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jueves, 26 de agosto de 2010

ALEPH: ¡Otra vez!

Carolina Escobar Sarti

Este no es un tema de monos gordos versus personas muriendo de hambre, como han hecho ver tan simplistamente los antiecologistas para asustar con el petate del muerto. Es un problema real de sobrevivencia para las generaciones presentes y futuras, que cualquier persona medianamente inteligente puede comprender.


Hace algunos días leí un encabezado noticioso (PL 22/08/2010) que me inquietó: “Unos 10 millones de toneladas métricas anuales de hierro podrían salir de suelo guatemalteco, si es que llega a concretarse la explotación de ese mineral a partir de arenas de la Costa Sur de Guatemala.” Y continuaba la noticia: “….esas son las proyecciones preliminares de dos compañías mineras que han obtenido licencias de exploración en el litoral Pacífico, en busca del hierro acumulado en la arena durante millones de años de actividad volcánica (…). Se calcula que hasta 12 por ciento de las reservas mundiales de hierro podrían estar en el país. El destino principal sería Asia, principalmente China, cuyo desarrollo económico la ha convertido en ávida consumidora de ese metal. Las cifras impresionan, pero, en contraste, hay sectores que expresan preocupación por el impacto de la explotación sobre la biodiversidad, las comunidades y el turismo, sobre todo si se toma en cuenta que la concesión solo deja libres tres reducidas reservas naturales.”

Hace 10 meses, el Ministerio de Energía y Minas (MEM) le dio a la compañía Tikal Minerales licencias para explorar 300 kilómetros cuadrados de playa, comprendidos entre Champerico, Retalhuleu, e Iztapa, Escuintla. Hace cuatro meses la canadiense G4G, junto a Iron Sands America, obtuvo licencia de reconocimiento de dos mil 492 kilómetros, que incluyen 14 municipios, desde Retalhuleu a Jalapa. Solo dejaron fuera tres reservas: la de Monterrico, la de Manchón Guamuchal y el Parque Nacional Sipacate-Naranjo.

De nuevo, hay ilegalidades en torno al proceso: en el 2008, la Corte de Constitucionalidad declaró improcedentes varios artículos de la Ley de Minería (expediente 1491-2007), uno de los cuales antes daba derecho a la exploración ilimitada en la profundidad del subsuelo. Rafael Maldonado, representante del Centro de Acción Legal y Ambiental (Calas), dijo que hoy la Ley solo autoriza a los titulares de licencias mineras a realizar trabajos en la superficie, no en la profundidad, y señaló que “el presidente Colom mintió diciendo que no iba a entregar más licencias”.

Selvin Morales (MEM) explicó: “Las licencias solo son de exploración. (…) En el caso de que no encuentren nada, se paralizarán las licencias”. Eso, en caso de que no encuentren nada. Si se llega a la explotación, se sacaría la arena con excavadoras o dragas flotantes y se trasladaría a una planta en Puerto Quetzal, donde, por gravedad e imanes, separarían el hierro. Luego, la arena se devolvería a las playas en un 90 por ciento (!!!), por medio de un proceso llamado “revegetación”.

Queremos inversiones en el país, pero limpias y de beneficio para la población. “La Costa Sur tiene gran potencial turístico (…). Es una actividad económica que favorece a la población local y es mucho más apta para combatir la pobreza que la minería”, dijo Thomas Stutzer, presidente de la Cámara de Turismo de Monterrico. ¿Dónde desovarán las tortugas y qué pasará con esta región de transición de ecosistemas?, pregunta Carlos Salvatierra, de la Escuela Ecologista Savia; “….con esa explotación se afectaría todo el litoral que vive de la pesca”, señala Enrique Bonilla, presidente de la Asociación por el Desarrollo Integral de Champerico.

Otra vez, la promesa de míseras regalías del 1%; otra vez instituciones débiles que no regulan ni controlan la actividad explotadora; otra vez un presidente que regala al país por pedazos, como si fueran los de un leproso a las puertas de la muerte.

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