómo combatirá la pobreza?, ¿acaso matando a los pobres y de paso a los “terroristas”? “Los recursos naturales no serán privilegio de unos pocos”. Este discurso hay que entenderlo de otra manera, pues la política extractivista, minera, petrolera y de otros recursos como la biodiversidad, el agua, etc, se afirma con las ventajas a los capitales extranjeros, con la seguridad jurídica y los desventajosos tratados de libre comercio y, evidentemente, con relación a las bases gringas en suelo colombiano.
“Es posible tener una Colombia sin guerrilla, por la razón o por la fuerza”, es decir, incremento del terrorismo de Estado, impunidad ante las masacres cometidas, involucramiento de la población civil en el conflicto como informantes o falsos positivos, continuismo de la política guerrerista, aunque lleno de “ínfulas” diga que la palabra GUERRA no está en su diccionario. Seguro es que mientras existan las desigualdades, la pobreza, la miseria, la falta de educación, salud, trabajo, etc., miles de descamisados integrarán las filas de la insurgencia y el descontento.
Santos le dice a Uribe: “Luchar y consolidar y acrecentar su inmensa obra de gobierno”. Al buen entendedor pocas palabras: es la continuación de la política neoliberal y entreguista, es el espíritu de cuerpo y la complicidad de sus crímenes y politiquería.
“La defensa de los derechos humanos es un compromiso firme e indeclinable”. Supone la continuación del crimen de Estado y de la impunidad en los procesos judiciales, el genocidio contra las organizaciones populares, sindicales y de izquierda, el desplazamiento forzado, las fosas comunes.
Santos finalizó: “Le llegó la hora a Colombia”… En esta frase creo que el pueblo puede coincidir en la forma, pero no en lo que significa: le llegó la hora a Colombia, a los trabajadores y pueblos: a seguir luchando y combatiendo, resistiendo a las garras del imperialismo, de donde venga: yanke, español, israelí... Le llegó la hora de ponerle freno a la ambición desmedida, a la entrega de la soberanía, a los crímenes, a la impunidad.
La esperanza de una nueva Colombia está en manos de los pueblos y trabajadores de este país, y en la solidaridad y acción de los pueblos hermanos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario